Política nacional

La Frontera

Ronald Pais

_“Y para nosotros los Uruguayos la democracia es una verdad de destino, es un destino irrenunciable, es algo que se asume o no se asume y que si no se asume es el riesgo de la falsificación, y si se asume es el único modo de poder decir que se es ciudadano de esta República, de esta República que antes de ser un estado que antes de tener una frontera, que antes de tener un pabellón nacional, ya era una democracia” _

(Julio María Sanguinetti, 1 de Marzo de 1985)

Quien lea el comienzo de estas líneas y mi transcripción de las palabras del Presidente aquel día memorable pensará que quien escribe es un incondicional de Sanguinetti.

Se equivocará.

Como todos saben tuve un cargo político otorgado por el Poder Ejecutivo que él encabezaba y luego fui legislador por el Foro Batllista. Son partes de mi vida de las que me enorgullezco porque creo que me entregué en cuerpo y alma a una tarea inspirada en esa gran causa que señalaba la cita: la Democracia.

Pero bien lo saben mis compañeros de ruta en aquel momento y el propio Sanguinetti: nunca fui incondicional. Porqué así lo creo y lo creí entonces. Para mí la lealtad no era andar atrás del líder diciéndole “¡Qué bien! Se es leal cuando se dice lo que se tiene que decir y se hace lo que se tiene que hacer sin cálculos de beneficios. Se es leal cuando se defienden las convicciones y los principios porque allí no se estará siguiendo solamente a un hombre sino a las superiores ideas que él también persigue.

No obstante, tampoco dudé en sacrificar, ocasionalmente, mi opinión personal para alinearme en el apoyo a alguna postura que el Partido sostuvo por decisión de la mayoría de sus dirigentes. Porque eso también es la Democracia, el respeto de las mayorías aunque uno piense que pueden estar circunstancialmente equivocadas.

Con el respeto que se merece el Dr. Sanguinetti, tuve, tengo y probablemente tendré coincidencias y discrepancias con él, pero en los conceptos que manejó en aquel discurso, mi coincidencia es total y lo revivo con la misma emoción que sentí aquel día al escucharlo.

Ser demócrata es la esencia de ser uruguayo. Por eso no hay nada más importante que debiera hacer un  o una joven al decidir dar su apoyo político, que trazar una línea para ubicar a los actores que merecen su consideración.

Nada es más importante que eso, porque nada es más importante que la Libertad. Y sin Democracia no hay Libertad.

De un lado estarán aquellos que le permitirán a ese o esa joven seguir durmiendo sin temor a que al despertar haya dejado de ser libre.

Del otro lado estarán los que no dudan en apoyar tiranías si se trata de regímenes ideológicamente afines. Son absolutamente conscientes de que son tiranías pero igual las defienden con absoluto desparpajo.

De un lado estarán quienes tratarán de fortalecer y dignificar las instituciones que sostienen a la Democracia.

Del otro lado los que sólo mirarán la cuota de poder que una institución les puede dar. Y siendo que para ellos el fin justifica los medios, para alcanzar ese poder no se sujetarán ni siquiera a las más elementales reglas éticas.

Por lo tanto, la decisión de integrar, militar o simplemente apoyar a un partido o propuesta política que cuenta entre sus filas a individuos que son íntimamente totalitarios, que descalifican, desprecian y agreden a quienes no piensan como ellos tiene una tremenda importancia para quien la adopta. Compartir ruta con personajes que no se esforzarán por prestigiar a las Instituciones ni ser dignos de la confianza que alguien les depositó no es algo banal. Que utilizarán, por lo tanto, a la Educación para adoctrinar y no para educar. A la Justicia, no para impartirla con honor e imparcialidad, sino para beneficiar a los “compañeros “ y perseguir a sus adversarios. Al Sindicalismo, no para lograr avances en las relaciones laborales y mejoras para el trabajador, sino para entorpecer a cualquier gobierno que no responda a su ideología, sin importarles los perjuicios que le causen al país y no dudando en generar campañas plenas de engaños y mentiras.

Teniendo presente esa línea divisoria, tan imaginaria como real, es que se deberá tomar la decisión, no solo para el voto, sino para la definición de la clase de ciudadano que se quiere ser.

Cualquier opción que implique asumir ese destino irrenunciable de ser demócrata será válido, se elija lo que se elija. Pero si se opta por el otro camino, se deberá tener conciencia de que – al cruzar esa frontera- se dejará de ser uruguayo, porque se habrá renegado de su esencia y ello aunque se tenga documento de identidad nacional y se viva en este territorio.

Compartir

Deja una respuesta