Política nacional

Lema común: la tumba de la coalición

Guzmán A. Ifrán

Ya transcurridos los comicios que dieran fin a la primera parte del ciclo electoral, restando aún las elecciones departamentales y municipales, no queda más que felicitar al nuevo Presidente electo de la República, Prof. Yamandú Orsi, y desearle el mayor de los éxitos en su gestión. Y yendo incluso más allá, hacer votos y comprometer desde ya nuestros máximos esfuerzos para contribuir desde dónde en lo personal nos toque, siempre desde el Partido Colorado y la Coalición Republicana, para que ello pueda cristalizarse por el bien de todos los uruguayos.

Dicho lo anterior, adentrarme en el tema que convoca mis reflexiones de hoy en OPINAR. La instrumentación electoral de la Coalición Republicana como frente político. Pero no sin antes hacer algunas consideraciones respecto del estado actual de su conformación, en tanto y en cuanto ya ha habido señales bien de incorporaciones y claudicaciones a la misma, que saludamos. En el terreno de las deserciones, o potenciales distanciamientos de socios actuales, encontramos a Cabildo Abierto. Desde la fuerza política ya se ha dejado entrever que sus diputados actuarán de forma “independiente” a la Coalición, esto, antecedido por los dichos de su máximo dirigente, el Gral. Guido Manini Ríos, en términos de considerar prácticamente un sinsentido la continuidad de la CR como tal si quedásemos afuera del Gobierno, algo que ocurrió. Los cabildantes han ido por tanto, de un momento a esta parte, cimentando el terreno para su despedida. Ojalá la formalicen y concreten pronto. Siempre tuve un sinsabor con el nombre “Coalición Republicana” desde que esta amalgama de distintos se conformara con un objetivo común, y por un único motivo: Cabildo Abierto. ¿Por qué? Es muy simple. Se torna realmente dificultoso sostener, defender y reivindicar en clave de los comunes denominadores que unen a los socios, al decir del gran Raúl Alfonsín, un sentir republicano del que Cabildo Abierto a las claras carece. Afirmar que somos quienes, más allá de los matices, levantamos en el Uruguay las banderas del republicanismo, la libertad y la democracia, abrazados de un socio que subrepticiamente justifica, relativiza y cuando no directamente reivindica la última dictadura militar, es directamente una mentira a la ciudadanía y una afrente a nuestros principios fundacionales como frente político. Que quede claro, esta es mi posición personalísima, aceptando siempre lo que mi partido resuelva en términos prácticos si la coyuntura así lo amerita. Soy hombre de partido. Pero como tal, también me debo a la verdad, o al menos, a mi verdad.

Por el otro lado, me convoca un sentir exactamente contrario con el novel Partido Constitucional-Ambientalista, liderado por el Dr. Eduardo Lust. De bautismo político a nivel dirigencial en Cabildo Abierto, el Dr. Lust no solamente como Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, sino además como especializado en derecho constitucional, empezó muy tempranamente a desconocerse a nivel político dentro de un partido integrado por defensores de la dictadura militar y demagogos de derecha. Ello derivó en su escisión de CA primero y la conformación de un nuevo partido político después, netamente integrado a la Coalición Republicana y con una más que satisfactoria performance electoral pese a no haber alcanzado la banca en diputados. En tal sentido, si se pierde un socio reaccionario y populista por el lado de Cabildo Abierto, la Coalición Republicana definitivamente estaría ganando uno cabalmente demócrata, intransigentemente republicano y probadamente serio por el lado del Partido Constitucional-Ambientalista del Dr. Lust, si persiste en su desarrollo y permanencia tanto en el sistema político en general como en la Coalición Republicana en Particular. Realmente espero que acontezca. Es un gran activo para la política toda y ciertamente prestigia a la novel coalición de centro que enfrentará, a partir de la pérdida del gobierno nacional, enormes desafíos de las más variadas índoles.

Ahora bien, estrictamente en lo referente a la ingeniería e instrumentación electoral de la Coalición Republicana como frente político, enunciaré a continuación algunas consideraciones que convocan la centralidad de esta nota. Hasta el momento, la Coalición Republicana opera como un frente de partidos políticos que se presentan en las elecciones internas y nacionales bajo lemas independientes (Partido Colorado, Partido Nacional, etc.), en el ballotage bajo una misma y única hoja de votación, y en las elecciones departamentales y municipales -de algunos departamentos, como lo es Montevideo y próximamente también Salto y Canelones- bajo un lema común, llámese Concertación (2015), Partido Independiente (2020) o Coalición Republicana (2025). Cabe destacar, por tanto, que a nivel táctico se han optado por diferentes opciones de cara a cada tipo de elección. Y eso es bueno. Muy bueno. Porque en lo que a este plano de la Coalición respecta el único objetivo es obtener la mayor representación electoral posible. Es decir, optimizar el resultado de los cargos obtenidos con la votación alcanzada. Y para ello se requiere flexibilidad política y mental. Adaptación. Versatilidad. Por tanto en cada una de las instancias electorales antes mencionadas, una y sólo una pregunta cabe al momento de definir la táctica a emplear: ¿cómo hacemos rendir más los votos? A nivel departamental pienso que es tema laudado. Hay que ir con lema común. Ello permite acumular por diversas bandas, presentándole a la ciudadanía hasta tres candidaturas que con perfiles diversos sumarán a la bolsa común, para hacerle frente a la otra Coalición (FA) que también verá limitada su cantidad de candidatos a tres. Sin embargo, la disyuntiva emerge a nivel de las elecciones internas y sobre todo nacionales, en tanto si los socios se presentan en un lema común, en teoría maximizarían su rinde electoral al momento de la asignación de bancas tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado; por no perder los valiosos “restos” a manos del lema -hasta ahora- más votado, el Frente Amplio. O, al menos, esto es lo que aducen los promotores de esta idea. Ocurre que ello sería efectivamente así de ser la realidad política algo simple y lineal. Pues tengo para ellos una noticia: No lo es. De serlo hubiese comenzado esta nota felicitando a Álvaro Delgado y no a Yamandú Orsi. ¿O acaso en suma no sacó la Coalición Republicana 4% más votos que el Frente Amplio en las elecciones de octubre, para perder exacta y casualmente por 4% el ballotage de noviembre? En política uno más uno no siempre es dos. Y en general, muy lejos está de serlo. El error capital de esta nueva consideración táctica de cara a las próximas elecciones generales de 2029, es dar por sobre-entendido que quienes votaron a Ojeda, Mieres, Manini Ríos y Lust en octubre de 2024 hubiesen también indistintamente votado a Álvaro Delgado en dicha instancia de ser esta la única opción presentada por la Coalición Republicana. Por supuesto que no lo hubiesen hecho. Y en suma, estoy absolutamente convencido que por la falta de diversidad de perfiles y sensibilidades puestas a consideración de la ciudadanía con esta táctica electoral alternativa, son muchos más los votos y bancas que se perderían que en el actual escenario. Y eso sería la tumba de la Coalición; por el desperfilamiento político de sus socios, la amputación de alternativas a la ciudadanía y, no menos importante, una fusión de difícil retorno que con algo de tiempo se convertirá en un tercio del país y no en su mitad. Porque indudablemente en este escenario binario emergerán múltiples terceras vías, y alguna de ellas eventualmente prenderá. Pues cara se paga siempre la mediocridad.

Guzmán A. Ifrán.-

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