El Frente Amplio volverá a gobernar en Uruguay
Hugo Machín Fajardo
Se abre una nueva etapa en el Uruguay. Tanto Orsi como Delgado habían coincidido en que había que mejorar en seguridad; en el combate al narcotráfico; definir un ministerio de Justicia y mejorar la situación carcelaria que es apremiante. Es en el plano internacional donde las diferencias entre el presidente electo de Uruguay y la administración Lacalle Pou podrían tener notorias diferencias.
La gobernanza en Uruguay para el periodo 2025-2030 había quedado sellada en la primera vuelta electoral con la composición del parlamento electo el 27 de octubre, que resultó un equilibrio entre los dos bloques en que la ciudadanía uruguaya se expresó en las urnas. Será consensuada, o no podrá desarrollarse acorde a las necesidades del país.
El balotaje del 24 de noviembre dio la presidencia al candidato de centroizquierda Yamandú Orsi (57) con el 49,84 % —1.196.798 votos— sobre el oficialista Álvaro Delgado, de centroderecha, que alcanzó el 45,87%, que representa 1.101.296 votos. Una diferencia que se trasunta en 95.502 votos en un universo de 2.727.120 electores habilitados, con un 90% de asistencia a las urnas. De acuerdo a la Corte Electoral de Uruguay, el escrutinio primario documentó 54.500 voto anulados y 38.478 en blanco, un 4,9%.
Previo al balotaje, las encuestadoras daban una ventaja de Orsi sobre Delgado que rondaba los 3 puntos porcentuales. El resultado fue de 3.97 más de Orsi sobre quien fuera secretario de la Presidencia durante la administración del Luis Lacalle Pou.
El Frente Amplio (FA) obtuvo el triunfo en la capital, y en otros cuatro departamentos, Canelones, San José, ambos vecinos de Montevideo; Salto y Paysandú, linderos con Argentina al norte del país. Desde 2004 el FA ha gobernado en tres oportunidades: dos períodos —2005-2010 y 2015-2020— con Tabaré Vázquez (1940 – 2020); y uno con José «Pepe» Mujica (2010 – 2015).
La Coalición Republicana (CR) alcanzó supremacía en los 14 departamentos restantes. En mayo habrá elecciones regionales o departamentales, donde se eligen intendentes, deliberativos departamentales, y otras autoridades municipales.
«El gobierno necesita de la oposición» fue el mensaje del presidente electo Orsi en su discurso del triunfo.
«Más de una vez sufrimos derrotas. La que nunca podemos aceptar es la que coarta la democracia y la que pretende llevarse puestos a los partidos políticos. Larga vida a los partidos políticos del Uruguay y a nuestro sistema republicano democrático», fue también una clara expresión de como encarará su gestión, quien fuera intendente municipal de Canelones durante dos períodos consecutivos.
«Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez al dialogo nacional, con nuestros planteos, pero para escuchar», agregó Orsi, ex profesor de historia de bachillerato, en consonancia con lo expresado por su mentor el ex presidente Mujica (89), quien antes de votar dijo que el que ganara la elección «deberá negociar» con la oposición.
Desde la otra orilla, Delgado en su discurso de aceptación del resultado electoral también se comprometió a una labor constructiva para el país y desarrollar una oposición acorde a esa mentalidad. Se puso «a disposición» del nuevo presidente, a quien envió «un fuerte abrazo» extensivo a la ciudadanía frenteamplista, recordando que si en la perspectiva de ganar ofrecía diálogo también lo hacía desde la postura de quien perdió: «Yo siempre dije que el camino que elegíamos para ganar era el que nos convalidaba después para ir a buscar los acuerdos. Y actuamos en consecuencia. Por eso hoy, sin complejo de culpa, con tristeza, claro que sí, pero sin complejo de culpa podemos felicitar a quién ganó, quién tuvo la preferencia y hacerlo con sinceridad y de corazón».
