Política Internacional

Argentina: al borde del precipicio

Daniel Manduré

Los argentinos decidieron entre dos opciones, de las que estamos, en lo personal, muy lejos, desde lo ideológico, pero también por las formas utilizadas para llevar adelante la acción política.

La verdad no quisiera estar en la piel de los argentinos, teniendo que pensar en votar no al mejor, al de mejores propuestas, al responsable, coherente, honesto, sino evaluando cual sería el mal menor. De las dos opciones cual pueda causarle menos daño a una sociedad herida de muerte.

A una opción ya la conocemos muy bien, la del peronismo, la de su versión kirchnerista y que hoy encarna Massa. Esa opción que representa la continuidad del gobierno en manos de quienes han destrozado al país, sumergiéndolo en la peor de las decadencias.

Con Cristina Kirchner desaparecida y con un Alberto Fernández que como ha sido toda su gestión está “pintado”, todo se centra en su candidato Massa, si, el actual superministro, el de esa nefasta gestión en materia económica. Que representa, todo lo peor de la política, de múltiples hechos comprobados de corrupción y con amplias y obscenas redes clientelísiticas cuyos sistemas de subsidios y ayudas solo buscan comprar voluntades y que mantiene sometida al resto de una impotente población.

Resulta inexplicable como un candidato que encarna todo eso, que ha sido responsable directo del caos económico actual, puede tener chance de ganar.

Massa no solo no cumplió con ninguna de sus promesas al asumir como ministro, sino que su gestión agravó aún más la crisis.

Con una inflación imparable, que ya comienza a superar el 140%, con la pobreza en crecimiento continuo, que supera el 40%. Argentina tiene más de 18 millones de pobres. Con una moneda en permanente devaluación, con un peso que ya ha perdido 15 veces su valor. Con casi 8 millones de empleos en negro y un 10% de ciudadanos sumergidos en la indigencia.

Imposible creerles a los camaleónicos peronistas.

Sus antecedentes hablan por ellos.

Pero del otro lado está la oposición, “Juntos por el Cambio” equivocó  el rumbo. Rodríguez Larreta no supo y Bullrich no pudo. Perdieron energía en las PASO, peleando entre ellos y ambos, uno primero y el otro después, quedaron por el camino.

Allí aparece Milei, el libertario, de extrema derecha, con posturas ortodoxas, casi surrealistas, que comenzó parado por fuera de la política. El que prometió terminar con la “casta de políticos corruptos”. El de la motosierra.

Con un discurso casi incendiario y con propuestas muchas de ellas difícil de cumplir o directamente irrealizables. 

Que le pega a todo y a todos, no dejó títere con cabeza.

El que dijo que descargaba sus emociones pegándole a un muñeco con cara de Alfonsín, al que catalogó como el gran fracasado.

El que supo pegarle a un icono del radicalismo como Hipólito Yrigoyen al que denominó el primer populista.

Tampoco Bullrich quedó fuera de su crítica, “la terrorista que ponía bombas en los jardines de infantes”

El mismo Milei, que habla con sus perros, que dijo conectarse con su perro Conan a través de una médium.

El mismo que se define como “El León”.

Hoy Milei es la otra opción, una opción incierta, plagada de dudas.

Tuvo que bajar varios cambios, suavizó su discurso. Ya el león no ruge tanto.

Guardó la motosierra, esconde sus propuestas más comprometedoras, modifica algunas, aclara o llega a negar otras.

Se comenzó a abrazar con parte de esa casta que hasta no hace mucho decía aborrecer y de la que prometió su exterminio. Hizo acuerdos con Bullrich (ya no es más la terrorista tira bombas)

Dos opciones en Argentina, ambas populistas, que no nos representan, que están alejadas de nuestra concepción ideológica, principios republicanos y valores éticos.

Es como juntarse el hambre y las ganas de comer. 

El riesgo de lo que representa la continuidad, el “más de lo mismo” que llevó a un gran país al caos o una opción que, caminando al borde de la cornisa, genera una gran incertidumbre.

En ese clima los argentinos deben decidir.  Los peronistas intentando generar el voto miedo a lo desconocido, del otro Milei y su gente comenzando a hablar de fraude electoral. En esa grieta interminable y que parece poderlo todo.

Argentina es un gran país, lo tiene todo, con los más variados recursos para ser una nación prospera, pero salvo excepciones, con los peores gobiernos. Un país que se encuentra hoy al borde del abismo.

Lo que pueda suceder en las urnas es una gran incógnita. Difícil, muy difícil momento. Ojalá puedan salir, aunque la realidad nos muestra que no va a ser fácil.

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