Cobrando intereses
Los bancos y un proyecto contra la usura
Una delegación de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay concurrió a la Comisión de Hacienda de la Cámara de Representantes para analizar un proyecto de ley sobre usura. La siguiente es parte de la intervención del director ejecutivo de dicha entidad, el contador Roberto De Luca.
SEÑOR DE LUCA (Roberto).- No tenemos ninguna duda de que el objetivo de estos proyectos es mejorar la calidad de vida de los uruguayos, pero queremos compartir la siguiente información con ustedes. Voy a referirme, en primer lugar, al proyecto sobre la tasa de usura. Yo voy a hacer comentarios más bien conceptuales. Después, la doctora María Noel Riotorto y el doctor Guzmán Rodríguez, van a hacer comentarios sobre ambos proyectos en forma más específica. Voy a dar alguna información de marco. ¿Qué instituciones operan en el mercado uruguayo de créditos a las familias? Hoy tenemos dos bancos públicos, nueve bancos privados, una empresa administradora de grupos de ahorro privado, una cooperativa de intervención financiera, dieciséis administradoras de crédito llamadas «mayores» -es decir, que publican regularmente información ante el Banco Central-, y doce administradoras de crédito menores que están supervisadas por el Banco Central pero no reportan información contable. O sea que el mercado regulado de crédito a las familias está constituidos por cuarenta y un empresas supervisadas por el Banco Central. A eso debemos sumar otros jugadores que no están regulados por el Banco Central. Estos son las casas comerciales, particulares, que según la encuesta financiera de hogares realizada en 2017, tienen una participación en ese mercado. Por tanto, el primer punto a acotar es que estamos en un mercado en el cual la competencia es alta; fácilmente comprobable por las campañas de publicidad que hacen los distintos jugadores en este mercado. No es un mercado cerrado; han ingresado nuevos jugadores y continuarán ingresando nuevos jugadores, mucho de ellos digitales. Destacamos, además, que para operar en este mercado no se necesita autorización de nadie; cualquier empresa o persona puede participar en este mercado. Con respecto al volumen de negocio, a la participación de los principales actores y de los clientes, me gustaría compartir alguna información. El volumen del mercado de crédito a las familias es del entorno de US$ 6.000.000.000. Eso representa un 12% del producto bruto interno. Esa relación es muy baja si lo comparamos internacionalmente. En la región ese ratio está entre el 25% y 50%; en los países europeos ese ratio está entre el 50% y el 80%. O sea que en la comparación internacional el crédito a las familias es relativamente bajo en Uruguay. Ese es un dato que también me gustaría compartir. ¿Quiénes son los principales jugadores? Naturalmente, los principales jugadores son los bancos públicos. El Banco República y el Banco Hipotecario tienen una participación del 50% en este mercado. Los bancos privados un poco más del 30%, y los jugadores no bancarios aproximadamente el 20%. Digo esto a fin de ubicarnos y conocer cómo es la participación de cada uno de jugadores. Los bancos, tanto los privados como los públicos, atienden aproximadamente a poco más de un millón de clientes. Las entidades financieras no bancarias también atienden a un poco más de un millón de clientes. La diferencia está en los montos involucrados; mientras el millón de clientes atendidos por los bancos operan por el 80% del volumen, el millón de clientes que operan con las entidades financieras no bancarias representan el 20%. Eso implica que obviamente las transacciones promedios en cada uno de eso mercados son distintas. Una transacción promedia bancaria está en el orden los US$ 4.000. Y si excluimos los préstamos hipotecarios y los vehículos, que son los préstamos de mayor importe, nos da que el préstamo al consumo de los bancos es de US$ 2.000. En las entidades financieras no bancarias estimamos que es de US$ 500. Creo que ese es otro dato también a tener en cuenta para entender cómo funciona este mercado. Vayamos rápidamente al tema de preocupación, que es la tasa de interés. Como ustedes saben, la ley de 2007 establece que el Banco Central debe calcular las tasas media de interés; y lo hace, pero no es una tasa media, sino cuarenta y tres tasas las que calcula el Banco Central, de las cuales dieciocho son en moneda nacional, doce en moneda nacional reajustable y trece en dólares. Pare referirme al tema me voy a concentrar fundamentalmente en la tasa en moneda nacional, que creo que es donde está la mayor preocupación. Por un lado, tenemos las tasas que los bancos les