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La videncia del pensamiento educativo de Grompone

Claudio Rama

Hijo de inmigrantes italianos instalados en Salto y de muy escasos recursos, Antonio Miguel Grompone Passaro, nació en 1893. Allí realizó sus primeros estudios en el Instituto Politécnico de Salto, internado de orientación católica fundado en 1874 por el presbítero español Emilio Pérez, y que desde 1874 pasó a manos laicas de ciudadanos provenientes de Italia y España que se hicieron cargo de las deudas y de la administración del instituto. Posteriormente construyeron un nuevo y amplio edificio que es hoy Patrimonio Historio Nacional. En 1908, los propietarios Gervasio Osimano y Miguel Llerena cedieron su propiedad al Estado, que lo adquirió mediante una pensión vitalicia a sus directores propietarios y se constituyó en el primer instituto de enseñanza secundaria del interior del país, y antecedió la creación de los Liceos Departamentales de Batlle y Ordonez. En ese liceo, vinculado a la masonería, Grompone inició su larga e ininterrumpida actuación docente. La Institución lo beco para viajar a Montevideo y comenzó sus estudios universitarios de Derecho en la Universidad de la República que concluyó en 1918 a la edad de 25 años. Siendo estudiante comenzó a militar en el ámbito estudiantil del Partido Colorado donde fue dirigente estudiantil. En  la Universidad a la par de la actividad docente que llevo adelante participó en múltiples ámbitos de representación y del co-gobierno universitario. Igualmente luego de egresado comenzó a trabajar como funcionario público del Estado.

Este conjunto de influencias e inserciones sociales, la docencia, la masonería, el origen social de su familia inmigrante, la temprana función pública y la formación profesional en el campo del derecho, se constituyeron en las bases de un interés y una actividad social que se orientó hacia el análisis de los problemas educativos del país, y especialmente de aquellos referidos a la educación media y de sus derivaciones en la educación superior. Fue una personalidad muy versátil y diversa: un intelectual, un profesional, un político y un administrador, pero dentro de ese marco de enfoques y acciones, destaca su rol como teórico de la pedagogía y su vida fue una articulación entre la actividad de gestión y la  reflexión y el análisis intelectual. Más allá de algunas obras de carácter filosóficas y políticas, como  “Filosofía de las revoluciones sociales” (1932), “Fuerza y Derecho “(1934) y “La Ideología de Batlle” (1938), es en la pedagogía donde se focaliza su mayor producción intelectual, que se inició con la publicación de  “Conferencias pedagógicas” (1927), que fue seguida posteriormente de “Problemas sociales de la Enseñanza Secundaria” (1947), “Formación de Profesores de Enseñanza Secundaria”(1952), “Universidad oficial y Universidad viva” (1953) y  “Pedagogía universitaria” (1963). En el campo educativo, su mayor atención fue a los problemas de organización, gestión y pedagogía de la educación media y tuvo con un papel protagónico en las transformaciones educativas en el sector de educación media en la que fue la segunda reforma de la formación docente en el país. Especialmente en la identificación de las carencias de la educación media, en la necesidad de un ámbito específico de formación de los docentes, en la formulación legal de la propuesta de creación de Instituto de Profesores Artigas y finalmente como su director hasta 1965, cuando fallece a los 72 años.

La dinámica educativa del siglo XX, es una continuación del impulso promovido desde Varela a la educación primaria que con el correr de los años derivó en nuevas demandas de ingreso a la educación media y la necesidad de conformar esa plataforma institucional, física, legal y educativa a escala nacional. Ello se expresó en el impulso a la creación de los Liceos Departamentales en cada uno de los departamentos del interior del país.. En 1906 se había autorizado por ley la creación de liceos departamentales en el interior de la República, pero la falta de recursos necesarios paralizó la iniciativa. Donde Grompone estudió en Salto, fue el primeros de esos liceos departamentales, en este caso estatizado. La expansión fue retomada en los primeros meses de la segunda Presidencia de Batlle y Ordoñez y aprobado por la Asamblea a fines de 1911.

El segundo eje de las transformaciones, fue la autonomización del Consejo de Educación Media que hasta 1935 estaba inserto en la UDELAR y que en el Gobierno de Terra aprobó. A pesar de que el Batllismo se opuso a la dictadura de Terra y que la propia UDELAR también rechazó disgregar la educación media, Grompone, a pesar de ser docente activo de la UDELAR, apoyó esa separación de secundaria y se enfrentó a Rector Vaz Ferreira. Este diferente enfoque en relación a la necesidad de la diferenciación y la inconveniencia del monopolio, se apoyó tanto en aspectos de filosofía sobre la libertad como de componentes educativos y de gestión, y fue uno de los centros del largo conflicto entre Antonio Grompone y Vaz Ferreira que atravesó los debates educativos, a pesar de que ellos siempre mantuvieron un enfoque intelectual y una mirada de altura a sus diferencias. Grompone fue un innovador, y concebía que la enseñanza media tenía debía tener un currículo ajustado a su nivel educativo, que la situación social y problemática de los adolescentes medios era diferenciada y propia, que la gestión debía ser especializada y que también el docente tenía tener una formación diferenciada con mayor atención a los aspectos propiamente pedagógicos. Ello en función de su perfil etario, de la diversidad de recorridos de los bachilleres ya que no todos iban a continuar en la universidad y a la complejidad pedagógica asociada. La misión de la educación media con diversidad de posibles recorridos se conformó en uno de los núcleos problemáticos más complejos a la hora de conformar el currículo y el perfil de egreso. Bajo este enfoque, también concibió la necesidad de un ámbito exclusivo de formación docente de secundaria, y más articulado a la práctica y a las instituciones de enseñanza. Este escenario de la diferenciación institucional, se asocia a otro eje del pensamiento de Grompone que refiere a la autonomía de las instituciones, y que constituyó en un debate fundamental en los años 50 previo a la Ley de la Universidad. Grompone sostuvo que la idea de la autonomía en el concepto más simple es un límite a la acción del poder central, pero al tiempo que ello se vinculado a la idea unitaria del Estado. Ello colocaba el tema en los límites entre la acción administrativa central y la que corresponde a la específica universitaria. Sostenía que la idea de la autonomía debía comprender la necesidad de respetar la actividad propia del organismo. En tal sentido sostenía que la reclamación de la autonomía se debía vincular a la libre investigación como reafirmación de la libre expresión, y que ella no es nunca derecho ilimitado, sino para el cumplimiento del cometido designado. Grompone planteaba incluso la existencia de riesgos, asociados a que la autonomía “sea vehículo de la propagación de determinados ideales políticos, religiosos o sociales… que aspiran a hacer del organismo un instrumento de propaganda o un factor de actividad que, con el nombre de enseñanza, se ponga al servicio de partidos políticos o que penetre en la lucha política”. En tal sentido planteaba la necesidad de resguardar “el justo equilibrio de los intereses, de tal forma que lo técnico no sea deformado por las necesidades sociales y éstas no se vean invalidadas por intereses, que con la apariencia de técnicos, se desvían de la finalidad justa”. Sin duda, la vigencia es más que clara.

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