El Ave Fénix
Ronald Pais
En un largo proceso de achicamiento electoral, el Partido Colorado no ha podido retomar una senda de crecimiento sostenido que lo vuelva a colocar como protagonista principal en la vanguardia de ideas que el país necesita.
La implacable marcha del reloj biológico de sus principales dirigentes no ha podido ser continuada con la misma energía y enjundia por otras figuras que alentaron la esperanza de una renovación pero que se frustró cuando ellos mismos dejaron apagar la antorcha que habían encendido.
En un prolongado proceso, la vocación casi obsesiva por gobernar esperando el reconocimiento y apoyo ciudadano dejó de lado el cuidado de las bases en las que un partido político debe afirmar su acción y su propia existencia.
Un partido en el que sus protagonistas creían suficiente acercarse a los dirigentes de a pie solamente en épocas electorales, pero poco se preocupaban el resto del tiempo en averiguar cuáles eran sus anhelos, sus necesidades, sus expectativas y sus sueños. Un partido sin “affectio societatis” en el que aquel que se había jugado ante su familia, sus amigos, sus vecinos y sus compañeros de trabajo no sentía que -apagada la fanfarria electoral- permanecía el interés de escucharlo, apoyarlo y ayudarlo.
Se fue extinguiendo, poco a poco pero sin pausa el sentido de pertenecer a una organización capaz de dar amparo, defensa y cobijo a quienes la integran.
Y no sólo ocurrió esto con los dirigentes de base. Muchos colorados que ocuparon cargos de jerarquía en distintos gobiernos y que cumplieron su deber con honor fueron olvidados, ninguneados y jamás convocados a brindar sus servicios, conocimientos y experiencia a la causa partidaria.
Un Partido que antes de perder el Gobierno perdió el teatro, el carnaval, la música popular, los sindicatos, la Educación, los medios de comunicación, las organizaciones no gubernamentales y tantos otros ámbitos donde Gramsci ganó por goleada.
Cuando me refiero estos ámbitos no estoy hablando de cooptación sino de impedir que todas estas actividades e instituciones se desnaturalicen en su esencia y se conviertan en meros instrumentos para fines políticos e ideológicos.
Sindicatos dominados por comunistas y socialistas que no actúan en defensa de los intereses de los trabajadores sino en función de acrecentar su poder y presión sobre los órganos del Estado. Educadores que no enseñan sino que adoctrinan, sin hesitar en falsear la Historia y contaminar la laicidad.
Universidad que posterga y discrimina a todo aquel que no acompaña la postura “oficial” de una izquierda sesentista.
Todo esto ante una pasmosa pasividad de un Partido que originalmente se forjó en la lucha y en la entrega incondicional de sus valientes.
Un Partido que no respaldó los esfuerzos que abnegados colorados hicieron en elecciones como las universitarias, o de autoridades del BPS, o de otras organizaciones gremiales de importancia.
En suma, un partido político lejano, insensible, prescindente y abúlico.
Como si fuera poco, mientras en otros ámbitos se defendía lo indefendible cuando un colorado era cuestionado por algo, en lugar de verse rodeado y acompañado por sus compañeros veía, azorado, como antes de poder siquiera defenderse, algunos en sus propias filas corrían a buscar la soga para lincharlo.
¿Puede extrañar la decadencia de un partido político así?
Claro que no. Tal como el Ave Fénix se fue consumiendo en el fuego de su propia inoperancia.
La cuestión ahora es: ¿podrá elevarse majestuosa desde sus propias cenizas?
¿Podrá surgir nuevamente un ave de plumaje inigualable, alas escarlatas y cuerpo dorado ante la cual el Dios Sol detenga su carruaje para escuchar su canto?
Yo sé que sí.
Pero para ello muchas cosas deben cambiar.
En el renacimiento, los jóvenes, las nuevas generaciones deben cumplir un rol fundamental.
En primer lugar construyendo lazos de afecto, solidaridad y unión. Sabiendo que los vuelos más osados y espectaculares comienzan con unos pequeños y tímidos intentos. Una y otra vez.
Con coraje y Fé.
Con Confianza en nuestra propia capacidad.
Con humildad y decisión para encarar una misión que un pasado glorioso está reclamando hace tiempo
Con Coraje y Fé.
Con convicción sin fisuras para poder ver, al Ave Fénix renaciendo y elevándose otra vez en su glorioso vuelo hacia un nuevo amanecer.