Política nacional

Ignacio Munyo

La base siempre es el diálogo

El economista Ignacio Munyo habló de diversos temas de actualidad en INFORMATIVO SARANDÍ. En primera instancia, dijo que «Uruguay tiene una imagen que puede ser envidiada por la enorme mayoría de los países del mundo. Hay que sostenerse en esa imagen para pensar en grande y lograr los consensos que se necesitan. Hay que soñarlo. Si no lo pensamos como país es difícil»

«Si uno pone problemas que el país tiene que afrontar, por ejemplo, el futuro del trabajo. Implica cambios en políticas públicas en todos los ámbitos. Cuando uno pone eso sobre la mesa las diferencias se achican, porque no hay a quien echarle la culpa y porque hay que resolverlo», sostuvo. «La reforma educativa es central. Hay que ver cual es la tendencia del mundo. El 80% de los jóvenes se siguen formando de la misma forma en los últimos 40 años», agregó.

«Cuando uno empieza a discutir si la reforma de la seguridad social va a transformar a toda la sociedad como se pretende por parte de algunos actores políticos. Y no. Se quiere concentrar en lo que hay que resolver de forma urgente, que es que no alcanza la plata para pagar las jubilaciones en el largo plazo porque la gente vive mucho más. Si queremos arreglar el problema de la desigualdad social con la reforma jubilatoria, se complica el debate, porque queremos meter en un mismo paquete la solución del Uruguay y del mundo. Si nos concentramos en resolver un problema puntual es más fácil llegar a los acuerdos», consideró Munyo.

«Creo que hay un convencimiento en que hay reformas pendientes en la negociación colectiva, pero la ola nos tapa a veces. Estamos a favor de la negociación colectiva, pero pensamos que se tiene que adaptar la regulación. Cambios en cómo se agrupan los trabajadores dentro de una empresa a la hora de definir los pagos salariales y los beneficios», expresó.

El siguiente es un compendio de su intervención con el enfoque puesto en el texto y contexto del Uruguay como país inserto en un mundo bastante más amplio que el del barrio llamado MERCOSUR.

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Estamos inmersos en una muy buena situación a nivel internacional, como hace mucho tiempo que no teníamos, tanto por contraste como por méritos propios.

Hoy Uruguay es un país que tiene una imagen envidiable por la mayoría de los países del mundo. Hay que apalancarse, hay que sostenerse en esa imagen para pensar en grande.

Para eso hay que lograr los consensos internos necesarios que permitan avanzar en políticas que el país necesita para capitalizar esta imagen mundial, pero por sobre todas las cosas para lograrlo, hay que soñarlo, porque si no lo pensamos como país, si no tenemos claro hacia dónde queremos ir como país, es difícil después generar internamente los consensos para que eso pase.

En estas cosas siempre hay sesgos, ideologías.

Por un lado, tenemos a la república vibrante, eso que también nos distingue en el mundo. La democracia vigorosa es un signo clarísimo de eso, pero por otro lado, algunos mínimos comunes tienen que existir. ¿Es posible esto?

Totalmente, y no puede ser mejor el contexto al respecto. Hace muchos años que mantengo reuniones con los principales líderes de todos los partidos y de los distintos sectores de los más radicales, de izquierda a derecha.

Desde los sectores de la sociedad civil hasta las principales cúpulas militares y religiosas. Siempre la clave parece ser sobre la mesa de qué queremos hablar.

O sea, si uno se sienta a discutir sobre cosas que sabemos que no vamos a acordar, es muy difícil, no? Ahora si uno pone ante los problemas que el país tiene que enfrentar, el primero, sin dudas, será el futuro del trabajo, porque es un tema que ha estado presente en mi cabeza durante muchísimos años, pero que la verdad no sé a quién echarle la culpa. Y la culpa es un tema que luego tiene que tiene que enfrentarse permanentemente.

Que a uno no lo hayan consultado no implica cambios por sí mismo sobre las políticas públicas en todos los ámbitos de la educación, como se da también con la regulación laboral, por ejemplo.

Las cosas pasarán invariablemente y desde la capacitación permanente de los trabajadores, hasta los planes sociales son abordajes necesarios.

Y ahí hay que reacomodar la realidad.

Precisamente por esto es que no se puede poner las cosas sobre la mesa y nada más.

Pese a las diferencias, que se achican al dialogar, igualmente lo primero es construir la agenda.

Segundo, hay que reconocer que este es un problema que existe por más que miremos para el costado, por más que queramos ignorarlo, eso está presente y todos los días hay un goteo que es en los distintos sectores de la economía.

