Los dislates de Blanquita
Daniel Manduré
Pobre Blanquita, el tren que la llevaba a jerarquizar la política descarriló rápidamente. La mesìas que bajaba a iluminar el mundo terrenal, comprometida a inundar de ética y enriquecer un parlamento que de acuerdo con su visión estaría plagado de políticos pecadores y conversos, cometió la más grande de las blasfemias.
La que un día, quien dice luchar por la igualdad y la justicia, sin sudar la camiseta, cayó sentada, cual paracaidista, en una banca en el senado. Desde allí con el rostro irritado de siempre y la soberbia acostumbrada declara que: “el diseño de todas las políticas sociales del país comenzó con el Frente Amplio”
Asombro y vergüenza, de propios y ajenos. No lo hizo por desconocimiento, ignorancia o un error comunicacional, lo hizo de “mala leche”. Insistiendo en instalar una vez más esos falsos relatos.
Los dislates de Blanquita son una afrenta a toda la república, a los hombres y mujeres que construyeron desde el fondo mismo de la historia las grandes transformaciones sociales, en un país que fue vanguardia.
Es una afrenta también a todo aquel uruguayo pensante, la amplia mayoría, de todas las ideologías y que sin ser fanáticos, saben que lo que dijo la senadora es una gran falacia. Son un menosprecio a la inteligencia de todos los uruguayos.
Permítanme también ponerme la camiseta por un ratito y decir que es una ofensa gratuita a quien impulsó el proceso transformador más profundo del país: el batllismo. Creando ese estado de bienestar, de igualdad de oportunidades, humanista y justicia social. Que hoy todos disfrutan, aún aquellos que lo niegan.
“De justicia para todos, por nosotros y por nuestros adversarios, para nuestros hijos y los hijos de nuestros adversarios”
Fue un discurso, el de la senadora, que solo puede calar en la tribuna fanática, en ese puñado dogmático que aplaude cualquier cosa, incluso la mentira.
En la amplia mayoría, decepción y vergüenza.
No nos deja otra opción la senadora que recordar solo algunas de esa lista interminable de transformaciones que en lo social enriqueció la vida del país y sus ciudadanos.
¿Sabe la senadora quien y cuando se creó la ley de 8 horas? Fuimos de los primeros países en el mundo en hacerlo.
¿Sabe Ud. cuando y quien creó el descanso semanal obligatorio, pensiones a la vejez, la indemnización por accidentes de trabajo y el salario vacacional?
¿Sabe usted cuando y quienes crearon los liceos departamentales o la Universidad del Trabajo?
¿Sabe la senadora quien crea en el país los primeros planes de vivienda para los sectores más desprotegidos, quien crea MEVIR o INVE?
¿O la primer ley de los derechos civiles de la mujer o la ley de divorcio por la sola voluntad de la mujer?
¿Sabe la senadora quien creó el estado laico y tolerante, las primeras leyes de protección a la infancia, el sufragio femenino y que la mujer pudiera acceder a estudios terciarios?
¿Quién y cuando se creó el Banco de Previsión Social, el seguro de desempleo y los consejos de salarios?
Olvida la senadora quien crea los centros Caif que beneficia a los niños de las familias con menores recursos y que han extendido en el tiempo todos los partidos políticos
¿Olvida Ud. cuando se crearon los principales hospitales, policlínicas y centros de salud?
¿No recuerda quien realizó en el país las grandes reformas educativas?
¿Quién abrió los brazos y extendió sus manos solidarias a los inmigrantes que como seguramente su familia vino buscando en este pequeño gran país, un mayor bienestar?
Usted lo sabe muy bien senadora y es lo más grave de todo.
Esa mirada refundadora y surrealista no le hace bien a nadie. Menos a usted.
Degrada la política, la que usted decìa que venìa a jerarquizar.
Debemos tener la honestidad intelectual de reconocer logros incluso de nuestro adversarios políticos, que también tuvieron aciertos cuando les tocó gobernar. Todos en el gobierno o desde la oposición, enriquecen y contribuyen a buscar medidas que tiendan a mejorar el bienestar de nuestros ciudadanos.
Le sugiero Blanquita que si no sabe cabalgar que se baje del caballo, el golpe al caer puede ser muy duro.