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Ley de paridad

Daniel Manduré

Se viene discutiendo en el parlamento una ley de paridad, que apunta a regular por ley la participación paritaria de la mujer. Una comisión del senado aprobó dicho proyecto de ley. A lo largo de la historia es extensa la lista de avances en nuestro país en cuanto a los derechos de la mujer, en esa lucha legítima por la igualdad de oportunidades. Creo y quiero esa igualdad en todas aquellas áreas donde aún no se han podido lograr o consolidar.

La ley de 1946 sobre los derechos civiles de la mujer, el sufragio, la ley de divorcio por su propia voluntad, entre otras y en donde el Partido Colorado y el batllismo tanto tuvieron que ver.

El mundo muestra una situación muy dispar en ese sentido, lugares donde persiste una fuerte discriminación, desigualdad y hasta represión y otros donde esos avances han sido importantes.

Aquí, en nuestro país, mucho se ha hecho y otro tanto queda por hacer.

Aún persiste esa desigualdad y en algunas áreas son notorias. Sería necesario implementar medidas que transformen esa realidad, combatiendo todo indicio de discriminación, también en el ámbito político.

Es importante estimular el involucramiento de la mujer en política, como todos aquellos mecanismos  que faciliten y motiven su participación.

La ley de cuotas iba a ser la solución, pero no dio el resultado buscado, donde después de su aplicación la representación en el parlamento supera apenas el 20%. Donde incluso muchos de los que la votaron terminaron haciendo zancadillas a la ley que acababan de votar.

Soy partidario de la más amplia participación de la mujer. Si las condiciones se dan para que sea paritaria mejor, pero de una participación paritaria voluntaria, no obligatoria ni creada por ley. Una participación paritaria natural y no nacida por fórceps. Las imposiciones, no son buena cosa.

Estoy convencido que no hay igualdad posible nacida de la obligatoriedad. No es buena cosa reglamentar la voluntad ciudadana.

Si un dirigente político hombre va a la corte electoral, registra una lista, reúne todos los requisitos necesarios, pone de su bolsillo dinero para una campaña, porque la ley le va a imponer como conformar esa lista.

Que impedimento jurídico o político le impide a una dirigente política mujer, juntarse con otras mujeres y hombres y hacer lo mismo, ir a la corte registrar una lista y que la ciudadanía decida

Nada lo impide. Siempre va a ser la voluntad ciudadana quien va a tener la ultima palabra. El talento y la virtud marca el camino, pero también el apoyo ciudadano. Que candidato hombre se puede dar el lujo de excluir a una mujer donde además de sus atributos personales, capacidad, inteligencia, tiene el apoyo ciudadano. Solo un tonto lo haría.

No estuve de acuerdo con la cuota política, menos lo estoy con una ley de paridad.

La discriminación positiva en la que se basa no es de aplicación en este caso y para aquellos que se basan en esta definición como argumento, deberían entonces extenderla a todos aquellos casos que expresa esa definición.

Debería entonces haber una cuota para jóvenes, otra por razones étnicas, religiosas o incluso hasta por nacionalidad. ¿hay cuota para personas afrodescendientes, para judíos o personas trans? ¿Acaso ellos nos son discriminados?

No hay que dejarse llevar por esa correntada de lo políticamente correcto, tampoco hacernos trampas al solitario. Hay un informe de la Udelar que menciona que de aprobarse esta ley de paridad tampoco se llega a asegurar que el grado de participación supere el 30%, estando lejos del propósito que se busca. Porque de acuerdo con nuestro sistema electoral, salvo Montevideo y Canelones donde la cantidad de votantes es mayor, por lo tanto, le corresponden más bancas, en el resto con 2 o 3 bancas divididas entre varios lemas. La paridad casi no existiría.

Salvo que la próxima vez soliciten encabezar todas las listas.

Creo que no hay nada más discriminatorio que una ley con estas características. Termina obteniendo lo contrario por lo que se lucha. Se menosprecia las capacidades e inteligencia indudable de la mujer más que contribuir en la legítima lucha por la igualdad.

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