Política Internacional

El caso Bachelet

Lorenzo Aguirre

La visita a China por parte de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha traído más de un encontronazo, especialmente en el tema respecto al tratamiento de los grupos minoritarios en Xinjiang. En efecto, el hecho, provocó incluso exigir a la representante del mencionado organismo internacional, su dimisión, pues utilizó términos demasiados templados, llegando a expresiones condescendientes en relación al totalitario gobierno de China. En rueda de prensa, Michelle Bachelet había señalado que, su llegada a ese país no fue de investigación, sino una ocasión para hablar sobre derechos humanos, y más tarde, muy almibarada, elogió el trabajo del gobierno chino sobre las acciones contra la pobreza, y en particular la igualdad de género.

En la región autónoma Uigur, de Xinjiang, la Alta Comisionada de Naciones Unidas expresó preocupación sobre la aplicación de medidas antiterroristas y de desradicalización, en especial el impacto en los derechos de minorías predominantemente musulmanas.

Rushan Abbas, fundador y Director Ejecutivo de la organización “Campaign For Uyghurs”, con sede en Washington, manifestó extremadamente molesto que, “Bachelet, se burló de la Oficina de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, al adoptar la narrativa de Beijing”.

En realidad, Bachelet, ha mantenido y repetido el mismo speech que lanza el Partido Comunista Chino, e indudablemente, en cierta forma, promover el ya dinosaurio discurso de neblina mental antiterrorista de Beijing, y en consecuencia – aunque sea de manera indirecta -, avalar el genocidio en China, porque, Bachelet, mira hacia otro lado debido a la ocasional tortícolis izquierdista, al mismo tiempo que sostiene, además, una gira de propaganda china.

La Comisión Ejecutiva del Congreso de los Estados Unidos, expresó que, si bien Bachelet no habló en nombre de los “uigures reprimidos”, debe dar un informe respecto a Xinjiang, y de una vez por todas ser honesta en sus declaraciones, más allá de la necesidad de reemplazarla cuando finalice su mandato el próximo 31 de agosto.

Por su parte, Bachelet, luego de culminar su viaje por China – cuyo régimen oprime y discrimina a minorías musulmanas en Xinjiang – volvió a abrazarse a la majadera frase, “mi estadía no fue para investigar, sino para escucharnos, plantear preocupaciones, y señalar que, una visita de nivel, no permite un trabajo detallado para la investigación”.

Si bien es la primera vez en 17 años que Beijing recibe a un alto jerarca de Naciones Unidas – en particular sobre Derechos Humanos -, la organización de referencia no cree en la libertad de acceso que, el gobierno chino, brindó a Bachelet, y que, la Alta Comisionada, no evaluó de manera profunda, su estancia.

La dos veces presidente de Chile se molestó al respecto, pero especialmente quedó descolocada cuando la prensa china difundiera: “la funcionaria de la Organización de Naciones Unidas expresó al presidente Xi Jingping, su admiración a los logros de China a la hora de proteger los derechos humanos”.

De todas formas, Bachelet, sostiene que, respecto a las represalias contra minorías musulmanas, se deben cumplir totalmente los estándares internacionales de derechos humanos, y no ser aplicadas de forma arbitraria, o discriminatoria.

Para la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet tiene que renunciar por no condenar al gobierno de China, especialmente al visitar la región de Sinkiang – donde Pekín ha llevado adelante genocidio – y los campos de detención – para China, “centros de capacitación laboral” -, los cuales encierran a personas por “discriminación religiosa, y asimilación cultural”.

Según los archivos policiales de Sinkiang – fueron pirateados -, aportan pruebas sobre abusos a los uigures, y “la política de disparar a matar, a los fugitivos de los campos”.

Con lo expresado, la visita de Bachelet sirvió para lo deseado por el gobierno chino; la inexistencia historial, e informe, sobre derechos humanos, más allá que, las sugerencias dadas por la Alta Comisionada, fueron las mismas en el pasado, dejando liberada a China, pues, lo expresado por Bachelet ha sido débil, al tratarse de una situación extremadamente grave.

En consecuencia, la actitud de la representante de Naciones Unidas, es, en cierta forma una especie de encubrimiento, dando marco a una gestión frágil, llena de fluctuaciones, claroscuros, y por supuesto no desempeñando su cargo – tan trascendente para la humanidad – con la fuerza y transparencia necesaria.

Michelle Bachelet, manifestó que no continuará con el cargo en la ONU – el cual asumiera en 2018 – debido a motivos personales, y es hora de volver a Chile para estar con la familia.

El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres – fue Primer Ministro de Portugal, y presidente de la Internacional Socialista -, deberá ahora proponer una nueva figura para ocupar el sillón que dejará Bachelet, y tendrá que hacerlo con premura porque, la Alta Comisionada no estará en la próxima sesión del Consejo de Derechos Humanos, la cual se celebrará entre el 12 de setiembre, y 7 de octubre.

No está mal adelantar que, el regreso a Chile por parte de Bachelet, ocurre justamente en una etapa crucial para la secuencia constituyente, cuando la Convención entrega al presidente Gabriel Boric, el texto final de la “Nueva Constitución” – 372 artículos -, redactado de forma paritaria (77 mujeres y 77 hombres). Teniendo presente el “detalle”, sería potable también fuera igualitaria la presencia gay, y de lesbianas, más, si buscan “el fin de la cultura patriarcal y recibir una educación sexual integral que permita a las “personas, personos, y persones”, gozar de todos los conocimientos, para luego decidir”.

En realidad, importaría quienes son los más capacitados… sin consideración de sexo, color, y religión… ¿no?

Entre varios articulados, la ley regularía el ejercicio del derecho, y el Estado aseguraría las condiciones para que, una mujer, pueda voluntariamente interrumpir el embarazo, pero, los límites marcando hasta qué semana se podría abortar, lo definiría el Congreso.

Indudablemente serán tiempos parlamentarios alérgicos, porque, el tema, también es enfocado desde el aspecto religioso.

Ahora, bien, una de las cosas más escuchadas, es: “se debe definir a las cuantas semanas ingresa el “alma” en el feto”.

Traducido al español: los tontos mortales se pronuncian sobre la existencia de supuestos elementos inmateriales, más allá de conceptos personales respecto a esa “energía vital”.

Al decir de Winston Churchill: “la principal diferencia entre los humanos y los animales, es, que, los animales nunca permitirían que los lidere el más estúpido de la manada”.

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