cobran a las empresas. Ahí nos encontramos con que las grandes empresas tienen una tasa media del orden del 7%, que las empresas medianas tienen una tasa del orden del 13%, y que las empresas pequeñas y microempresas una tasa que va entre el 20% y el 27%. ¿De qué depende esto? Naturalmente que depende del volumen de cada crédito, porque conceder un crédito tiene todo un costo operativo, que cuando uno lo compara tiene un peso mucho más fuerte en un préstamo chico que en un préstamo grande. Naturalmente también juegan los riesgos asociados, las garantías y la calidad del deudor. Si vamos a lo que nos preocupa, que son las personas, el Banco Central establece que la tasa media para operaciones menores a un año que tienen descuento en nómina -y este es un tema central porque el descuento en nómina permite reducir sustancialmente los costos operativos y improbabilidad- es del 30%. Cuando no hay descuento en nómina la tasa media está entre el 48% y el 73%. ¿Por qué esa diferencia entre el 48% y el 73%? Nuevamente, esto está asociado al volumen del préstamo: préstamos de importes mayores -mayores de 10.000 UI como calcula el Banco Central del Uruguay- tienen una tasa del 48%, pero en el caso de los préstamos menores, como los costos operativos pesan mucho más, tienen una tasa del 73%. Digo esto para que podamos cuantificar los impactos que están relacionados. Una situación similar se da con préstamos mayores a un año. Entonces, un punto que me gustaría destacar es por qué estas tasas. Como toda empresa, tiene ingresos, un precio de venta y costos; el precio de venta es la tasa de interés. Entonces ¿cuáles son los principales costos? Voy a tomar mis conclusiones de los balances que publica el Banco Central del Uruguay de los primeros diez meses del 2021 -si tomáramos en cuenta otros períodos, las conclusiones serían más o menos similares; por suerte, la información de la banca es pública, está auditada, controlada y eso nos da cierta tranquilidad-: si tomamos los intereses cobrados -y a eso le llamamos el 100%-, los tres principales costos son: tasa de interés pagado a los depositantes, incobrabilidad y costo operativo. ¿Pero saben en qué porcentaje? La incobrabilidad representa un 11% de los intereses ganados, las tasas pagadas a los depositantes un 23%, pero el costo operativo el 62%. Entonces, la tasa de interés que están pagando los clientes tiene un gran componente de costo operativo, y eso pesa mucho más cuanto más chico sea el crédito. Este es un primer punto a plantear. Me interesa reflexionar sobre algunos aspectos que inciden en estos costos, y no voy a hablar de los costos que tienen todas las empresas, porque eso es natural. Quiero hacer hincapié en algunos costos especiales que tiene la banca, que han surgido de legislaciones aprobadas en distintas fechas. Por un lado, Impuesto al Patrimonio: todas las empresas en Uruguay pagan Impuesto al Patrimonio; en la mayoría de los países no existe, pero los uruguayos decidimos tener impuesto al patrimonio. Las empresas pagan una tasa del 1,5%; la banca es el único sector que tiene una tasa extraordinaria del 2,8%. El Banco Central del Uruguay le pide a los bancos que traigan un patrimonio y después se lo gravamos al 2,8%. Esa sobretasa del 1,3% sobre un patrimonio de US$ 1.600.000.000 -como tiene la banca privada-, obviamente, tiene un impacto fuerte en los costos y en las tasas de interés. Otro capítulo: aportes patronales. Todas las empresas en Uruguay pagan aportes patronales a una tasa del 7,5% sobre hasta determinados salarios; de ahí en adelante, no se paga. La banca paga aportes patronales por el 25,5%, sin ningún tope, sobre el total de los salarios. O sea que hay una sobretasa del 18%, por lo menos, tres veces más de los aportes patronales que paga cualquier empresa. También tenemos otros costos como la prestación complementaria patronal -que es el dos por mil de los activos-, los aportes a los fondos de garantías -que son dos por mil de los depósitos en moneda extranjera y uno por mil de los depósitos en moneda nacional-, todo lo cual va sumando costos que, en definitiva, impactan en las tasas. Tampoco quiero dejar de mencionar que la ley ha establecido que un montón de servicios que dan los bancos tienen que ser gratuitos: las cuentas sueldos -no tienen costo, no se les cobra ningún tipo de comisiones- y otra cantidad de movimientos. Todo esto representa un costo operativo que también incide sobre las tasas de interés. Por otra parte, tenemos la realidad del mercado de pesos en Uruguay. Los uruguayos deciden libremente en qué moneda quieren hacer los depósitos, y eso está muy bien. El 80% de los depósitos en el sistema financiero uruguayo