La Intendenta de San José
y un concepto en desuso llamado LIBERTAD
César García Acosta
La Intendenta de San José, Ana Bentaberri -no prohibirá ni le impondrá a la Banda Municipal-, que en su repertorio se interprete la emblemática melodía de la música tropical “Azuquita pa’l café”, cuya letra generó polémica entre sus músicos. La canción en Uruguay la impuso el conjunto Casino y fue reeditada en 2002 por la sonora Palacio. Actualmente se la tildó de lesiva por cuestiones de género.
Las bandas municipales a diferencia de las Orquestas, dedican sus repertorios musicales a las expresiones más populares con fuerte arraigo local. La música tropical ha sido en Uruguay un género de fuerte impacto ya desde antes de 1950. En la década de 1990 se cultivó la música tropical con mayor fuerza artística acaparando los centros bailables con música en vivo en todo el pais.
Pero lo que era una expresiva natiral por aquellos años, hoy, y por cuestiones de género, al aplicarse conceptos de modo piedeletrista, pueden ocasionar divergencias que hasta podrían llegar a transformarse en causa probable en el ámbito judicial por la lesión de derechos sostenidos desde la transformación cultural.
Ejemplo de esto es el caso de la Intendencia de San José donde una canción de la música tropical uruguaya generó desavenencias que merecieron la intermediación de la Intendenta Ana Bentaberri. La jefa comunal decidió no prohibir ni imponer que la Banda Municipal interprete Azuquita pa’l café, ante las denuncias de una integrante de esa banda que había reclamado que la canción –original del Gran Combo de Puerto Rico– promovía estereotipos de género en el contenido de su letra. Esta postura fue avalada por otros músicos, lo que determinó el inició de un expediente para analizar el caso y tomar una definición.
La Mesa Departamental de Género y Diversidad, en ese contexto, aprobó una resolución que aseguraba que Azuquita pa’l café reforzaba los «estereotipos de género que vulneran derechos humanos de las mujeres». De esa manera, consideraba que no era pertinente que la banda municipal difundiera la canción.
Sin embargo, la intendenta Bentaberri, anunció por Radio 41 que una vez que se difundió la resolución de la Mesa Departamental de Género y Diversidad –con la recomendación de que la canción se excluyera del repertorio– ella pidió asesoramiento al departamento jurídico de la comuna para circunscribir con claridad los hechos, la supuesta vulneración de derechos y los pasos a seguir.
La Asesoría Jurídica de la Intendencia, según la Intendenta, dijo “que la interpretación de esta letra no tiene una prohibición legal, que no viola derechos fundamentales y que el director de la Banda, en su calidad de tal, será quién elegirá todos los temas», afirmó.
Dicho eso, apuntó que la intendencia resolvió que no prohibirá ni impondrá la interpretación de Azuquita pa’l café.
«Nosotros no vamos ni a prohibir ni a imponerle a la Banda que tenga que interpretar o no determinado tema. Vamos a devolver el expediente a la Banda Municipal y así reconocemos que le corresponde a su director elegir los temas que van a ser interpretados», dijo Bentaberri.
«El tema no va a quedar prohibido ni lo vamos a imponer. Va a quedar a criterio del director», sentenció.
Años atrás, -en otro contexto político y cultural- contrariamente a este caso, un Intendente marcó en la materia cultural una fuerte impronta radical con limitaciones a la expresión cultural. En ese caso se entendió que una serie de dibujos del artista plástico Oscar Larroca, lesionaban derechos. Corría 1988 y Jorge Luis Elizalde había llegado -como tercer suplente- a la titularidad del cargo de Intendente de Montevideo por el Partido Colorado. En el Departamento de Cultura creado paradójicamente en esa misma época, predominaban visiones distintas a las del Intendente, más aperturistas y con una marcada impronta de libertad cultural.
En aquel momento el Intendente se radicalizó y limitó la exposición que programada, exigiendo que en la sala se pusieran carteles que advirtieran “prohibido para menores de 18 años”.
El dislate rápidamente sobrepasó al Palacio de Ladrillo, y motivó la caída de la exposición, que a las horas de censurada, fue patrocinada por la entonces ministra de Educación y Cultura Adela Reta. La obra de Larroca finalmente se expuso con particular éxito y la cartelería prohibitiva abrió su paso a un aire de libertad que se ha mantenido intacto hasta nuestros días.
El éxito en el caso de la Intendencia de San José está asegurado por la fuerte convicción de libertad que ha demostrado Uruguay en general y la Intendenta Ana Bentaberri en particular, quien al no prohibir ni imponer, dejó de cargo de la ciudadanía la aceptación o el rechazo de una expresión cultural.
La libertad, más que un concepto, es un hacer de todos los días; es una cuestión de civismo republicano que está bastante más allá del poder circunstancial de la política.