Política nacional

La madrugada republicana

Kim Gómez Parentini

Anoche, mientras el país dormía y el Palacio Legislativo seguía encendido, se cerró uno de los procesos más intensos, exigentes y trascendentes de la vida republicana, la aprobación del Presupuesto Nacional. Y en esa madrugada inevitablemente volvieron a sonar —como un eco que atraviesa generaciones— las páginas de 1929, donde se hablaba del Mensaje Imperecedero de Batlle, de la democracia como obra en movimiento, del Uruguay que se levanta con convicción y con fatiga, con ideas y con sacrificio. Porque como decía Batlle y Ordóñez: “La democracia es acción, es voluntad, es trabajo.”

Y eso fue exactamente lo que vimos estos días. Y eso fue lo que se vio, sobre todo, en estas horas finales.

En todo el presupuesto, vi a Pedro Bordaberry y a Tabaré Viera encarnar aquel Partido de los viejos textos, incansables, responsables, obsesionados con el deber público, trabajando sin descanso desde el primer día hasta la madrugada de hoy.

Sin ausencias. Sin delegar lo que corresponde asumir. Con un país por delante y una ética detrás.

Vi a Pedro transformarse, sin exagerar, en uno de los referentes más sólidos del Uruguay contemporáneo:

— precisando cada artículo,

— cuidando cada coma,

— discutiendo cada cifra,

— defendiendo cada derecho,

— proponiendo cada mejora,

— sosteniendo —como aquellos de antes— que la República se defiende con trabajo.

Ese rigor, esa obsesión profesional por la calidad del gasto, por cada detalle, habla de una forma de hacer política que no se actúa, se practica.

Vi a Tabaré Viera reafirmarse como lo que ha sido toda su vida política, un constructor, un hombre de unidad, de coordinación y diálogo, firme y sereno, con una presencia respetada en todos los rincones del Parlamento.

Y vi algo todavía más importante,

un equipo. Un equipo extraordinario de técnicos, secretarios, Diputados que se acercaban comprometidos, un equipo que trabajó codo a codo con ambos legisladores como quien defienden a su propio país —porque eso estaban haciendo—.

Vamos Uruguay, presentó más 200 aditivos y sustitutivos de propuestas sólidas, responsables y defendidas una por una, con una obsesión clara, que nada quede librado al azar. Que todo lo que pueda mejorarse, se mejore. Que cada artículo tenga rostro humano.

Porque para este sector, para su gente, primero está el país, primero está la gente. La política solo vale cuando mejora la vida de alguien.

Como decían aquellas viejas páginas del batllismo histórico:

“Las democracias se sostienen en la constancia, en la vigilancia y en la responsabilidad moral de sus dirigentes.”

Un país donde la política no es espectáculo sino servicio; donde la República no es discurso sino conducta; donde los valores no se declaman, se ejercen en esas madrugadas que casi nadie ve.

En tiempos de descreimiento, de ruido, de bronca fácil, tener dirigentes así, que no especulan, que no descansan hasta mejorar lo que se pueda mejorar, es un acto de fe republicana.

No hay razón más noble en la vida pública que darle lo mejor a la gente. Esa es la verdadera política.

Esa es la República en su estado más puro. Ese es el Partido que sigue respirando en la vida democrática del Uruguay.

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