El dilema de la democracia representativa o la visión corporativa
Hugo Fernández Faingold
Si bien la convergencia más o menos formal y explícita del FA con el movimiento sindical era esperable, no deja de sorprender la forma en que se viene produciendo, y la falta de genuinos debates “republicanos” que deberían mecer la cuna de este bebé.
La forma en que se produjo sorprende a muchos que habrían vaticinado la toma del PIT-CNT por el FA, no el copamiento de la Coalición de Izquierdas por parte de la organización sindical, que es lo que en verdad viene sucediendo.
Pues no da para sorprenderse. Desde hace muchísimo tiempo partidos que integran el FA (en especial el Partido Comunista, el Partido Socialista y el MPP) manejan la construcción de mayorías en sindicatos específicos, en la propia Central y en sus órganos de conducción. Una de las razones (no la única), es porque pretenden luego trasladar el peso de la movilización y la militancia sindical al aumento de sus espacios de poder en el FA, en la representación de las “bases” en los órganos de conducción y en otros ámbitos de disputa genuina de poder en la Coalición.
Hace pocos días escuché a un chico joven calificar como “fascista” a un tercero que apoyaba con vehemencia la disolución del piquete en el puerto. Como se avino a charlar sobre el tema, le consulté qué significado daba al calificativo de fascista. Solo atinó a sustituirlo por otro igualmente genérico, al referirse a algunas actitudes de “la derecha”. En esa conversación surgió uno de los varios debates republicanos que deberían acompañar las nuevas relaciones carnales entre el PIT-CNT y el FA. Conversamos sobre la concepción de Mussolini: la sociedad política como un “haz” (fascio) de intereses; sobre el origen de una concepción corporativa de la sociedad y la política en la cual las corporaciones de intereses (sindicales, patronales y otros) resuelven los problemas entre sí.
La cuestión es que el Uruguay resolvió (a mi juicio acertadamente) su organización política como una democracia REPRESENTATIVA DE TODOS, y no solo de las corporaciones que defienden y representan intereses particulares. La propia OIT defiende, en el ámbito de las relaciones laborales, la negociación tripartita, en la cual los sindicatos actúan en representación de los trabajadores, las patronales, en la defensa de los intereses de los empresarios, y EL ESTADO (en este caso el MTSS) en defensa del conjunto de la sociedad. Sobran ejemplos de negociaciones paritarias (sin el Estado) que rápidamente alcanzan acuerdos con la pretensión que termine siendo la sociedad en su conjunto quien los financie (normalmente con inflación, el peor de los impuestos). Ejemplos sobran.
Pero la cuestión es a quién representan –o deberían representar—los partidos políticos. El tema de las representaciones corporativas es de los más peliagudos, porque muchas veces los intereses corporativos son contrapuestos, y no está bien que en una democracia representativa estas diferencias se diriman solo entre las partes directamente enfrentadas, sin reconocer que las más de las veces el conjunto de la sociedad –el pueblo todo–es quien termina haciéndose cargo de las consecuencias.
En la medida que el FA migre hacia un formato corporativista, hacia allí migrarán también sus opiniones y posiciones políticas frente a todos los temas, y más que una organización política se transformará en una especie de mercado en el que se canjean y transan pretensiones de corporaciones específicas, en muchas oportunidades haciendo caso omiso a los intereses del conjunto. Y no se trata únicamente de los intereses sectoriales o corporativos que se pretenda representar y defender en el FA (¿los sindicatos docentes y administrativos, o los alumnos y los padres?). (¿Las pretensiones monopólicas de los trabajadores afiliados a SUTEL o las legítimas pretensiones de libertad de elegir de los millones de uruguayos usuarios de la telefonía celular?).
Al apoyar el referéndum para recortar la libertad de elegir de los uruguayos, la organización POLÍTICA FA ya puso a los trabajadores de ANTEL afiliados a SUTEL por delante de los millones que no trabajan para ANTEL, pero que sí utilizan celular… y le dio una nueva vuelta de tuerca a su visión corporativa.
De igual manera, tal parece que saldrá siempre en defensa de intereses corporativos frente a los intereses generales de los ciudadanos. Siempre se defenderán las disparatadas ideas de FANCAP para inventar una rentabilidad de varita mágica partir de monopolios inventados. COFE siempre tendrá razón y recibirá el apoyo del FA, igual que las organizaciones de maestros y profesores de primaria, secundaria y UTU, y el personal del INAU.
Las posibilidades de éxito de una fuerza política siempre se asocian a su capacidad de articular los intereses mayoritarios del pueblo, no de pedazos de pueblo y paquetitos de intereses particulares.
Si continúa en este rumbo el FA multiplicará sus obligaciones corporativas y estará cada vez más lejos de ejercer la representación del conjunto del pueblo.