AUDAF
Los jueces de fútbol
Sentencian a los violentos
La Comisión Especial de Deporte y Juventud recibió el 11 de julio pasado al secretario de la Asociación Uruguaya de Árbitros de Fútbol, doctor Héctor Bergaló. En una sesion anterior esta Comisiòn del Senado recibió a representantes de la Secretaría Nacional del Deporte y de la Asociación Uruguaya de Fútbol por el tema de la violencia en el deporte. En el momento en el que los recibimos justo habían ocurrido algunos hechos de notoriedad pública, no solo acá en Montevideo, sino también en el interior, en el marco de un partido de la OFI. Hemos escuchado el punto de vista de ellos y ahora nos interesaba conocer la opinión de distintos gremios vinculados a la actividad deportiva. En ese sentido es que los hemos invitado para hablar del tema de la violencia en el deporte, a fin de que nos den su visión y, eventualmente, su propuesta, si es que tienen alguna.
HÉCTOR BERGALÓ.- Este es un tema que –aunque creo que es una frase hecha y que está en los oídos de todos– realmente nos ocupa y nos preocupa bastante. Desde la perspectiva del árbitro de fútbol vivimos constantemente con la violencia verbal –el insulto– e, incluso, con la violencia física en algunas situaciones.
Lamentablemente, creo que esta situación se ha naturalizado en la sociedad –de manera incorrecta, pero es lo que ha sucedido– y se da en todos los ámbitos, tanto en las divisiones juveniles, formativas, femeninas y masculinas, como en las diferentes disciplinas, incluyendo el fútbol sala y el fútbol playa. Nos hemos acostumbrado a la locura de que ante cualquier situación que pueda generarnos una molestia, la reacción inmediata sea el insulto o la desaprobación constante. Eso lleva a que esa reacción sea, más que un decir, un hacer, y eso complejiza un poco la situación.
Realmente, creo que sería una falta de respeto que presentáramos un proyecto, dado que no tenemos las cosas definidas como para plasmarlas en una hoja. Sí es algo que queremos atacar de inmediato y creemos que podría contribuir a la salud del deporte en general. Un fin de semana tras otro, vemos la contaminación que se va generando en todas las disciplinas y categorías relacionadas al deporte. El fútbol es el que a mí me compete, pero esta situación también se da en los distintos tipos de deporte.
No sabría decirles qué debemos o podemos hacer, pero sí puedo darles el total apoyo de Audaf para poder avanzar y trabajar en el tema. Tampoco sé cómo podríamos limitarlo, más allá de lo que son las precauciones que tomamos como árbitros dentro del campo de juego, previamente y con posterioridad al partido.
Independientemente de la planificación y de la perspectiva que podamos tener, ante un posible error, la situación se magnifica y, sobre todo cuando es un partido de trascendencia o de los llamados cuadros grandes –Peñarol o Nacional–, las dimensiones se vuelven bastante más complejas por la masa de gente que se mueve.
Reitero: esto nos preocupa y queremos buscar una pronta solución. Entendemos que es algo que va más allá del deporte local, de Montevideo o del interior, y del fútbol, pero no sabemos cómo hacer para trabajar en el tema.
Cuando se han suscitado problemas, nosotros trabajamos internamente y, en paralelo, también lo hicimos con el Ministerio del Interior en una planificación o una proyección, pero siempre en referencia a una situación o partido concreto. Nunca avanzamos desde un punto de vista macro en lo preventivo y, quizás, eso sería lo ideal, para atacar el tema de raíz.
Creo que nunca había ocurrido una situación como esta y, si se ha dado –aclaro que mi memoria puede fallar–, somos conscientes de que no pudimos avanzar de la manera que todos queremos. Por supuesto que estamos afines a hacer aportes para, en conjunto, generar la posibilidad de controlar esta situación.
Quiero aclarar que, a veces, con la concentración propia del partido y en nuestra función –en primera y en segunda división, además, usamos intercomunicadores–, no escuchamos mucho el ruido ambiente. Cuando se escucha, lo primero que se hace es detener el partido, hablar con el encargado o inspector de seguridad, con el delegado del partido y ver la posibilidad de calmar la situación o de avanzar, siempre y cuando ellos nos den la garantía de que eso va a dejar de suceder. El árbitro siempre trata de hacer un trabajo conjunto con el encargado de la AUF y el encargado de la parte de seguridad del espectáculo, sea privado o público. Nosotros siempre contamos con una guardia policial, que es nuestro respaldo, conversamos con el encargado de seguridad del lugar, pero el árbitro no es el que define si el partido puede suspenderse ni resuelve qué consecuencias pueda llegar a tener.
Ante la interrogante de: ¿el árbitro puede suspender el partido?
En caso de que escuchemos, lo detenemos. Se habla con el encargado de seguridad de turno y se comenta la situación. Desde el punto de vista administrativo, luego de que termina el partido nosotros lo informamos, pero en la práctica nunca se llegó a suspender un partido. Esa potestad nunca nos fue comunicada.
Y no solo por un cántico, sino, también, por alguna persona que se sube a un alambrado o prende una bengala o por el tema de las banderas. Muchas veces el inspector de seguridad se percata antes, nos dice que tienen un problema de seguridad y nos pide que detengamos el partido. Cuando se logra la normalidad, se reanuda.
Respecto a la participación de grupos de seguridad privados o de la policía, los árbitros tienen preferencia por la policía.
Creo que el tema es más complejo por la imagen que genera uno y otro. No quiero desacreditar la labor de la guardia privada porque está ahí, y yo no digo que no la cumpla ni que lo haga de manera incorrecta, pero, en mi opinión –y lo hemos conversado con varios compañeros a raíz de situaciones anteriores–, la figura del policía es la figura del policía. La gente es mucho más precavida en su proceder, piensa más de una vez antes de actuar mal si hay un policía delante. Con la guardia privada hoy se está dando cada vez más –lamentablemente– que no pasa nada por más prudentes que sean, por más precaución que pongan. Incluso, a veces la violencia se da para con ellos; ha pasado en varios partidos.
Desde mi labor en el arbitraje –hace seis años que estoy en primera división y tengo cinco años más de arbitraje– nunca tuve el gusto de participar ni de escuchar de alguna incidencia directa que haya tenido esa comisión –lamentablemente–, ni en el fútbol juvenil ni tampoco en primera división.
Nuestra tarea la desarrollamos de manera normal, lamentablemente en una normalidad a la que nos hemos adaptado. De todos modos, para nosotros es importante todo lo que son los chequeos y los controles previos a los efectos de que podamos, cuando se genera una situación de disturbio o de violencia dentro de las tribunas –que es lo más difícil de controlar– saber quiénes son los que la provocan, identificar a esas personas. Una de las solicitudes que hicimos a la AUF, cuando se dieron estas negociaciones por las situaciones de violencia que vivimos fue, justamente, que hubiera cámaras que identifiquen a las personas que ingresan, más aún en nuestro fútbol cuyo público no es cuantioso; salvo dos o tres partidos, no es multitudinario, por lo cual las personas que van a las canchas son fácilmente identificables. Creo que ese tipo de mecanismos pueden ser de gran utilidad para ayudar a erradicar a los violentos que van a ver los partidos.