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Divos de la opinión: Los Opinólogos

Ricardo Acosta

Las redes sociales se han transformado en un gran caldo de Opinólogos.

Seres maravillosos, que saben y que tienen una respuesta para todo.

Y cada vez son más.

Son casi 3 millones que saben de fútbol, de política, meteorología, de economía y de todo lo que se mueva por ahí.

Leen poco, pero hablan y escriben mucho más.

Quieren (o tratan) convencer siempre que lo que ellos dicen es la posta.

Dicen que tienen la información correcta, pero se rigen por la de otros.

Porque lo que no se sabe, se inventa.

Buscan atención mediática, tanto sea entre sus pares, como con personas que no los conocen.

Desesperados por atención y con criterios que son siempre incuestionables.

No dialogan, discuten.

Mas allá de que se le den argumentos, válidos o no según el tema por cual se esté opinando, ellos siempre le dirán que usted es el equivocado.

Es patológico.

Lo dicho, su lugar preferido son las redes sociales, pero están en la cola del supermercado, en su trabajo, o incluso, pueden ser pseudos comunicadores, abogados mediáticos con megáfonos en las plazas o panelistas en programas de TV.

No importa si son amateurs o profesionales. Los une la misma pasión.

La argumentación es la gran diferencia entre el que solo opina, repitiendo lo que los demás dicen, con el que analiza y escribe con argumentos.

Está claro que la idea es hacerse notar, sin importar los argumentos o pruebas.

Y ahí, el relato pierde objetividad.

Opinar está bien. Y es lo que hacemos todos acá, cada semana. Es parte de la libertad que tenemos, el derecho a la libertad de expresión consagrado en nuestra constitución, pero como mínimo, lo lógico sería hacerlo con una base o concepto claro sobre lo que estamos hablando.

Lo ideal sería la crítica constructiva, no imponer, no ofender, aportar argumentos e inclusive callarse si es necesario, si no se puede aportar nada.

El opinólogo nunca da un marco sano intercambio de ideas u opiniones.

Nunca entienden, solo justifican.

Desde el año pasado con el tema de la pandemia, ahora con las vacunas e incluso aparecieron hace unos días expertos en datos y accesibilidad a redes, muestran a la clara como el uruguayo le gusta opinar muchas veces sin saber.

Poco les importa, porque muchos de ellos se dejan llevar por la pasión tribunera.

Hay que generar la sana necesidad de construir espacios de diálogo y asi poder informarnos debidamente.

Para finalizar le dejó un consejo que lei en las redes sociales sobre los opinólogos.

Dice asi: » si se cruza con alguno simplemente déjelo pasar, déjelo ser feliz y ya de paso séalo usted también.»

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