Historia

HABLEMOS DE LA DERECHA URUGUAYA

El enemigo marxista (II)

Jorge Nelson Chagas

(Reitero: estas notas no se refieren al pensamiento de los teóricos y políticos de derecha en Uruguay, sino que trato de analizar la mentalidad y sensibilidad de un grupo importante de ciudadanos de a pie)

Más allá de toda duda, las movilizaciones de los estudiantes de secundaria en los años ’60-70, no podían hacer caer al gobierno. El Estado uruguayo no peligraba por estas movilizaciones. Esto se puede observar hoy con más calma y frialdad analítica. Pero, causaron mucha alarma en la sociedad. Los adolescentes parecían haber salido de control. ¿Fue solamente por la convicción que actuaban en las aulas agitadores marxistas o bien, hay algo más profundo?

 Hay un dato histórico poco recordado o conocido: los liceos, durante mucho tiempo, no eran para todos aquellos que terminaban la escuela pública. Todo lo contrario. En “el Uruguay de la Edad Dorada” – dejemos de lado, si es una creación mítica o no – lo obligatorio era la escuela. En cambio, los liceos eran concebidos como el primer paso para una carrera universitaria.  Una masa considerable de  hombres y mujeres en los años ’40-’50 salían de la escuela pública y se incorporaban al mercado laboral. Los liceos no eran muchos y no es extraño que la generación, perteneciente a la clase media principalmente, que estudió en secundaria en ese tiempo haya sido alumna de personalidades como Ares Pons o  Real de Azúa. Recibieron una educación universalista de alta calidad aunque de acceso restringido. Tampoco es casual que llegar a “Bachiller” era un logro importantísimo, al punto que no pocos ponían en la puerta de su casa una placa.

En los años ’60 esto cambió. Se produjo la masificación de la enseñanza secundaria en un contexto de cambios, que volvían cada vez más obsoletas  las formas y contenidos de los aprendizajes y la estructura, en un mundo que ya no era el de los años ’40-’50. En otras palabras: muchísimos más alumnos  dentro de un tipo de organización en declive, en un país que había perdido el tren del desarrollo, el mundo  dejaba atrás a Uruguay.

El inconformismo adolescente provenía de una insatisfacción con la realidad educativa del momento. No parecía tener sentido aplicarse a disciplina de estudiar con el sólo fin de terminar sumergido en la grisura burocrática. Resultaba tentador, en cambio, tomar el camino de la rebeldía. Estoy diciendo que la ideología (marxista) no fue tan determinante en la ola de movilizaciones que sacudieron al país, como sí los fueron las pulsiones de tirar piedras, huir de la policía, ocupar los centros de enseñanza, adueñarse de las calles por medio de las barricadas y los peajes…

Legítimamente me podrían preguntar ¿Ud. está negando la presencia de agitadores? No, no lo niego.  Lo que sí afirmo es que más que una ideología los estudiantes fueron seducidos para recorrer un cauce para desplegar su inconformismo. Los graves disturbios en 1968 se originaron ¡por la suba del boleto estudiantil! No había – nunca hubo- ninguna revolución en ciernes.  Había un placer, casi sensual, por la acción.

Esto, previsiblemente, iba a generar un rechazo en un sector importante de adultos – formados en los años ’40 y ’50 – que tenían una concepción del estudiante como un adolescente/joven   disciplinado en el estudio, respetuoso de los valores  (familia tradicional, moral pacata, moda formal)  y que no alteraba el orden. ¿Cuáles fueron los sentimientos de este sector de la población – formados en la «Edad Dorada» del Uruguay – frente al agitador estudiantil, el militante marxista y el hippie  esnobista, melenudo, con collares, zapatos con plataforma y pantalón “oxford”… ? Desde perplejidad hasta aversión.

Y el marxismo era – según esta sensibilidad – el máximo responsable del caos reinante.

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