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“Cerca, rosario siempre estuvo cerca”

Ricardo J. Lombardo

Aunque refiere al Tema de Piluso, este párrafo de la canción de Fito Páez es oportuna para advertir el inmenso riesgo en que estamos.

Rosario de Santa Fé, la importante ciudad puerto argentina, dista 300 kilómetros de Paysandú, y la situación tan crítica que vive debería alertarnos para, como dice el viejo refrán, apurarnos a “poner las bardas en remojo”.

Parece hoy una ciudad tomada por el narcotráfico. Incluso el Ministro de Seguridad de la nación , Anibal Fernández, confesó que los delincuentes “han ganado”. El Estado se ha mostrado impotente para impedir el control mafioso de la ciudad.

Un hecho reciente ha impactado y recorrido el mundo: el comercio de la familia de la esposa de Messi fue baleado y recibió mensajes amenazantes hacia el futbolista.

Pero más allá de este hecho mediático tan difundido, la realidad cotidiana agobia a los ciudadanos rosarinos. Las balaceras están a la orden del día por todos lados. Se acumulan asesinatos, extorsiones al mejor estilo de la mafia siciliana. En los primeros 2 meses del año se registraron 60 muertes debidas a este descalabro social. Una por día.

La ciudad, ubicada en un lugar estratégico del Río Paraná, ya había sido conocida como la “Chicago argentina” cuando una banda de mafiosos la asoló en los años 30s y 40s del siglo pasado.

Ahora vuelve a ser víctima de su triste destino.

Y Rosario está cerca. No solo geográficamente. Hay hechos alarmantes de este lado del Río que deberían llamarnos a actuar preventivamente de manera rápida.

El escenario narco ya no solo se manifiesta en las disputa por territorio en los barrios montevideanos. Llegó a las más altas esferas. Y el Estado parece no responder como debe.

Los hechos que se conocen a raíz de la fuga del mafioso calabrés Rocco Morabito que estaba preso en cárcel central y sus contactos con el narco mexicano Gonzalez Valencia, asombran, porque involucran a toda la jerarquía de seguridad desde el Ministro del Interior a policías rasos. Y la sociedad parece asistir a esto como si se tratara de una serie de Netflix, en lugar de advertir el inmenso peligro inminente.

Es la muestra de un Estado débil, ineficiente, que parece demasiado vulnerable a la corrupción y que no nos puede defender.

Un Estado que permitió que nada menos que el custodio del Presidente de la República montara una red de de facilitaciones ilegales en diferentes oficinas públicas. Un Estado que entregó un pasaporte para evitar que un narco uruguayo fuera sometido a la justicia en otro país.

Lamentablemente estos temas se politizan y eso tiende a formar una neblina que no permite ver la gravedad de las cosas que tienen impacto común para todos.

Rosario está demasiado cerca. Es un espejo en el que no querríamos mirarnos.

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