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LA REFORMA DE LA SEGURIDAD SOCIAL

Entre la “leche y el agua”, la duda razonable

César García Acosta

No hay garantías institucionales de que aunque se consagre en una ley, la construcción de las nuevas reglas de la seguridad social logre aplicarse. Al no haber consenso político de las coaliciones (gobernante y opositora), el futuro puede estar plagado de recursos jurídicos y de acciones de democracia directa, que le pongan un palo en la rueda. La señal colorada, si bien nace de un berrinche ante la desprolijidad prepotente de los cabildantes por imponer sus ideas, dejó en claro que la coalición republicana requiere de una conformación interna más garantista, trabajada y dialoguista, que o ha logrado ésta, su primera versión, un mejor ámbito que el “cara a cara” con el presidente, cuando lo que necesitaba era una mesa de negociación tanto de ideas, proyectos como de estrategias. El proyecto de reforma de la seguridad social que fue definido como “leche diluida con agua” por el presidente Lacalle, no deja conforme a nadie y levanta dudas de existencia desde la política hasta la academia. La gran duda será como siempre valorar el “vaso vacío o medio lleno”. Quizá estemos ante una cuestión de perspectivas que requerirá en el futuro de mucha imaginación.

Mientras el miércoles 19 LA DIARIA informaba que había “un acuerdo que permitiría comenzar a votar la reforma de la previsión social en este país”, –en el parlamento- se escuchaban voces discordantes en todos los partidos. Seguramente -y por más que lo haga en solitario-, los ecos de una nota en EL PAÍS de Pedro Bordaberry, de apenas unos días antes, siguieron sonando fuerte, y no sólo entre políticos. Como si no hubiese escuchado esas críticas, Adrián Peña, esta vezcomo vocero del Partido Colorado (PC), sin advertir que el tema debió encontrar ámbitos más amplios de “acuerdo” hasta en su interna, igualmente optó por llamar a una conferencia de prensa y ratificar que el presidente Lacalle había “aceptado” las tres modificaciones presentadas por su partido a la reforma jubilatoria. De este modo sellaba el futuro y confirmaba que el proyecto finalmente se aprobaría en la Cámara de Diputados.

Las modificaciones a la reforma incluyeron el compromiso de reducir la alícuota correspondiente a la primera franja del Impuesto de Asistencia a la Seguridad Social (IASS), en 8% en 2024 y 6% en 2025, sobre la base de una primera franja del impuesto que cubriría ingresos desde 50.940 pesos a 84.900 pesos. Para los colorados su partido siempre “estuvo en contra de la creación de este impuesto”, hoy lo que hay es el “compromiso de su derogación a lo largo del tiempo”.

También se logró la reducción del IASS que adhiere al “alivio tributario” del que tanto insistió Lacalle ante la Asamblea General cuando compareció en marzo al Parlamento. Paralos colorados el costo de la nueva reducción rondaría los 50 millones de dólares e implicaría que al final del período de gobierno haya “una reducción de 20% del IASS”.

El PC también propuso modificar la transición entre el actual y el nuevo régimen previsional para mitigar el “impacto por salto abrupto de edades”. Hasta ahora, el proyecto establecía que las personas que nacieron antes de 1972 no serían afectadas por la reforma, mientras que aquellos que nacieron en 1973 ya tenían que trabajar hasta los 63 años para jubilarse. El cambio del PC establece que la generación de 1973 trabajará sólo hasta los 61 años; la de 1974 hasta los 62 años y así sucesivamente hasta los 65 años. Para los colorados este cambio sobreviene por un “error de diseño”.

Por último, el PC planteó que cualquier trabajador podrá jubilarse a los 63 años, siempre y cuando cumpla con 38 años de aportes de servicios computables, autorizámdose retiros a los 64 años con 35 años de aportes. De lo contrario, se configurará la causal común de 65 años y 30 años de aportes.

