Política nacional

El giro de la trama Astesiano

Fátima Barrutta

Los que se dedican a escribir guiones de películas y series utilizan siempre un recurso llamado “plot twist”, un giro argumental que se produce en determinado momento de la ficción, donde el espectador es sorprendido por un cambio brusco de los acontecimientos que allí se muestran. A todos nos tensiona, por ejemplo, que en determinado momento se descubra que el mejor amigo del protagonista resultaba ser un villano que lo había engañado y lo estaba traicionando.

Algo así está ocurriendo con el sonadísimo caso Astesiano.

El “plot twist” es ahora la inesperada situación del exdirector de Convivencia del Ministerio del Interior y principal asesor en seguridad del Frente Amplio, Gustavo Leal, que concurrió a Fiscalía a justificar su visita a los padres del imputado, anunciando que enseguida daría una conferencia de prensa, pero que terminó abandonando el recinto por una puerta lateral, ya no en calidad de testigo sino de indagado.

La opinión pública tomó nota rápidamente de esos hechos.

Porque la sentencia a Astesiano es, ni más ni menos, la justa consecuencia legal de un personaje menor que realizó fechorías, traicionando la confianza del presidente de la República.

Pero otra cosa es que un dirigente de primera línea del Frente Amplio (el mismo Frente que lanzó todo tipo de acusaciones infundadas sobre el tema), se haya tomado la molestia de viajar a Barra del Chuy para intercambiar no se sabe qué información con la familia del detenido, a lo que se suman las fuentes que declaran que les ofreció dinero, a lo que se suma que el propio Astesiano ha declarado no querer que esas personas lo visiten, a lo que se suma que estos, su padre y su hermano, se definen ahora como entusiastas frenteamplistas.

Si no fuera lamentable, sería hasta gracioso oír al padre de Astesiano decir que pidió ayuda al Frente Amplio porque el gobierno “tiró a su hijo a los perros”.

No, señor, no lo tiró a los perros.

Dio lugar, como correspondía, a una requisitoria policial y permitió, como también correspondía, que el Poder Judicial gestionara el asunto y lo resolviera con plena independencia.

Y también daría gracia, si no fuera institucionalmente tan grave, el silencio actual de Gustavo Leal, sobre todo luego de haber hecho gárgaras con que enfrentaría a la prensa y demostraría la justeza de su proceder.

Este giro de la trama, muy cinematográfico por cierto, pone nuevamente de manifiesto la liviandad política del Frente Amplio.

Mientras su presidente Fernando Pereira y su esporádico publicista Esteban Valenti salen a defender a Leal y minimizar su actual situación de indagado, se acumulan voces dentro del mismo Frente Amplio que le sueltan la mano: Mario Bergara, Charles Carrera, Danilo Astori…

Cuando el barco da muestras de hundirse, algunos saltan en un sálvese quien pueda y otros permanecen juiciosamente dispuestos a ahogarse con él…

Como cuando vemos buenas películas, los integrantes de la Coalición Republicana que tuvimos que soportar todas las mentiras, exageraciones e imputaciones delirantes al gobierno por el caso Astesiano, ahora miramos el penoso espectáculo que dan los adversarios, comiendo pop.

Ojalá la oposición aprenda, después de esto, que no es conveniente salivar para arriba.

Ojalá recuperemos una oposición que aporte ideas constructivas para el país, en lugar de seguir medrando con falsedades para captar votos a cualquier precio.

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