Historia

El semanario 9 de febrero

Jorge Nelson Chagas

El  viernes 5 de octubre de 1973 salió a circulación el semanario 9 de Febrero, su redactor responsable era Luis Michelini, que había sido secretario de prensa del senador colorado Amílcar Vasconcellos y era un personaje oblicuo que tenía contactos fluidos con políticos, militares, diplomáticos y personal de los servicios de inteligencia nacional y extranjeros. Sergio Israel, se inspiró en él para escribir su novela “El agente rojo”. Ahí lo muestra como un hombre sin escrúpulos que está dispuesto a venderse al mejor postor y se cree con capacidad de entender y manejar fuerzas que, desde el principio, lo manipulan. 

Lo cierto es que en la primera página del número inicial se destacaba la foto de una muchedumbre heterogénea, y en el ángulo inferior derecho otra que mostraba un desfile del cuerpo de Blandengues frente a Casa de Gobierno. Un título de gruesos caracteres expresaba el significado de ambas fotos: “Pueblo y FF.AA. Unidos”. En la segunda página, a título de presentación, un artículo revelaba la orientación política del semanario y la tónica hasta su cierre: “9 de Febrero de 1973 es una fecha de gran significación histórica para la República. Este día resume un proceso. El de un viejo Uruguay que moría. El país que durante décadas se había constituido en ejemplo de América Latina toda, pero que había ido perdiendo poco a poco su perfil, enfrentado a una crisis general sin parangones en su historia de nación independiente. (…)  Y es justamente esa fecha la que señala la presencia necesaria de las FF.AA. de la Patria pasando a jugar un papel de primer orden en la conducción de la cosa pública junto al Presidente de la República”.

¿Qué significó la aparición de esta publicación? De acuerdo con el testimonio de Esteban Valenti  contaba con el respaldo del Partido Comunista. En ese momento el partido tenía lo que denominó la Cuarta Dirección,  la cual realizó una importante labor de contacto y de inteligencia sobre los militares. Valenti señala que los comunistas una vez que tomaron  posición a favor de los comunicados 4 y 7, se pusieron a trabajar en pos de los objetivos. En el marco de esa estrategia  es que apoya la salida del semanario 9 de Febrero, y dentro de ese medio  levantaron las posiciones del movimiento popular y sindical, con el propósito de darle mayor amplitud a un posible diálogo con los militares.  Por su parte, el  dirigente de la Federación de Funcionarios de Obras Sanitarias del Estado (FFOSE) y miembro del Comité Central del Partido Comunista Rubén Villaverde, en el libro “El pecado original” de Alfonso Lessa afirmó que “quien apoyó y financió esta publicación fue Jaime Pérez, aunque no todos  dentro del Partido estaban de acuerdo con esa posición”.

La línea de este semanario identificaba al general Gregorio Álvarez como conductor de las ideas que inspiraron los famosos comunicados. En el ejemplar del 21 de diciembre de 1973 publicó una foto del general Álvarez que abarcaba toda la contratapa, con un párrafo laudatorio: “Cumplió dos años ininterrumpidos al frente del Estado Mayor Conjunto. La oficialidad de toda la nación festejó el lunes 17 por la noche tan grato acontecimiento. (…) Adelante Gral. Gregorio Álvarez, la juventud de la patria espera!!!”.  (Nunca me resultó del todo claro por qué una parte de la izquierda  tuvo esperanzas que el general Gregorio Álvarez podía ser el militar destinado a convertirse en el “Velasco Alvarado uruguayo”)

Por asombroso que pueda parecer la esperanza peruanista en la izquierda no desapareció el 27 de junio de 1973. Siguió viva. Pero…¿eran solamente los comunistas los que hacían esa apuesta? El Partido Socialista elaboró un extenso documento titulado  “Unidad Nacional o Caída al Precipicio” donde trazaba los lineamientos estratégicos para el presente y futuro.  En el mismo analizó detenidamente el papel de los militares y si bien consideraron  que las fuerzas armadas estaban para “preservar el sistema”,  no eran la oligarquía. Podían ser asimiladas al sistema, especialmente si sus mandos lograban ser “corrompidos por medio de prebendas, o bien, al descubrir las lacras del mismo, rompían sus ataduras con las clases dominantes aliándose con lo que hasta ayer combatían”. Los socialistas ponían el ejemplo de Portugal – con la “Revolución de los Claveles” – demostraba que eso no era imposible. La disyuntiva de hierro para los militares en tiempos de crisis era “brazo armado de la oligarquía” o  “fuerza revolucionaria” y Uruguay no era la excepción.

Todas estas elucubraciones de la izquierda pueden parecer hoy de una cándida ingenuidad, impropia de quienes decían poseer herramientas cuasi infalibles para analizar y comprender la realidad. Pero, sin embargo, debemos tener en cuenta dos subtramas que se sucedieron en aquellos días. La primera comenzó el 2 de octubre de 1973 cuando el conocido abogado, político y empresario, Jorge Peirano Facio, fue arrestado por las Fuerzas Conjuntas. Peirano Facio había sido procesado por la quiebra del Banco Mercantil, aunque  fue   puesto en libertad. Era uno de los ideólogos de la política económica implementada por Pacheco Areco y para la izquierda simbolizaba a la misma “rosca”. Peirano Facio estuvo sometido a  treinta y nueve días de malos tratos, plantones, insultos soeces y golpes. En algún momento, sus interrogadores militares revelaron que después que él confesara iban a ir por  su ”jefe” o sea Pacheco.  Parecía que un sector militar arremetía contra los presuntos ideólogos de los negociados económicos denunciados durante años por la izquierda y que estaba dispuesto a llegar hasta los mismos círculos políticos. Bordaberry relató que quiso interceder por Peirano Facio, pero los mismos mandos militares le aconsejaron no inmiscuirse en el tema. (Peirano Facio fue liberado el 18 de marzo de 1974).

En segundo término estuvo dado por la llegada, en julio de 1974,  del ingeniero Alejandro Vegh Villegas al ministerio de Economía. Según relató el general Fernán Amado a Alfonso Lessa en el libro “La Primera Orden”, hubo una fuerte inquietud en los oficiales imbuidos del pensamiento de los comunicados 4 y 7 porque lo consideraban un operador del empresariado. No parece nada casual que en la edición del semanario 9 de Febrero  del  17 de julio de 1974  – cuando asumió Vegh Villegas – señalara que les llamaba la atencion  que en su discurso  “no haya nombrado los Comunicados 4 y 7 entre sus pautas de orientación, desde el momento en que sus postulados son un compromiso público de nuestras FF.AA. pero también lo son del gobierno que aceptó en febrero de 1973”. En un primer momento Vegh Villegas enfrentó fuertes escollos para implantar una línea económica liberal.

Estrictamente estos episodios no revelan la existencia, tras el golpe de Estado, de una corriente peruanista sólida y consolidada en las fuerzas armadas. Aunque sí de un sentimiento auténtico de combatir la corrupción (caso Peirano Facio) y una pugna no totalmente resuelta hacia donde encaminar el gobierno (caso Vegh Villegas). Lo cierto es que en 1974 los militares comenzaron a ocupar el Estado a través del nombramiento de coroneles y generales en la mayor parte de los cargos de la administración pública.

Todo un símbolo que  la dictadura se consolidaba.

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