«Una cosa es perder las elecciones y otra es ser derrotado (…) Nosotros no estamos derrotados. Acá hay una coalición republicana que la integran cinco partidos, a los cuales quiero agradecerles, a sus candidatos, a sus senadores, a sus dirigentes, a sus ministros, a todos», afirmó.
El presidente Luis Lacalle Pou, quien respaldó a Delgado, le propuso a Orsi reunirse el miércoles 27 para iniciar una transición ordenada y también le invitó a participar el 7 de diciembre de la reunión presidencial del Mercosur en Montevideo. Lacalle termina su gestión con el 51,5 % de aprobación, según CB Consultora, la mejor valoración sudamericana, por encima de Javier Milei (50,2%) y Lula da Silva (48.6%).
Preguntado Orsi por Radio Mitre de Buenos Aires sobre su futura relación con Milei, respondió que tenían que ser buenas y que no necesariamente por tener «afinidades ideológicas o filosóficas» entre gobiernos, las relaciones son positivas, en alusión al corte de puentes entre ambos países durante más de tres años (2007-2010) dispuesto desde Argentina durante el gobierno de Néstor Kirchner.
DIFERENTE. Si alejamos la lupa del mapa de Uruguay, el país destaca notoriamente en lo que atañe a polarización de su dirigencia política. Argentina vive una grieta exacerbada por los estilos personales de sus referentes partidarios. Brasil no escapa a esa contraposición en quienes deben proponer una relación civilizada. En Bolivia además de la confrontación gobierno oposición, se profundiza la división dentro del propio partido de gobernó donde el ex presidente Evo Morales actúa como incitador agresivo. En Perú la presidenta Dina Boularte (21,3% de aprobación) preside el país en un enfrentamiento permanente con el Congreso, incluidos sectores que la llevaron a la vicepresidencia junto al depuesto Pedro Castillo. En Ecuador, el presidente Daniel Noboa, además de descalificar a su homólogo colombiano Gustavo Petro, al argentino Milei y al salvadoreño Nayib Bukele y de generar una ruptura diplomática con México; intentó deshacerse políticamente de su vicepresidenta Verónica Abad. En Colombia, Petro, quien acaba de recuperar a un 35% de aprobación ciudadana, a lo largo de sus dos primeros años de gobierno ha cuestionado a organismos del Poder Judicial, a opositores que se manifiestan en las calles —«asesinos» les llamó— y a periodistas, si bien otros integrantes del elenco gubernamental se encargan de tender puentes con la oposición, las acusaciones presidenciales encrespan el clima social.
POLÍTICA INTERNACIONAL. Es en el plano internacional donde las diferencias entre el presidente electo de Uruguay y la administración Lacalle Pou podrían tener notorias diferencias. Lacalle Pou es claro en la defensa del sistema democrático en la región y ha cuestionado con firmeza a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, en particular el escamoteo electoral del 28J protagonizado por el chavismo. Por el contrario, en el FA de Orsi, los sectores mayoritarios —Movimiento de Participación Popular (MPP), comunistas y socialistas— defienden la «revolución cubana»; adjudican al «bloqueo» de EEUU la crisis humanitaria venezolana y pasan agachados ante la tiranía sandinista. Algún dirigente minoritario del FA ha calificado de «dictadura» al régimen de Maduro, pero lo importante es la posición oficial que adopte el futuro gobierno en los foros internacionales:¿se alineará con las democracias occidentales, o quedará del lado incorrecto de la historia? También en temas que incluyen la agresión rusa a Ucrania y la tragedia en Medio Oriente.
NUEVA ETAPA. Se abre una nueva etapa en el Uruguay. Tanto Orsi como Delgado habían coincidido en que había que mejorar en seguridad; en el combate al narcotráfico; definir un ministerio de Justicia, mejorar la situación carcelaria que es apremiante. Hay una reforma educativa iniciada en la administración que termina, tema en el que Orsi no habla de nueva reforma, pero sí de aplicar otros criterios; y en salud el presidente electo prometió cambios. Habrá otros énfasis en función de las exigencias de los sectores integrantes del FA donde el MPP tiene clara mayoría legislativa.