Los cambios en el mercado de trabajo y encarar sus desafíos es uno de esos dilemas. Pero las personas son las que están atrás de las políticas públicas y también atrás de las peleas.

Ahora, en mi experiencia, obviamente hay que ser cuidadosos e tratar estas cosas en lo privado y en lo público.

Dejando de lado cámaras y las ambiciones, así como las facturas que se pasan, igualmente el objetivo deben ser los acuerdos y en eso estamos mucho más cerca.

La reforma educativa es estos contextos es central,  es algo que está en todos los debates y discusiones. Porque cuando uno quiere pensar en la formación, en todo lo que se le puede ofrecer a las nuevas generaciones, está todo metido ahí y el desafío es mayúsculo.

Hay Que ver cuál es la tendencia en el mundo; tenemos que tener claro que el 80%, por lo menos el 80% de los jóvenes uruguayos se siguen formando de la misma forma que hace más de 40 años, entonces lo primero que tenemos que cuestionarnos es si no tenemos que hacer una adaptación, una modernización a la luz de cómo el mundo ha cambiado en los últimos 40 años.

Y Uruguay lo tiene que procesar para después que metemos adentro de sus ocntroversias. De lo contrario estaremos como en la reforma de la Seguridad Social: cuando uno empieza a discutir si una reforma de la Seguridad Social va a transformar alpaís, las voces se disparan para todos lados.

Toda la sociedad, como pretenden algunos actores políticos, no quiere concentrarse en lo que hay que resolver de forma urgente, que es que no alcanza la plata para pagar las jubilaciones a largo plazo, porque la gente vive mucho más. Y la edad jubilatoria, ella misma desde el año 96 ya presenta parámetros que han cambiado..

Si queremos arreglar el problema de la desigualdad social con la reforma jubilatoria se complica el debate, porque ahí si queremos meter adentro del paquete la solución del Uruguay y del mundo, lo mismo que hacemos con la reforma educativa así, va a ser difícil ponernos de acuerdo porque ahora si nos concentramos en resolver un problema puntual que puede ser muy complejo, es más fácil llegar a los acuerdos así.

Como visión general hay que concentrarse en cuál es el problema y qué es lo que hay que resolver, no pretender resolverlo todo. Porque de hacerlo caeremos en una carambola y resolver todos los problemas en una sola jugada es imposible.

Esto está presente en muchas discusiones. Y es clarísimo en la Seguridad Social, lo que hemos visto en estos meses desde que está el proyecto de ley en debate, se dan discusiones en el parlamento y no se ponen de acuerdo en dos o tres cosas básicas. Por eso en este tema de la Seguridad Social tengo pocas expectativas.

Lamentablemente no veo una voluntad clara de procesar las cosas este año. Sí creo que hay un convencimiento, por lo menos público de un cambio necesario, pero nada más.

Lo hemos escuchado por parte del ministro de trabajo, es decir que hay reformas pendientes en la parte de la negociación colectiva para adaptarla a la realidad actual.

Pero bueno, en la medida que aparecen los problemas de coyuntura cuando caen los vencimientos de los.

En materia de empleo están consolidados los acuerdos salariales y aparecen las nuevas rondas y muchos convenios a resolver. La negociación colectiva existe y es un aparato armado muy grande que se formó en los últimos, digamos, 15 años, que hay que trabajarlo.

Y es cierto que es muy difícil mover allí alguna pieza, pero nosotros estamos a favor de la negociación colectiva. Pensamos que se tiene que adaptar, que hay que hacerle cambios a la regulación, específicamente cambios en cómo se agrupan los trabajadores dentro de una empresa a la hora de definir los pagos salariales y los otros beneficios.

Hoy tenemos un sistema que a veces parece insólito cuando define las categorías en las que tienen que ubicar los trabajadores.

Estas cosas hay que repensarlas: la tarea mecánica que tiene que cumplirse, que contrasta mucho con los acuerdos colectivos firmados en otros países y que hemos estudiado por lo menos nosotros, como en el caso de Escandinavia, funcionan perfectamente. En la negociación colectiva el Estado también participa, pero el contrato firmado dice las responsabilidades que se tienen que cumplir.

Hace años que lo venimos diciendo que hay que poner estos temas sobre la Mesa para discutirlos. No se está haciendo por lo menos públicamente. Y cuando llega la ola porque sobreviene el vencimiento de los acuerdos, todo pasa a un costado y llega la hora de resolver la negociación entre si se pactará un 2 o un 101% de aumento del Salario real, entonces la dinámica es complicada para hacer los cambios que sostenemos son cosa fácil.

Por esta dinámica actual general espacio para cambios más profundos, pero creo. Que hay que hacerlo.

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