Política nacional

Grandes mujeres, de ayer y hoy

Fátima Barrutta

Hace unos días, asistí en representación del Partido Colorado a la inauguración de una exposición titulada “De ellas dos: la biblioteca de Matilde Pacheco y Ana Amalia Batlle”. La verdad es que la Quinta de Batlle, la casona de Piedras Blancas donde vivió Don Pepe y posó para el famosísimo retrato de la escalinata, está bellamente refaccionada, permitiéndonos recorrer el hábitat de un hombre y una familia que dejaron una marca indeleble en la institucionalidad del país.

Hay una vieja frase que suele citarse, para reafirmar el penoso machismo que aún sobrevive en nuestra sociedad. Es aquella de “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”. Pero más que una constatación, es una expresión de deseo. Porque la verdad es que las mujeres no estamos detrás de nadie, y esto vale sobre todo refiriéndose a Don Pepe Batlle, un precursor del feminismo en los inolvidables editoriales de El Día que firmaba con el seudónimo “Laura”.

Matilde y Ana Amalia son prueba de esa preponderancia que Batlle asignaba al rol de la mujer en la sociedad. La biblioteca de ambas revela la amplitud y diversidad de sus influencias culturales y, al mismo tiempo, permite reconstruir el mudo testimonio del amor materno-filial que se profesaban. Es fascinante mirarnos hoy en el espejo de ese pasado, confrontando nuestros desafíos cotidianos con los de aquella mujer de fortaleza sin par, doña Matilde, que no solo enfrentó la pacatería de su tiempo sino además debió sufrir la desgarradora muerte de Ana Amalia en plena juventud. Siempre activa, siempre comprometida, junto al hombre que diseñó este pequeño país modelo y le dio la identidad democrática y republicana que lo distingue en el mundo. Y respecto a su hija, cabe imaginar cuánto hubiera avanzado la causa feminista en Uruguay si ella no hubiese partido tan joven. Tal vez se hubiera convertido en una “Laura” real, que con su preparación, inteligencia y el ejemplo de sus padres, habría promovido sustanciales cambios en la equidad de género, aún más hondos que los que siguió consagrando elbatllismo a lo largo de todo el siglo XX.

En el mismo día en que pensaba en estas cosas, me enteré del ascenso político de una nueva líder de la política italiana, la joven Elly Schlein, que ganó inesperadamente las elecciones internas del Partido Democrático (PD) de ese país. Se trata de un partido de izquierda que en su momento fue derrotado en forma contundente por el derechista “Hermanos de Italia”, liderado por otra mujer, la actual presidente del gabinete Giorgia Meloni.

Hay que tomar una dimensión cabal de este cambio de época en la política italiana.

Es un país de fuertes tradiciones machistas, que supo entronizar durante años a Silvio Berlusconi, el zar de los medios cuyo comportamiento hacia las mujeres alcanzó ribetes hasta caricaturescos. Pues resulta que ahora las dos figuras principales de la política italiana lo son: el mayor o menor extremismo ideológico de ambas -en las antípodas una de la otra- es algo que está en discusión. En lo personal no veo a Meloni tan ultraderechista como la pintan, ni a Schlein tan radical de izquierda como otros la describen. Veo sí a dos mujeres que saben lo que quieren y por lo que luchan. Fuertemente enfrentadas -porque la condición femenina nunca será promotora de unanimidades- pero seguras de sí mismas y de la justicia de sus postulados.

No es casual que haya elegido empezar esta nota con el recuerdo de Matilde Pacheco y Ana Amalia Batlle. Me parece interesante confrontar la evolución desde un pasado de mujeres inteligentes y sensibles, en una sociedad que aún las relegaba al ámbito doméstico, a este presente de creciente protagonismo femenino en los destinos de los países democráticos del mundo.

Viendo la realidad italiana, la inolvidable “Laura” creada por Don Pepe estaría sonriendo.

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