El conocimiento como eje del freno y del impulso en el desarrollo de Uruguay
Claudio Rama
El nuevo rol del conocimiento nos plantea un nuevo enfoque de nuestra historia. En 1964, Carlos Real de Azua en su libro “El impulso y su freno. Tres décadas de batllismo”, analizó las causas de las transformaciones que llevó adelante el batllismo en el siglo XX y también el conjunto de causas que contribuyeron al “freno” de aquél impulso modernizador. La conformación del Estado moderno, la creación de políticas sociales, el impulso a las exportaciones primarias y la neo industrialización posterior, fueron la base de aquel impulso modernizador que transformó el Uruguay, pero que también se agotó en su momento, al no incorporar cambios necesarios. Ricardo Pascale en un brillante libro “Del freno al impulso, una propuesta para el Uruguay del futuro” y dialoga con el libro anterior, retoma la mirada del análisis del impulso y los frenos en el país pero en con atención al conocimiento en el actual contexto de la sociedad. Pascale, es un economista que fuera presidente del Banco Central de Uruguay durante dos períodos en los períodos de la presidencia de Sanguinetti, es un académico riguroso sobre los procesos de innovación en economía además de un exquisito escultor uruguayo. En este libro publicado por la editorial Planeta detalla como el país tuvo un gran período de impulso entre fines del siglo XIX y los años cincuenta y luego un periodo de freno desde medios de los cincuenta del siglo pasado hasta el presente. Este se mide por el hecho de que el PIB per cápita del país inició una fuerte divergencia frente al de los países más desarrollados. Ello se explica por la continuación del funcionamiento de una economía basada en exportaciones de bienes agropecuarios con bajo valor agregado, frente a un mundo que aumentó desde entonces fuertemente la incidencia de conocimientos complejos en la producción de los bienes de producción y exportación. Explica este estancamiento de largo plazo del país además en la conformación de una muy elevada aversión al riesgo y en el alejamiento del nuevo contexto donde el conocimiento se estructuró como la principal fuente de creación de valor y de crecimiento.
Un crecimiento inestable en base a los precios coyunturales y volátiles de los comodities, produjo un distanciamiento del índice de complejidad económica, que es la medida de la intensidad del conocimiento en los bienes que se exporta) condujo a la decadencia de la economía uruguaya. La caída del ingreso per cápita en términos relativos se asoció a ese distanciamiento en el uso intensivo del conocimiento. El modelo de una economía agraria con poco valor agregado de conocimientos y que limitó la capacidad de un sector industrial soportado por una protección gubernamental que se sostenía en un impuesto explícito a las exportaciones, se conformó como el eje del “freno” estructural de la sociedad uruguaya. El declive económico se explica por la incapacidad de ingresar en una economía del conocimiento, centrada en la innovación, en la producción de bienes con mayor valor agregado, en el aumento de la calidad y cantidad de recursos humanos capacitados y la incorporación de las tecnologías, todo lo cual es la bases del nuevo ciclo tecnológico centrado en la innovación y un emprendedurismo volcado a las exportaciones.
El freno fue por causa de las limitaciones de políticas para reinsertarse en un nuevo ciclo vinculado a nuevas dinámicas tecnológicas. El ingreso a una economía del conocimiento global y digital, implica una mayor aplicación económica de los nuevos saberes como base del crecimiento económico. Ello promovió a la vez un aumento de la aversión al riesgo en un contexto de incertidumbre, y de escasas retribuciones económicas de las inversiones en innovación y capital humano. El impulso hoy se basa en los incentivos y recursos humanos orientados a la incorporación de conocimientos en el mundo del trabajo y la producción, en la necesidad de pasar de una economía centrada en comodities que vive atenta a sus precios en los mercados globales, a una economía centrada en el conocimiento. A partir de estos análisis, el libro plantea una serie de políticas para impulsar una economía del conocimiento en Uruguay. El futuro es la exportación de productos de valor agregado cognitivo, la protección del derecho de propiedad intelectual y una alta formación de recursos humanos universitarios y de tecnólogos. Para ello se un aumento de la calidad y especialización de los aprendizajes, un aumento de los presupuestos destinados a la inversión en ciencia y una atención prioritaria a la innovación como base para incrementar la productividad. Siguiendo un enfoque shumpetereano, Pascale valoriza intensamente a los emprendedores como ejes de la innovación y de sus procesos internos a las estructuras productivas, en alianzas diversas con el mundo del conocimiento. La innovación se constituye en la condición básica de las organizaciones públicas y privadas para promover el “impulso” social de modernidad mediano y largo plazo.
La transformación de las instituciones educativas, se coloca como el objeto imprescindible de una política de “impulso” que debe estar centrada en el conocimiento como la palanca de largo plazo para aumentar los ingresos per cápita de las personas. Critica a las instituciones educativas al funcionar como fábricas de productos seriados, la falta de cobertura en los campos científicos y la poca atención a las lógicas digitales, y propende a educar a los jóvenes en la innovación con nuevas articulaciones en la relación entre universidad e industria. Su mayor atención se centra en la aversión al riesgo a la innovación que se ha ido conformando como base de la cultura nacional, y la necesidad de políticas públicas focalizadas en el emprendedurismo y la innovación, asumiendo que es ingenuo que el capital de riesgo se pueda comprometer en las etapas tempranas y muy arriesgadas de muchas inversiones en innovación. El país ha ido desarrollando un entramado desordenado, débil, confuso y con muchas superposiciones de tareas, con una alta complejidad al tener altamente separada la creación de ciencia de la innovación, siendo dos componentes de unidad imprescindible para alcanzar resultados eficientes y no derivar en derroches de los escasos recursos. Todo ello refuerza la enorme escasez de recursos humanos altamente especializado. Las reformas educativas en discusión en este mes son mucho más que miradas políticas de corto plazo, sino que es la palanca para salir del “freno” y volver al “impulso” en el contexto de la sociedad del conocimiento global y digital.