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La esperanza celeste

Daniel Manduré

En unos días dará inicio un nuevo mundial de fútbol y con el renacen los sueños y la esperanza de sus 3.3 millones de almas.

Los mismos sueños que otras 31 selecciones participantes, pero con las particularidades que siempre nos han caracterizado a los uruguayos, con nuestra forma tan especial de vivir el deporte en general y muy especialmente el fútbol. 

Todo un país detrás de la camiseta de todos.

La celeste, la que nos une.

Con esa rica historia que pesa y obliga.

Esas hazañas que han caracterizado al fútbol uruguayo y que nos lleva a ser uno de los países más generadores de jugadores dispersos por los principales equipos de todo el mundo.

Grandes muy grandes, a pesar de nuestra pequeñez territorial.

Como ha dicho, hace unos días, el técnico español de la selección belga “si buscamos un jugador perfecto debemos pensar en que tenga esa mentalidad ganadora del jugador uruguayo, nunca se rinde, siempre compite.”

Un mundial con sus particularidades, organizado en un país tan especial como el emirato de Qatar, rico y poderoso en lo económico pero con muchas debilidades políticas y sociales.

Lo caracterizan leyes represivas, restricciones a las mínimas libertades de expresión, violaciones de los derechos humanos, donde ser homosexual es un delito y en donde la mujer votó por primer vez en 1999.

La discriminación hacia la mujer en muy fuerte, en una situación de absoluta dependencia. Para su desarrollo personal y profesional debe contar con la aprobación de su “guardián”, ese hombre de la familia, padre, hermano o esposo que avale sus pasos. Las mujeres menores de 25 años no pueden salir a la calle sin el visto bueno de su “guardián”

Ni que hablar de su vestimenta y de todas las restricciones y prohibiciones en ese sentido. Nada de faldas cortas, ni de jeans rotos, calzas, escotes u hombros descubiertos.

Nuevos estadios, un aeropuerto, un sistema de metro y nuevas carreteras se construyeron para esperar al turismo internacional. Turismo que deberá ser muy cauto al momento de movilizarse por un territorio con tantas restricciones.

La OIT informaba que 30 trabajadores murieron, más de 500 heridos y miles sufrieron lesiones de diferente entidad en la construcción de nuevos estadios. Trabajadores inmigrantes provenientes de India, Pakistán, Nepal, de entre tantas otras nacionalidades que son víctimas de una gran desprotección en cuanto a la legislación laboral.

Un país muy rico. Esa riqueza que inclinó la balanza al momento de aceptarlo como sede de un mundial. Donde más del 60% de su economía depende de la explotación de los yacimientos de gas y petróleo.

En ese contexto y a pesar de todas esas particularidades estamos a pocos días que la pelota comience a rodar. Y allí, en el campo de juego somos todos iguales.

Un nuevo sueño mundialista dará inicio. Hace pocas horas se dio a conocer la nómina de los elegidos, una lista esperable. Como siempre sucede, se abre el debate sobre 2 o 3 ausencias y de un par de apariciones sorpresivas, pero no más que eso.

Confiamos en este plantel y este cuerpo técnico, el que nos clásificò al mundial en un momento apremiante, y que incorporó algunos nuevos jugadores que no defraudaron.

Un pequeño gran país, austero en lo económico, pero rico en cuanto a sus valores democráticos, de libertades y respeto por los derechos, que va por una nueva hazaña deportiva al país rico en lo económico, pero sin libertades. No somos favoritos para la mayoría de los observadores y es mejor que así sea.

Confiemos, esperando que ese sueño se convierta en realidad.

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