Política nacional

Ahí está el detalle, joven…!

Ricardo Acosta

«Ahí está el detalle…», solía decir Cantinflas, y en su estilo enredado, parecía siempre evitar dar una respuesta clara, dejando a su audiencia expectante pero sin una verdadera conclusión. Algo similar parece estar ocurriendo con Yamandú Orsi, candidato presidencial del Frente Amplio. Si bien lidera las encuestas, su estilo discursivo ha sido comparado con el de Cantinflas: largas intervenciones que, más que aclarar su postura, terminan generando más dudas que certezas.

En la campaña actual, Orsi ha dejado ver un discurso ambiguo que ha sido motivo de conversación tanto en medios como en redes.

Si bien es cierto que dentro de su partido la lealtad prevalece, el problema se encuentra en el estilo mismo de comunicación, que parece eludir respuestas contundentes en momentos clave. Esto no es un problema menor, especialmente cuando el país se encuentra en un momento crítico donde se necesitan propuestas claras y firmes.

En el complejo panorama político uruguayo, la candidatura de Yamandú Orsi ha generado tanto esperanza como desconcierto. Pese a liderar las encuestas, su estilo de comunicación ha sido comparado con el famoso personaje de Cantinflas, el cual divaga y habla enredado sin llegar a un punto claro. Esta comparación no es casual, ya que cada vez que Orsi se enfrenta a una entrevista o una declaración pública, parece que ofrece respuestas largas pero vacías, dejando a la audiencia con más dudas que certezas.

El problema no es únicamente de fondo, sino también de forma. En sus discursos y entrevistas, Orsi tiende a esquivar las preguntas con rodeos que, aunque podrían parecer detallados, carecen de un mensaje conciso. Esto ha generado una creciente percepción de que, si bien está siempre presente en la escena política, aún no ha definido con claridad qué es lo que realmente propone. Este estilo «cantinflesco» se ha convertido en un sello propio de su campaña, y ha despertado críticas incluso de quienes observan al Frente Amplio con buenos ojos.

El hecho de que Orsi haya evitado hasta ahora un debate público también juega en su contra. En un momento en que el electorado está ávido de conocer posturas claras sobre temas claves —como la seguridad, la educación y la economía—, la ausencia de un debate le resta puntos frente a otros candidatos que sí se han mostrado abiertos a confrontar ideas. Para una candidatura que representa la fuerza política más votada del país, resulta desconcertante que su principal figura evite un escenario tan importante como el debate público, algo que sus oponentes, sin duda, utilizarán en su contra.

Por su parte, Carolina Cosse, compañera de fórmula de Orsi y ex intendenta de Montevideo, no ha tenido una mejor actuación. Su renuncia a la Intendencia para dedicarse de lleno a la campaña no ha venido acompañada de una mayor presencia en los medios ni de una estrategia clara. Cuando aparece, sus declaraciones suelen generar más controversia que apoyo. Un ejemplo reciente fue su posición sobre el plebiscito de los allanamientos nocturnos, en el que afirmó que, de aprobarse, su intención sería derogarlo. Esta afirmación, lejos de consolidar la fórmula, obligó a Orsi a suavizar y, en algunos casos, contradecir sus declaraciones, mostrando una falta de coordinación entre ambos.

El reto para Orsi no solo está en sus propias dificultades para comunicarse de forma clara, sino también en tener que corregir las palabras de su compañera de fórmula, lo que refuerza la imagen de una campaña desarticulada y sin un mensaje fuerte que cohesione al electorado. La dificultad de Cosse para manejar ciertos temas, y la reticencia de Orsi a debatir, no solo impacta negativamente en la campaña, sino que refuerza la percepción de que ambos carecen de una estrategia política definida. Los indecisos, un segmento clave en cualquier elección, son particularmente sensibles a este tipo de vacíos comunicacionales.

A este escenario se suma la reciente entrada de Blanca Rodríguez, una figura mediática de gran reconocimiento en el país. Como ex presentadora del principal noticiero del país, su candidatura al Senado por el Frente Amplio ha sido ampliamente comentada en los medios. Sin embargo, más allá del impacto mediático que su nombre genera, hasta ahora no ha ofrecido aportes sustanciales al debate político. Su presencia parece estar más vinculada a su fama y reconocimiento público que a su capacidad para influir en la dirección del Frente Amplio o enriquecer la discusión de las propuestas de la coalición de izquierda.

La irrupción de Blanca, aunque mediáticamente significativa, añade una capa de complejidad a la campaña de Orsi y Cosse. En un momento en que la fórmula necesita claridad y coherencia, la aparición de una nueva figura que no tiene un perfil político definido y que aún no ha marcado una posición relevante, podría añadir más ruido a un panorama que ya es confuso para muchos votantes.

El electorado frenteamplista, históricamente fiel, probablemente continúe apoyando a la fórmula sin mayores cuestionamientos. Sin embargo, el verdadero desafío de Orsi y Cosse está en captar a los indecisos y convencer a aquellos que se alejan de la lealtad partidaria para votar basándose en las propuestas concretas y las personalidades de los candidatos. Estos votantes, que no tienen una adhesión férrea a ninguna fuerza política, buscan claridad en los discursos y propuestas coherentes. Y es precisamente ahí donde la fórmula Orsi-Cosse ha mostrado más debilidades que fortalezas.

Para capturar este voto clave, será necesario que Orsi logre sacudirse de su estilo que oscila entre Mujica y Cantiflas y comience a transmitir un mensaje claro, coherente y, sobre todo, convincente.

Pero da la sensación que no cambiara.

La campaña no puede depender únicamente de los símbolos o de la fidelidad histórica del votante. Y esto no es solo patrimonio del FA.

También la Coalición Multicolor debe lograrlo si se quiere mantener en el poder.

En un contexto político cada vez más fragmentado, los indecisos pueden ser quienes definan el resultado final, y hasta ahora, la fórmula del Frente Amplio no ha logrado capturar su atención de forma significativa.

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