La hegemonía cultural
de los años sesenta hoy en el siglo XXI
César García Acosta
Los colorados sabemos muy bien del significado de la “hegemonía cultural” y de la defensa del “relato”. Como parafraseaba Alfredo Zitarrosa a fines de los años setenta, “no hay revoluciones tempranas; crecen desde el pie”. En la nueva democracia, la nacida el 1º de marzo de 1985, las batallas que conforman invariablemente “la guerra de guerrillas” protagonizada por la izquierda orgánica, centrada en el aparato del Partido Comunista, es quien más relatos falsos ha construido desde mucho antes de las “fakenews” de la actual sociedad de la información del siglo XXI. Cuando todas las respuestas parecían conocerse, “nos cambiaron las preguntas” y ante la caída y ruptura del Frente Amplio, el renacimiento sobrevino a partir de encontrar un debate unificado y conceptualmente fácil de decodificar basada en “todos contra la LUC”. ¿Qué es la LUC?, ¿qué regula?, ¿qué artículos convalidó con sus votos el Frente Amplio?, y ¿qué razones inspiran a un partido político que hasta hace apenas un año fue Gobierno, a arremeter con un plebiscito a una ley socialmente proactiva, sólo por oponerse?, son interrogantes que los partidos de la coalición republicana tendrán que enfrentar tan unidos como sea posible, y a base de un discurso que en pocas ideas debe reflejar las virtudes de los 135 artículos cuestionados. Hasta ahora se escuchó una sola voz: la del Frente Amplio y su socio el PitCnt. Ahora es tiempo del Gobierno y de los partidos que lo integran no permitir la construcción de un falso relato. En este contexto los medios de comunicación no deben ser avasallados con mensajes contradictorios, sino cuidados responsablemente a base de la generación de mensajes claros e inequívocos sobre la simpleza que tiene que construirse para defender a LUC. Pretender centrar el fracaso de las políticas en la difusión periodística resulta tan ambiguo como invomveneinte.
Bajo el título de “el Frente plantea recrear su hegemonía cultura” en batalla por el relato”, el diario EL OBSERVADOR planteó en su edición del sábado 11, que “la recolección de 800 mil firmas para habilitar un referéndum que pretende derogar 135 artículos de la ley de Urgente Consideración (LUC) significó para el Frente Amplio un cambio cualitativo en el plano político y también en lo anímico. Para la coalición de izquierdas supondrá además asumir su responsabilidad en la organización de la “resistencia a las políticas antipopulares” del gobierno, según un nuevo texto incorporado al documento de balance y perspectivas que la fuerza política discutirá en su Congreso del mes que viene.
Para enfrentar al Frente Amplio es necesario que la coalición republicana entienda que unida tiene posibilidad que de otro modo se disipa por la lógica del fraccionamiento. Se debería integrar un equipo de comunicación multidisciplinario que sea el encargado de recrear los mensajes adecuados para cada parte de la campaña que vendrá. Si este debate no se profesionaliza, irremediablemente se perderá, y si bien una batalla no hace a una guerra, sí es evidente que el resultado del plebiscito podría ser visto como un anticipo electoral irremediable.
“Es evidente que el FA representa la alternativa al actual modelo”, señaló el documento. Además de esperar una administración “responsable” en las intendencias que controla, el texto destacó el trabajo por una oposición parlamentaria articulada y una estructura política “adecuada a los requerimientos de los tiempos”. En ese marco, según el documento, el actual contexto requiere una postura “activa y combativa”, enfocada en enfrentar la “batalla cultural”. “Lo realizado en los tres gobierno del Frente Amplio es un punto de partida, pero en lo estratégico es necesario actualizar nuestra lectura de la sociedad y la política con una mirada autocrítica”, afirmó el documento. “La victoria electoral solo será posible si emerge como resultado de un proceso de acumulación política e ideológica y no como un fin en sí misma”, aseguró el texto. La estrategia, según fue señalado, debe ser progresiva y en busca de avanzar en “espacios de confluencia”, como sucedió en la campaña contra la LUC. “El FA debe acompañar y encauzar la resistencia del pueblo uruguayo contra el proyecto neoliberal y restaurador”, afirmó otro pasaje del texto. Para eso en la oposición consideraron fundamental construir una nueva “hegemonía cultural” a través del predominio en el campo de las ideas, descuidado, según aseguraron, mientras la izquierda estuvo en el gobierno. Esa debería ser una “línea estratégica central”, dice el texto. En cuanto a la estructura de la fuerza política, se plantea un fortalecimiento tanto a nivel central como de los comités de base, con énfasis en las zonas del país en las que la presencia del Frente Amplio es inexistente o insuficiente. “En su propuesta político-electoral el FA necesita conservar su amplitud evitando la micro-fragmentación que corre el riesgo de desnaturalizarlo como fuerza política”, afirmó el documento que también advirtió en un nuevo texto que se advierte una “micro-fragmentación” de grupos candidaturas. Al mismo tiempo que los sectores de la oposición alinean sus apoyos para las elecciones a la presidencia del Frente Amplio, los grupos además definen los aspirantes a la titularidad de las departamentales de la fuerza política, que también serán electos en los comicios internos del 5 de diciembre. En Montevideo, el comité de base Patria Libre presentó a la coordinadora O su aspiración a que Graciela Villar, la excompañera de fórmula de Daniel Martín y exedila, sea una de las candidatas a presidir la departamental del Frente Amplio en Montevideo. La propuesta pasará ahora a estudio de Fuerza Renovadora, el sector del senador Mario Bergara cuyas filas integra Villar, dijeron a EL OBSERVADOR fuentes de esa agrupación. En Canelones, por su parte, los sectores están en conversaciones por distintos nombres, uno de ellos el del exvicecanciller Roberto Conde. Meses atrás había sido manejada como una opción la expresidenta de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, Susana Muñiz, pero la actual edila todavía no recibió una propuesta formal.
Este contexto describe una interna bien compleja en una izquierda fraccionada que sigue luchando por el poder interno; el gobierno, y su soporte los partidos de la coalición republicana, son quienes asumir un desgaste que les servirá de mucho rumbo a las elecciones de 2024.