Al batllismo lo “desdibuja” cohabitar con el herrerismo
Entrevista de César García Acosta
Jorge Nelson Chagas es politólogo, historiador, escrito y compositor. Tiene una mirada aguda de la realidad en función de un pasado país presente y ara nada ajeno del contexto social del Uruguay del siglo XXI. Sus columnas de opinión sobre diversos temas de actualidad los difunde a través de Facebook y replican en la web y en publicaciones como este semanario con frecuencia. Entrevistado por Opinar observa al batllismo en la coalición republicana “desdibujado”, no así al “herrersimo” que se posiciona fuerte en una interna políticamente compleja donde todos sus socios se necesitan para superar a la otra coalición, la de izquierdas devenida en el Frente Amplio donde el poder interno se concentra en el Mpp y el Pcu sostenidos fuertemente por la central obrera congregada en el PitCnt.
Has sido bancario, eres politólogo, historiador, y escritor. Como periodista trabajaste en los semanarios Alternativa y Aquí, en la revista Tres y en el diario El Observador. ¿Cómo te sentís mirando y contando la realidad uruguaya?
Antes que nada quisiera hacer una aclaración. Además de todo eso, soy también compositor. Con sano orgullo digo que soy autor de dos obras musicales: «La Diosa y la Noche» (sobre la vida de Rosa Luna) estrenada en noviembre del 2019 y «Merveille Noire» (sobre la vida de José Leandro Andrade) estrenada en agosto del 2022. El estudio de la realidad uruguaya es para mí, una pasión. Investigar, estudiar, intentar interpretar los hechos, es una búsqueda constante de la verdad sabiendo de antemano que es un camino lleno de obstáculos y con final incierto.
Integraste la mesa que presentó el libro «Oro y Miel» del Grupo Afropoéticos, junto a Elizabeth Rodríguez, Leticia Rodríguez Taborda y Maria Delia Barboza. ¿Cómo te sentís en ese rol de intérprete de la realidad social y cultural del Uruguay del siglo XXI?
No solamente integré la mesa de presentación del libro «Oro y Miel» del grupo Afropoéticos, también tuve el alto honor de ser prologuista de esa obra. Pero, honestamente, no me siento intérprete de la realidad social y cultural del siglo XXI. Eso sería muy pedante. Prefiero decir que soy partícipe – uno más – de un movimiento cultural que abarca diferente formas del arte.
También presentaste, junto a Hebert Gatto, una nueva edición del clásico libro del periodista Alfonso Lessa, «Estado de Guerra», en la pasada edición de la FERIA DEL LIBRO. ¿Cómo es tu vínculo con el análisis de la historia reciente?
¡La historia reciente! Es el laberinto en que estamos los uruguayos desde hace décadas. Llevo años estudiante ese lapso histórico al punto que, junto a Gustavo Trullen, fuimos los primeros en realizar un estudio lo más objetivo posible sobre la presidencia de Jorge Pacheco Areco derribando muchas creencias generalmente aceptadas. Y algo muy interesante. Descubrimos que si no se analiza detenidamente los años ’40 y ’50 nunca vamos a comprender totalmente lo que ocurrió en las décadas posteriores. Debemos entender el auge y caída del denominado «neobatllismo», un término a mi juicio que debe revisarse, para llegar a las raíces de la crisis económica, social y cultural que azotó al país y que desembocó en el golpe de Estado del 27 de julio de 1973. Desgraciadamente, la academia tiene un retraso importante en esta área.
En el semanario Opinar, como publicación periodística de opinión, estamos marcados “a fuego” por el batllismo. Como politólogo: ¿cómo y dónde ves al batllismo en estos tiempos?
El batllismo dentro del Partido Colorado lo veo desdibujado pero, paradojalmente, una inmensa mayoría de la ciudadanía sigue siendo batllista. Muchas veces de forma inconsciente.
¿Cómo ves el periodismo de opinión en el Uruguay?
Tengo un buen concepto del periodismo de opinión uruguayo. Acaso no hay suficiente reflexión filosófica-política pero hay buenas plumas.
Las coaliciones como formatos políticos modernos han cambiado las estructuras de presentación de los partidos políticos ante la gente. ¿Puede el Partido Colorado, en tu visión técnica, profesar batllismo en un espacio como la actual coalición republicana?
El problema principal que veo es que el batllismo y herrerismo -dejemos aparte Cabildo Abierto para no complejizar demasiado el tema -pertenecen a la misma familia liberal- pero no son lo mismo. El liberalismo conservador herrerista siempre estuvo enfrentado a liberalismo social representado por el batllismo que, sin ser marxista y sin renegar jamás del republicanismo, estaba a la izquierda del espectro político. Lo que veo, y puedo estar errado, es que el batllismo dentro de la coalición gobernante queda desdibujado. En este sentido, el herrerismo no tiene este problema.
A fines de los años sesenta (y desde que nací), yo vivía en el barrio Palermo, recuerdo que en los meses de enero y febrero las tardes noches en el barrio Ansina eran una formidable expresión cultural. La vida del mundo afro era latente, impresionante. ¿Cómo se rescata esa cultura en el siglo XXI?
Contrariamente a lo que se supone la cultura afro, entendida como el candombe del siglo XX, es una creación multirracial, donde intervinieron italianos, gallegos, judíos y negros que convivían en el mismo barrio. ¡El candombe tuvo un origen muy batllista! Por otro lado, el toque del candombe ha ido sufriendo notorias modificaciones al paso del tiempo. No es inmutable. Todo lo contrario. Está en permanente transformación. Eso es producto de un fenómeno formidable: su expansión por todo el territorio nacional y la multiplicación, por momentos asombrosa, de las comparsas y por ende, de las personas que tocan el tambor. Supongo que en este siglo XXI veremos nuevos cambios y como siempre, las discusiones sobre son para bien y para el mal serán intensas.
Te traigo otras vez a la política: ¿cómo observas la campaña electoral que se avecina: de confrontación, personalizada, de ideas, de propuesta?
Espero, de todo corazón, que sea una campaña donde se discutan propuestas. Estamos en un mundo lleno de peligros y acechanzas de todo tipo. Uruguay tiene un inmenso capital que es su democracia. No podemos hipotecarlo.