Punto muerto
Ricardo J. Lombardo
La economía uruguaya parece estar en punto muerto.
En grandes números, los últimos registros mensuales muestran 0 inflación mensual y 0 crecimiento del PBI, con niveles de desocupación estables y relativamente bajos excepto en la zona del litoral donde ha crecido de manera preocupante, y un tipo de cambio estabilizado.
La inmensa diferencia cambiaria con Argentina ha comenzado a afectar nuestra actividad económica interna y el atraso cambiario a deprimir las exportaciones.
Es cierto que la sequía de largos meses ha afectado, pero las bandadas de uruguayos que cruzan el río para ir a abastecerse en la vecina orilla parece ser la causa fundamental de este estancamiento.
Hace pocos días el presidente del Banco Central Diego Labat se enorgulleció de los bajos niveles de la inflación y señaló que esa es la mayor contribución que la autoridad monetaria podía hacer al resto de la economía. Anunció además que podrían bajarse aún más las tasas de interés.
Pero no solo de inflación vive el hombre y no es esa la única variable que debería tomarse en cuenta en la política monetaria. El nivel de actividad y el desempleo tendrían que estar incorporados también a las metas del BCU al formular su política.
Da la impresión de que la economía uruguaya va en punto muerto aguardando que pase algo diferente en la Argentina que revierta las expectativas. En el vecino país habrá elecciones en los próximos meses y se anuncian transformaciones radicales en su política económica en el probable cambio de signo político de su gobierno.
Ojalá que eso equilibre las cosas y no sea necesario introducir aquí cambios significativos en las políticas macroeconómicas de corto plazo –monetaria, fiscal y cambiaria-, que venían siendo exitosas.