Fernando Pereira debería irse al “carajo”
Daniel Manduré
Ni siquiera Frank Kafka en su novela escrita en 1915 “Metamorfosis” puede llegar tan lejos en la transformación de un individuo, como lo ha hecho Fernando Pereira. Le resulta imposible esconder su camiseta apolillada de esa caduca versión proletaria y de la perimida lucha de clases. Trata de disfrazar de amplitud y tolerancia su verdadero espíritu confrontativo y radical. El que reclama sinceridad, pero miente. El que le exige grandeza a su adversario, pero al que lo invade un inescrupuloso oportunismo. Al que vemos con actitudes envalentonadas para luego recular en chancletas. El que tira la piedra y esconde la mano. Es en las encrucijadas más difíciles en donde se logra conocer de verdad a un individuo. Es allí donde una y otra vez Fernando Pereira nos demuestra quien es en realidad. Ayer como presidente de la central obrera, hoy como presidente de su fuerza política.
Es verdad algo de lo que dice el hoy presidente del Frente Amplio, hay que rechazar de plano el insulto al adversario, no es la forma de hacer política. Lo rechazamos de plano. Pero las medias verdades permanentes de Pereira es el peor de los insultos. Subestimando a una ciudadanía que no es tonta.
Solo basta recordar el momento de angustia, dolor, muerte e incertidumbre que vivió el mundo entero con la pandemia. Donde la unión de todos los uruguayos, la grandeza y los gestos de desprendimiento y solidaridad debían ser el factor común. Sin embargo, Fernando Pereira en ese entonces presidente del Pit Cnt, opta por la peor opción de todas, salir a promover caceroleadas y apagones a solo 10 días de iniciada la pandemia por covid. Luego se jactaba de eso. Politizando la desgracia y la desesperación. Usando la angustia de la gente.
Seguramente pocos recuerden, además de todas las mentiras que supo decir sobre los supuestos males de la LUC, al perder el plebiscito, ese discurso anti republicano, de barricada donde no supo en ningún momento reconocer con grandeza la derrota. Esperábamos ese gesto y nunca llegó.
Que poco queda con estas actitudes menores, oportunistas y mezquinas de aquellos grandes dirigentes sindicales y lideres frenteamplistas de otrora, señores de verdad, con los que se podía estar en las antípodas desde lo ideológico pero que su grandeza personal era imposible discutir. Poco queda de eso.
Ahora sale a pegarle al senador Ojeda, con una valija repleta de verdades a medias, retorciendo la realidad y una vez más intentando sacar partido con la colaboración de un militante que juega a ser periodista, como Eduardo Preve. Ese topo que pasa información en unos casos y calla “convenientemente” en otros.
No puedo cometer el mismo error que muchos, hoy todos parecen ser expertos constitucionalistas grado 5, se expresan con la contundencia solo propia de un erudito en materia jurídica. Parecen expedirse con una implacable sentencia que casi asusta. Mis limitaciones intelectuales y mi propia sensatez, a la que trato aferrarme con todas mis fuerzas, me impiden debatir a ese nivel con tantos preclaros constitucionalistas que hoy inundan los medios de comunicación y redes sociales. Lo que si puedo hacer es coincidir con análisis y conclusiones de distinguidos profesionales en los que confío, como son Correa Freitas, Sapolinski y Lust. Y por si fuera poco, en el contundente y pormenorizado informe del servicio jurídico del parlamento, cuyas conclusiones son terminantes.
Claro, no es de extrañar que una vez más como sucedió en la Jutep, la dirigencia frenteamplista se pase por las entretelas los informes jurídicos de los órganos competentes y opten por alguna rebuscada decisión política.
Fernando Pereira parece aferrarse, aunque luego recule, a esa postura casi delirante del Korzeniak, que ya no solo habla de inconstitucionalidad sino de que el parlamento puede decidir sobre el tema con una mayoría simple. Si, así como lo leen, un legislador puede ser destituido por una mayoría circunstancial.
Una posición temeraria, anti republicana y anti democrática, el solo insinuar que con una mayoría simple un legislador puede ser despojado del cargo que obtuvo por la voluntad del soberano. Creando un precedente verdaderamente peligroso, que seguramente, porque así lo han dicho, ni siquiera muchos frenteamplistas comparten.
Vulnerar los principios democráticos y republicanos desconociendo las garantías institucionales de cargos representativos. Un abuso de poder imperdonable de solo pensarlo.
Un legislador no se sienta en una banca por gracia del poder de turno sino por mandato popular. Ese mandato no puede ser anulado por la gracia divina de una mayoría circunstancial. Algo así solo puede ser propio de quienes pretenden ejercer lisa y llanamente una verdadera persecución política.
El senador Ojeda incomoda, aprovechemos el momento, parecen decir.
El tema con el informe contundente de los servicios jurídicos del parlamento está laudado. Veremos cuanto tiempo más pretende seguir Fernando Pereira y algunos más con estos chisporroteos de cuarta. Tal vez sirva para dejar de prestar atención a los temas que más le importan a la ciudadanía, con ese muy mal presupuesto que se acaba de aprobar.
Aunque parezca contradictorio Fernando Pereira mueve en nosotros sentimientos encontrados, por un lado, agradecerle, profundamente, porque logró que toda la oposición brinde en forma decidida, después de sus declaraciones, su apoyo a Ojeda, incluso en aquellos que pudieron mantener una postura poco clara y un tanto dubitativa al inicio. Lo que ha logrado fortalecer el liderazgo del secretario general del Partido Colorado. Por otro lado, Pereira y sus destempladas declaraciones nos llevan a querer mandarlo un rato al carajo. Entiéndase bien, no como un insulto, no es mi estilo. Cosa que repruebo. Sino a ese lugar de las embarcaciones antiguas que en la jerga popular mandaban a los marineros indisciplinados con muy mal comportamiento. Ese canasto ubicado en lo más alto del mástil de las embarcaciones, denominado carajo, peligroso inestable, soportando las inclemencias del tiempo, adonde nadie quería ir, pero a los que eran enviados aquellos que se portaban mal
Entonces, gracias Fernando Pereira, muchas gracias. Lograste lo que pocos. Pero de todas formas andáte por un buen rato al carajo.