Las divergencias sobre estrategias

Que la reforma de la seguridad social es un hecho todos lo asumen. Es por eso que cada 15 o 20 años estos “ruidos” reformistas se hacen oír más fuerte, fundamentalmente por no ser suficientes los cotizantes necesarios para soportar el peso de los retiros por jubilaciones, a cuyo gasto se suman los planes implementados por ley -desde el BPS- (seguros por desempleo, asignaciones familiares, pensiones graciables y por edad avanzada, entre muchas otras prestaciones), que imponen a las finanzas uruguayas participar hasta con el 11 puntos del PIB (producto bruto interno).

De ahí que la seguridad social sea un capítulo en la mira de los economistas, y su reforma –cualquiera sea el origen o la inclinación política de estos profesionales- despierta una atención muy marcada que apunta hacia su gradualidad y los acuerdos que se logren.

Durante este fin de semana, el economista Pablo Rosseli, en una cadena de twitter planteó: “¿cuán aguada quedó la leche?”.

Los twitter de Rosselli

En la cadena de twitter que el economista armó, hay varias posturas interesantes a destacar: “Las negociaciones dentro de la coalición de gobierno para la aprobación de la reforma condujeron a un conjunto de modificaciones que en términos generales reducen el impacto buscado en la sustentabilidad económica del sistema. Esas modificaciones (“agua en la leche… pero sigue siendo leche”, según el presidente) han planteado la pregunta de si vale la pena que se apruebe esta reforma “aguada” o si es mejor dejarlo para el próximo período de gobierno.”

Bajo esta consideración, Rosselli agregó: “El objetivo central de la reforma era atender la falta de sustentabilidad económica del régimen. Sin reforma, el estado deberá destinar una cantidad creciente de recursos públicos al pago de pasividades. Esta reforma “aguada” deja una situación mejor que el statu quo. Otro acierto importante del proyecto es el establecimiento del complemento solidario. El proyecto también busca una convergencia de regímenes: otro punto a favor.Sin perjuicio de eso, entiendo que el proyecto como será votado también merece varias críticas. La convergencia entre regímenes es demasiado gradual y mantiene por tiempo excesivo una situación de privilegio en la caja militar. Además, se faculta al PE a bonificar los años de servicio para militares, equiparándolos a policías, lo cual no parece razonable. A instancias de Cabildo, se toman los mejores 20 años de aportes (en lugar de los mejores 25 años). En relación al proyecto original: menor impacto en sustentabilidad, más incentivos a sub declarar aportes y favorece a quienes logran salarios más altos a lo largo de su carrera. Los dos cambios pedidos (siguiente tuit) por el Partido Colorado son técnicamente irreprochables, aunque reducen el impacto en la sustentabilidad. Suba gradual de la edad de retiro corrige problema de diseño que traería problemas. Permitir retiro anticipado (con 63 o 64 años si hay muchos aportes) es justo y recoge normas usuales a nivel internacional, aunque favorece también a quienes tuvieron mejores carreras laborales. Sobre la reducción adicional del IASS que exigió el Partido Colorado, acá mi opinión. Reducciones adicionales del IASS, con agua en la leche (descremada) de la reforma, son una muy mala idea. La reforma deja aspectos importantes sin modificar, sobre todo inequidades en los regímenes de aportación.”

Y concluyendo destacó Rosselli:

“Desde una perspectiva económica, no es urgente votar una reforma este año. Pero cuanto más se demore en aprobarla, menores serán las opciones disponibles. Y como he planteado reiteradamente, una campaña electoral centrada en la reforma de la seguridad social plantea el riesgo de promesas electorales demagógicas que terminen restringiendo las opciones de reforma. Con todo esto, ¿qué es mejor? ¿Aprobar esta reforma y corregir problemas y omisiones con otro proyecto más adelante o postergar el asunto y buscar acordar un proyecto más ambicioso en el próximo gobierno?”

De todos esto “la duda razonable” y la incertidumbre institucional.

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