Entre venias, silencios y viejos fantasmas
Pablo Caffarelli
Uruguay ha vivido días intensos de actividad parlamentaria: discusiones sobre el presupuesto, designaciones, venias y la polémica ley de eutanasia o de muerte digna, entre otros temas. Sin embargo, lo más llamativo —y lamentable— no ha sido el contenido de los proyectos ni el resultado de las negociaciones, sino el nivel al que estamos cayendo en algunas de las circunstancias que los rodean.
Por un lado, las designaciones de Carolina Ache y Beatriz Argimón —como embajadora en Portugal y representante ante la UNESCO y la OCDE, respectivamente— resultaron, cuando menos, llamativas. Lejos de tratarse de simples votaciones de venias, se convirtieron en escenarios donde afloraron descontentos, reproches y desconexiones evidentes entre oficialismo y oposición.
El caso de Ache fue el más tenso. No recibió el respaldo de ningún senador de la oposición y fue objeto de duras críticas. Persiste el fantasma de su controvertido episodio en Cancillería, donde terminó siendo defendida —nada menos— que por el actual prosecretario de la Presidencia y ex fiscal de Corte, Jorge Díaz. Todo ese trasfondo alimenta las más diversas teorías sobre cómo llegó a obtener semejante designación.
En el caso de Argimón, si bien también se le reprochó no haber comunicado internamente que manejaba la posibilidad del cargo, la votación fue bastante menos hostil. Pesa en ello, sin duda, el respeto que su figura genera en amplios sectores políticos.
El segundo episodio vergonzante vino con el intento de habilitar los pedidos de informes a la Presidencia de la República por parte de los legisladores. Todo indicaba que el instrumento iba a ser aprobado, pero a último momento el voto del diputado Valdomir cambió, dejando todo en el aire. Luego se supo que “vinieron a meterle la pesada” para forzar ese cambio. Impresentable.
El Frente Amplio pidió la reconsideración del aditivo que habilitaba esos pedidos de informes, incluso cuando el propio presidente de la Cámara lo había acompañado. Un nuevo manto de sospecha se instala: no se quiere control, se quiere impunidad.
Y por si todo esto fuera poco, se levantó nuevamente el velo del caso Antel Arena. Durante el período pasado llegó a tener algún año con ganancias. En este primer año de gestión frenteamplista, ya acumula 11 millones de dólares en pérdidas. Sus actuales autoridades aseguran que mejorarán la gestión con eventos como el handball femenino. Todo dicho.
Parece que estamos ante el nacimiento de otro unicornio del despilfarro y las pérdidas, como lo fueron: Envidrio, la planta regasificadora, ANCAP y tantos otros.
¿Si así empezamos cómo llegaremos al fin de este periodo de gobierno?