Historia

La fortaleza de la política en un Estado democrático y republicano

PARTE I

Miguel Lagrotta

Un país con un Estado democrático y republicano fuerte tiene más probabilidades de tener una política en orden y en evolución, ya que estas características proporcionan los fundamentos necesarios para la estabilidad, la participación ciudadana y la adaptación política. En el análisis de Francis Fukuyama, el desarrollo político se refiere al cambio y la evolución de las instituciones políticas a lo largo del tiempo. Sin embargo, es cierto que las normas culturales y sociales pueden ser menos cambiantes en comparación con las leyes y las instituciones políticas. Otro elemento crucial que ha contribuido a definir el excepcionalismo uruguayo es la presencia de un Estado benevolente que durante muchas décadas garantizó derechos cívicos, sociales y económicos, dando lugar a una interpretación de lo público como sinónimo de Estado y a la primacía de lo público sobre lo privado. Esta matriz democrático-pluralista, estatalista y partido céntrica de la sociedad uruguaya también se ha caracterizado por la preferencia por vías graduales y reformistas para el cambio social y político y la preponderancia de una cultura política urbana. La creación del Estado de bienestar a principios del siglo XX, con la introducción de una legislación laboral avanzada y reformas sociales sin precedentes en la región y en mundo fue producto del reformismo del primer batllismo. El modelo uruguayo de desarrollo, centrado en el Estado, surgió a principios del siglo XX, durante las presidencias de José Batlle y Ordoñéz, que hoy podemos definirlo como socialdemócrata. Durante las dos primeras décadas del siglo pasado y ante el creciente malestar social y político, el Estado uruguayo implantó reformas legislativas muy avanzadas para la época, como el seguro de desempleo, la baja por maternidad remunerada, el divorcio a petición de la esposa y la jornada laboral de ocho horas. En las décadas siguientes, la clase trabajadora conquistó también un sistema de negociación tripartita entre sindicatos, empresarios y Estado para acordar salarios y condiciones de trabajo. Muchos años después, en el contexto de la pandemia, un periodista británico sostenía que el éxito de Uruguay contra la pandemia del coronavirus se explica por las razones que tienen los ciudadanos uruguayos para confiar en las políticas públicas, y con la existencia de un estado de bienestar que proporciona acceso a pensiones, cuidado infantil, atención sanitaria y educación.

La revolución cubana de 1959 marcó el momento en que Uruguay desarrolló la lógica de confrontación de la Guerra Fría. Además, luego de 93 años de gobiernos dirigidos por el Partido Colorado, la victoria del Partido Nacional en las elecciones de 1958 cambió la orientación del gobierno, originando un giro a la derecha en las políticas públicas. Y también alteró la dinámica interna de las fuerzas armadas. El Partido Nacional había intentado durante décadas ganarse el apoyo de los altos mandos militares, en particular de los generales del ejército. El resultado de esas elecciones nacionales aumentó la influencia de oficiales ideológicamente posicionados mucho más a la derecha que los generales integrantes de cuadros anteriores.

El 1 de abril de 1964 los militares derrocaron al gobierno democrático de Brasil encabezado por el presidente João Goulart, dando paso a una dictadura que se mantuvo más de dos décadas en el país más grande y poblado de América Latina. El golpe en el poderoso vecino causó gran inquietud en Uruguay ante la perspectiva de acontecimientos similares en el país.

La Casa Blanca y su embajada en Brasil estaban preocupadas, ya que el país más grande de Sudamérica viró a la izquierda durante el gobierno de Goulart.

Siguiendo a José Rilla “En febrero de 1973 se produjo la insubordinación militar que incluyó la proclamación de una serie de reivindicaciones encaminadas a cambiar la orientación de las políticas gubernamentales. La insubordinación debilitó la del presidente Juan María Bordaberry. Al que, más allá de su debilidad democrática, el sistema político lo dejó solo. A partir de ese momento, con la formación del Consejo de Seguridad Nacional, se instituyó la coparticipación militar en la toma de decisiones en asuntos que trascendían las competencias históricas de las fuerzas armadas.”  Comienza así un examen del esfuerzo de los actores políticos de la época por producir intelectualmente un pasado útil para las necesidades de aquel nuevo presente, que dieron el golpe de gracia al impulso de la lista 15 para la restauración batllista: el surgimiento de Nardone, el triunfo del Partido Nacional, los quiebres de los sesenta, desde los Tupamaros hasta el autoritarismo  de 1968 enfrentando los desbordes terroristas, la emergencia del liderazgo de Wilson Ferreira Aldunate, el nuevo protagonismo de la izquierda, el ingreso de los militares en la política y el lento camino al  golpe de Estado. Es necesario entender, entonces, nuestra democracia fuerte y con instituciones sólidas que se han mantenido a pesar de estos sucesos. «Orden y decadencia de la Política» es un libro escrito por Francis Fukuyama, un reconocido académico y politólogo, que examina el desarrollo político a lo largo de la historia y aborda las causas de la decadencia política en las sociedades contemporáneas.

En este libro, Fukuyama presenta una perspectiva amplia y exhaustiva de la política y su evolución. Comienza analizando la formación de los Estados modernos y el surgimiento de las instituciones políticas como una forma de proporcionar orden y estabilidad a las sociedades. Examina cómo las estructuras políticas y las instituciones gubernamentales han influido en el desarrollo y la prosperidad de las naciones a lo largo de los siglos.

Fukuyama argumenta que la política moderna ha experimentado una decadencia progresiva, en la que las instituciones políticas se han debilitado y han perdido la capacidad de gobernar de manera eficaz. Señala la corrupción, el clientelismo, la falta de responsabilidad y la captura del Estado por parte de intereses particulares como factores clave en esta decadencia política.

El autor también examina las consecuencias de esta decadencia política en la sociedad contemporánea. Sostiene que la falta de una política efectiva y de instituciones sólidas ha llevado a la desigualdad, el descontento social y la erosión de la confianza en el sistema político. Además, argumenta que la globalización y los avances tecnológicos han complicado aún más la tarea de gobernar, generando nuevos desafíos y tensiones políticas.

A lo largo del libro, Fukuyama plantea interrogantes fundamentales sobre el futuro de la política y la posibilidad de restaurar el orden y la efectividad en las instituciones políticas. Propone una serie de recomendaciones, como la promoción de la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana activa, con el fin de revitalizar y fortalecer la política en la era contemporánea.

2008.

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