Después de la epifanía….
los patriarcas cruzan la línea roja
Lorenzo Aguirre
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, entablaron diálogo a través de una videoconferencia, debido a la tensión entre Rusia y Ucrania, teniendo presente el aumento exponencial militar – 180.000 soldados rusos en la frontera -, y el “estímulo” por parte del Klemlin hacia una invasión a un país con el cual mantiene una confrontación bélica desde 2014, cuando el asalto a Crimea. Biden, amenazó diciendo que, Estados Unidos, como la alianza europea, pondrían sanciones económicas si continuara la situación con Ucrania, y, además, en el reciente acuerdo con Alemania, estaría encima del escritorio la intención de cerrar el programa “Nord Stream 2”, gasoducto entre el Báltico y la frontera checa, para el traslado de gas proveniente de Rusia. Por su lado, Putin, exigió garantías jurídicas sobre la no expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), quien aprovechara la tirantez, en dichos límites.
Vladimir Putin, cuestionó el incumplimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte respecto a la promesa de no extender tampoco el antiguo bloque comunista – Polonia, Hungría, y República Checa) -, en 1999, y a Bulgaria, Rumanía, Eslovenia, Letonia, Estonia, y Lituania, en 2004.
El Ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, complementó diciendo que, Moscú, tiene derecho a elegir la manera de defender su seguridad, pero, al parecer, el diplomático se olvidó que, Rusia, no puede controlar a sus vecinos, marcar un área de influencia, y que, Ucrania, es independiente, soberana, con fronteras reconocidas.
Por su parte, Joe Biden, entre las medidas a adoptar, estaría desconectar a Rusia del “Sistema de Pago Internacional” que utilizan los bancos en todo el mundo, como también aplicar medidas al “Fondo de Inversión Directa de Rusia”, institución establecida por Rusia, en el año 2011, y que aportara para el desarrollo de la vacuna “Sputnik V”, contra el Covid – 19.
“El incidente”
Se desató el pasado 25 de noviembre cuando las fuerzas armadas de Rusia, y Ucrania, se enfrentaron en el mar, debido a la captura – por parte de Rusia – de dos barcos ucranianos en la costa de la Península de Crimea.
Ucrania, señaló que, lanchas del servicio de guardacostas de Rusia, abrieron fuego contra una flota ucraniana que se dirigía desde el puerto de Odessa, hasta Mariúpul, en el Mar de Azov, mientras Rusia, acusó a Ucrania porque los barcos ingresaron ilegalmente a sus aguas, y más tarde también tuvieron que movilizar dos cazas, y dos helicópteros, pues, por razones de seguridad, el Klemlin había suspendido el tráfico en la zona.
Ucrania, obtuvo su independencia en 1991 luego del colapso de la Unión Soviética, pero siempre fue considerada una amenaza para los intereses rusos, y ha sido clara su inclinación hacia Occidente, especialmente desde 2014 buscando una asociación con la Unión Europea, aunque es oportuno decir que, ese mismo año, cuando Putin invadía Ucrania, y anexionó Crimea – lugar donde Stalin llevó a cabo “el ayuno” para cerca de ocho millones y hacer una “limpieza” étnica -, Estados Unidos – presidente, Barack Obama, vice, Joe Biden -, y los aliados, no lo impidieron.
¿Hablamos sobre intereses religiosos?
En los últimos años el conflicto entre Rusia y Ucrania no solo pasó por intereses económicos, diplomáticos, y militares, sino también tomó gran potencial el aspecto religioso – tema capital, jamás comentado, y que, en buena medida, la mayoría de medios de comunicación, demostraran oídos sordos -, pues, el sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, abandonaría los vínculos con el Patriarcado de Constantinopla, y la “motivación” llegaría luego que Vladimir Putin se diera cuenta que, perder Ucrania, es perjudicar la principal influencia de la Iglesia Ortodoxa, y la particular posición geoestratégica.
Los creyentes ortodoxos ucranianos siempre estuvieron bajo el patriarcado de Moscú, pero, con el colapso de Rusia en los años noventa, dicha corriente religiosa buscó la forma de separarse, haciéndolo a través de su líder, el Patriarca Filaret, “evangelización” que le costara la excomunión, como asimismo ser acusado de “estimular una explosión” dentro de la segunda religión cristiana.
Ahora, el sínodo de Constantinopla manifiesta revocar la excomunión de Filaret, y concedería la independencia a la Iglesia de Ucrania, de acuerdo al proceso iniciado hace nueve años en el cual la familia ortodoxa ucraniana, apoyada por el presidente Petrós Poroshenko, pidiera la autocefalía a la Iglesia Ecuménica de Constantinopla.
El Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa expresó que, las relaciones clericales con Constantinopla, son imposible, mientras el Klemlin señalara su oposición a cualquier desestabilización y movimiento que lleve a quebrar el centro de la fe ortodoxa.
Si la Iglesia Ucraniana obtiene su autocefalía, Rusia no tendrá el control, y perderá esa historia, la cual reclama como su origen, además de quedar en el olvido parte del nacionalismo, y en consecuencia el “mundo ruso” irá a la deriva marcando en particular que, el agente “James Bond” de la KGB, no gozará de su demoníaca estrategia de unificar a la antigua república soviética y resucitar el espíritu imperial, quedando en el camino la propaganda moscovita respecto a que, Rusia, es la “Tercera Roma”.
¡Regresemos a la guerra!
Después que, el viejo Melchor, acompañado del guapo Gaspar, y el negro Baltasar – provenientes de “Tartessos”, zona de Andalucía entre Huelva, Cádiz, y Sevilla – se conviertan en “Magos” químicos, trasmutando esencias para el simbolismo cósmico, honrando al avatar que una vez más llegara para redimir los pecados del mundo, soportando los acompasados y cargosos “Padrenuestro” de cristianismo neotestamentario perdidos en el olvido, será tiempo de volver a la guerra.
Vladimir Putin, cuenta con veinte años en el poder, y estructuró un nacionalismo populista de corte conservador, más allá que, de todas maneras, se observan posturas algo dispares porque la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de nacionalista tenía muy poco, y fue Lenin quien mandó al proletariado a luchar contra el nacionalismo ruso, más allá de llevar adelante la lucha de clases, de Marx.
Ahora, parece tiempo de reverenciar a Lenin, ideólogo ejecutor del genocidio de Ucrania, y creador en primera instancia del “modelito” campo de concentración – luego perfeccionado por el nazismo -, y Putin quiere poderío económico, desestabilizar la Unión Europea, repensar la relación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, por supuesto ignorar los acuerdos con Ginebra, y no molestar a los burócratas de Bruselas, que hacen la vista gorda.
Vladimir Putin, y Joe Biden, se habían reunido en Ginebra el pasado mes de junio, pero no incorporaron grandes acuerdos, y si bien es cierto que, ahora, a través de una videollamada establecieron un diálogo, no seamos tan ingenuos y miremos la realidad, porque respecto al conflicto que hoy nos ocupa, por el momento no esperemos muchos resultados positivos.
El camarada presidente, es un “artista”, amalgamando a Nicolás II – ejecutado por orden de Lenin -, y comunistas, e incluyendo también más allá de Lenin, a Stalin.
Vladimir Putin, sabe que, Europa del Este ya no existe, los tiempos del ayer se marcharon, las reglas cambiaron, y los abordajes son a través de “aborrecibles” corporaciones internacionales….
La “Alta Política”… ¡es otra cosa!