es en dólares. Eso implica que la cantidad de depósitos en pesos sea menor y que el mercado de pesos esté más exigido, lo que naturalmente incide en las tasas. En algún momento nosotros habíamos planteado que sería bueno que la banca privada también pudiera recibir depósitos del sector público, porque generaría más fondos en pesos, incidiendo sobre las tasas. En otro orden -también con respecto a la incobrabilidad-, nosotros pensamos que debería fomentarse más la posibilidad de descuento en nómina, y pensamos que es de justicia que la banca privada tenga la misma prioridad en el descuento en nómina que tiene el Banco de la República; el Banco de la República está en el cuarto lugar y la banca privada en el nivel ocho. Si eso mejorara, también impactaría en las tasas, porque reduciría los costos y la incobrabilidad. Otro tema que nos parece que debería trabajarse en el futuro es el acceso a las bases de datos públicos -por supuesto, con autorización del ciudadano-, porque permitiría mejorar todos los costos de captación de cliente, de evaluación del riesgo, lo que también tendría impacto sobre la tasa de interés. No quiero dejar de mencionar que el Banco Central del Uruguay está desarrollando una iniciativa de «desdolarización», que vemos muy positiva y pensamos que en el futuro también va a tener impacto en la tasa de interés. Y, obviamente, como ustedes saben -porque lo ven todos los días-, la banca está trabajando -tanto la pública como la privada- en la transformación digital para disminuir este costo operativo que tanto pesa en las operaciones. Esto como marco general del sistema y de sus características. Ahora quisiera comentar lo que vemos como impactos en este proyecto de ley. Por un lado, el proyecto limita el cálculo de tasa media a que solo participen las instituciones financieras; establece que no debieran incorporarse en el cálculo de la tasa media otras instituciones. Recuerden lo dije anteriormente: un millón de clientes se atienden con la banca; un millón de clientes se atienden con entidades no financieras. No podemos dejar afuera a esa cantidad de clientes, a esa cantidad de operaciones. Entendemos que en cualquier formato que se haga, la tasa media tiene que reflejar la realidad, y la realidad es considerar todas esas operaciones que hay en el mercado; si no, estaremos tomando decisiones sobre elementos que no están completos. La otra preocupación que tenemos es que la determinación de tasas máximas más bajas podría tener un impacto en el relacionamiento del crédito. La decisión que podría tomar la mayoría de las empresas es: «A aquellos clientes cuyos costos son mayores que los que yo cobro por los intereses, no puedo atenderlos». Esto implica que un segmento importante de la población quedaría fuera del mercado formal. ¿Esto significa que no necesitan dinero? Obviamente que sí necesitan, y por eso ese segmento irá al mercado informal, a los prestamistas, y no vamos a tener información sobre las de interés que se paguen. Es decir, nos puede pasar que implementemos una tasa media con estas características y veamos que cae, pero la tasa media solo va a estar midiendo lo que estén pagando los sectores que van al mercado formal. Va a haber un porcentaje importante de uruguayos -en general, personas jóvenes, personas que no tienen trabajos fijos, que no tienen historial crediticio- que van a pagar unas tasas mucho mayores y no vamos a tener información al respecto. Tenemos la ventaja de contar con un mercado bastante regulado -en un porcentaje muy alto-; corremos el riesgo de volver muchas décadas para atrás y tener un mercado informal mucho mayor. Ahí, por ejemplo, quería comentarles que hay un informe de un economista del banco de Chile que analiza la situación de control de tasas que hicieron en ese país en 2013, y llega a la conclusión de que los sectores más desprotegidos fueron excluidos del sistema. El número al que llega es que el 9,7 % de los consumidores del mercado de crédito fueron excluidos del sistema formal, focalizado en clientes jóvenes con menor nivel educativo y menores ingresos. Creo que ese es un tema que deberíamos intentar evitar. Esto también tiene otros impactos, porque si el mercado formal se empieza a achicar, probablemente, haya empresas del mercado actual que dejen de operar o que disminuyan su actividad. Hay dos impactos que no quiero dejar de mencionar: menor competencia -ya tenemos el problema de que históricamente se han reducido las instituciones. Si hay un incentivo a menos instituciones, la competencia va a ser menor, y ese es un factor negativo para las tasas de interés- y, naturalmente, la pérdida de puestos de trabajo asociados a este punto.