Gestido y el inicio de la violencia.
Miguel Lagrotta
La visión marxista de los hechos que comenzaron a ocurrir a partir de 1959 ante el estancamiento productivo y la crisis de la economía uruguaya a comienzos de los sesenta se resumía en que el capital intentaba salvarse a costa del salario obrero. Es común ver en publicaciones de la época como el capitalismos aumentaba su tasa de ganancia intensificando la explotación del obrero y la eliminación de las “prestaciones sociales” que el batllismo había instaurado. Acá podemos avanzar hacia una interpretación sobre la violencia en Uruguay y ver de qué modo se puede relacionar la creciente conflictividad social de esa época con la actuación de los sectores dominantes que controlaban, es verdad, los instrumentos del aparato productivo y el surgimiento de la guerrilla revolucionaria. Por supuesto que los sectores sociales obreros y la visión comunista achacan esto al capital y a la burguesía en el marco de una visión liberal fondomonetarista. Entre 1957 y 1968 el enfrentamiento era sectorizado cada grupo dominante se enfrentaba al sector obrero que estaba vinculado. Las relaciones laborales funcionaban, entonces, según las fuerzas que cada sector impusiera en las negociaciones. Esto favoreció que surgiese un sindicalismo corporativista de base marxista que hacía su contribución al enfrentamiento social. A partir de 1964 la crisis económica se agudiza, la sociedad le renueva la confianza a la mayoría nacionalista en el marco del colegiado. Este se muestra bastante distante de la problemática social y ya comienzan a escucharse rumores de golpe de Estado. Es un reflejo de lo que está ocurriendo en Brasil donde Estados Unidos apoyó un golpe militar y acá hizo un movimiento reflejo en la tensión de los grupos sociales de variada visión política. Si miramos la cantidad de grupos sociales revolucionarios que empiezas a desarrollarse en nuestro país a partir de los sesenta, la preocupación incluso alcanza a los hegemónicos e históricos Partido Socialista del Uruguay y al Partido Comunista. Estos grupos nacientes aglutinaron a sectores obreros muy postergados y dieron una luz en la violencia a sus reclamos. En 1967, la ciudadanía puso sus esperanzas en una nueva Constitución, ahora presidencialista y con fuertes atribuciones al PoderEjecutivo, a un militar como presidente y el retorno del Partido Colorado al poder pero con el batllismo un tanto disminuido por rencillas internas y el fallecimiento de su principal líder Luis Batlle Berres. La izquierda radical se aglutina en torno al diario Epoca y establecen puntos en común y allí encontramos los siguientes grupos: Partido Socialista, Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), Federación Anarquista del Uruguay (FAU), Movimiento independiente revolucionario, Movimiento de Acción Popular Uruguayo (MAPU) y un grupo grande de independientes que escondía al naciente grupo Tupamaros. La plataforma de acción era en primer lugar apoyar la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) reunida en Cuba, considerar a la clase obrera como la columna vertebral de la revuelta y la lucha armada como extensión de la militancia. Estos hechos comienzan a generar preocupación en los sectores industriales, bancarios y del comercio y le solicitan al Presidente Oscar Gestido “que es tiempo de que se pusiera los pantalones” La respuesta del Poder Ejecutivo la realiza el Ministro del Interior, Augusto Legnani el 8 de setiembre y será el comienzo de una espiral de violencia de respuesta desde el Estado a los ataques de los sectores sociales, grupos radicales y la guerrilla urbana. En su discurso Legnani informa que no será autorizada la reunión en Montevideo del “Congreso permanente para la unidad sindical de los Trabajadores Latinoamericanos” en su parte medular sostenía (…) con serena energía el Gobierno proclama: ni guerrilla contra instituciones democráticas ni cuartel de operaciones, entrenamiento, preparaciones o maniobras para penetraciones agresivas a otros Estados”. En este marco Hugo Batalla recuerda un dialogo con el presidente Gestido en el cual el presidente le confía su visión sobre la violencia y sobre el futuro tensionado del Uruguay: “Yo sé que la gente me ha votado a mí un poco porque en el país hay problemas. Yo sé que en cierto sentido me ha votado pensando que soy un militar y que como militar puedo imponer mi bota sobre la gente. Pero soy consciente que la violencia es una cuestión muy difícil para cualquier país. Usted sabe cuándo entra en la violencia pero no cuando sale, y mucho peor no sabe cómo sale. Y cuando usted pone en marcha una solución de violencia, a mitad de camino no la puede parar”. Fallece Gestido al poco tiempo y la violencia explotó y en realidad, luego de largos años de sufrirla, aun hoy tenemos caminos de salida que no se han recorrido.