Historia

LA RAICES DEL GOLPE MILITAR

Los mismos de siempre

Jorge Leiranes

Era la madrugada del viernes 29 de mayo de 1970, cuando un comando tupamaro –liderado por Sendic, compuesto además por cuatro cañeros-  invadió el Centro de Instrucción de la Armada, en el extremo sur de la península montevideana. Fernando Garín un marinero que prestaba servicios en esa unidad -reclutado para el movimiento, poco tiempo antes por Lucas Mansilla- fue quien proporcionó la información para el asalto.

El cabo de guardia, Garín, dispuesto a comenzar la primera ronda de rutina, subió hasta la azotea, en dirección a su compañero centinela, y cuando estuvo a su lado, echó mano a la pistola de reglamento y apuntándole, lo forzó a que le entregar el arma y se acostara boca abajo… luego, desde lo alto y con el fusil M-16 apuntando al “puerta” le ordenó que abriera el portón, para así dejar ingresar a sus compinches.

Culminaría sin contratiempos el operativo, no habiendo disparado un solo tiro, partiendo los complotados en tres camiones de la propia marina, repletos de armas. Pese a que la Armada nunca reveló el total de armas robadas, extraoficialmente, se pudo saber, que se trató, de 4 sub ametralladoras Thompsom, 90 fusiles, 150 fusiles semiautomáticos Garand M-1, 4 fusiles M-16, 4 metralletas Raissing, 7000 proyectiles, un número indeterminado de granadas y 6 radios-transmisores de mochila.

El arsenal en manos del movimiento extremista se convirtió en una espada de Damocles para políticos y militares. Se pensó que irían a desatar una escalada en su accionar; y a raíz de esa conjetura, se registraron dos incidentes de insumisión en los cuerpos militarizados, a partir de los cuales el personal armado de la Policía, decidió no volver a salir más a la calle en esas condiciones.

                              Insólita conjura para derrocar al Presidente

En pleno altercado se produce un hecho verdaderamente insólito: un abogado de los insubordinados de la Guardia Republicana  [El Dr. Caracé Hernández, según surge del relato de los hechos, del diputado Gutiérrez Chirimello, publicado el 1º de julio del 70 en El Debate] solicita, por intermedio de los presos de Punta Carretas, un encuentro entre la Dirección del MLN y emisarios del grupo político Herrera-Heber, que dirigía es ex presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Alberto Héber Usher.

En la tardecita del viernes 2 de junio de 1970, se produjo el encuentro poco conocido, pero -por su gravitación en los años siguientes- bien habría merecido una mayor trascendencia. Lucas Víctor Mansilla Calleros por el MLN y Héctor Gutiérrez Ruíz y Alberto Gutierrez Cirimello por los nacionalistas, departieron durante algo más de una hora, en un lugar oculto de Montevideo. El primero, integrante por entonces del movimiento Por la Patria, [lo había cofundado en 1968, junto a Wilson Ferreira Aldunate] y el último, comisionado por el sector Herrerista y el presidente del Diretorio nacionalista, en consecuencia se trataba de una representación auténtica del Partido Nacional.                                                                      

Consultadas diversas fuentes respecto al contenido de la enigmática conversación, todos los relatos coinciden en afirmar, que el planteo de los legisladores blancos, habría comenzado reconociendo cierta analogía entre las revoluciones blancas del siglo XIX y la acción rebelde, de los movimientos armados del 60, antes de pasar a exponer sus planes.     

 Según lo narrado, así fueron las primeras palabras, “El partido que  representamos, ve con simpatía la labor del MLN-T, a quien comparamos con los contingentes armados de Aparicio Saravia… entendemos conveniente mantener estrechos contactos, para profundizar en el conocimiento mutuo que permita llegar en el futuro a acuerdos de fondo”. Expuestas las coincidencias y la necesidad de profundizarlas, los integrantes del coloquio, se dedicaron a rememorar pasajes puntuales de la historia, evitando -como es lógico- referirse a aquellos aspectos discordantes, que seguramente habrían afectado el buen talante de la conversación.

Finalmente y luego de un instante de suspenso los diputados blancos pasaron a formular sus intenciones y trasmitieron su petición, “…a tales efectos solicitamos una tregua de 45 días [de la lucha armada], en los que con las fuerzas que contamos en los Cuerpos Policiales y en la Fuerzas Armadas promoveremos el derrocamiento del gobierno de Pacheco Areco… y cuando esto se haya concretado, volveremos a conversar acerca de un plan de gobierno común, con amnistía para los presos del MLN-Tupamaros y la integración de algunos miembros [del Movimiento] a nivel de gobierno…”

En líneas generales la propuesta fue muy bien recibida, sólo alguna voz disonante habría manifestado su desconfianza: “no creía en la honestidad de los Héber y consideraba que todo, no era más que un señuelo para conseguir una tregua, tregua que prestigiaría políticamente a los blancos, sin beneficio cierto para el Movimiento. Además, -según el informante anónimo- consideraba que era una decisión demasiado importante para adoptarla sin consultar a los Comandos de Columna”. Finalmente se  impuso la posición oportunista de Sendic, “dado que no estaba prevista ninguna acción en los siguientes veinte días [por lo que en realidad no se estaba haciendo ninguna concesión] y además, nada se arriesgaba, dado que la negociación, se había acordado que fuera secreta”.

La tregua pactada

El 13 de junio se iniciaba la tregua unilateral de los Tupamaros, al tiempo que la Policía -ajena a los acuerdos- continuaba con los operativos en busca de las armas; y los colorados -desconociendo por completo la conspiración- no dejaban de ver intenciones dolosas, en cada acción de sus colegas blancos. Los generales Aguerrondo y Vadora, estaban en permanente contacto con los hermanos Héber,  -y con Wilson Ferreira Aldunate a través del diputado Gutierrez Ruiz, al que informaban a diario sobre la interna militar- suscitando comprensibles suspicacias en el partido de gobierno.  

A sólo dos días de comenzada la tregua, el diario EL DEBATE, que pertenecía al grupo de los Héber, viola el secreto, dando una “noticia exclusiva”, aun cuando, sin ajustarse estrictamente a la realidad de los hechos. En su edición del lunes 15, el matutino, con un destacado encabezado, decía “estar ahora, en condiciones de confirmar, una noticia que fuera adelantada el pasado jueves 11 por nuestro diario” [dos días antes de comenzar la tregua y tres antes de que el MLN anunciara su decisión]. El comunicado de la organización clandestina, anunciaba “un compás de espera de 15 días, de todo tipo de ataque a los efectivos policiales, a la espera de una “recapacitación” sobre lo que entienden como un ensañamiento criminal de las fuerzas represivas”.    

El Poder Ejecutivo clausura por cinco ediciones regulares a El Debate. Dice el decreto, [visto] “La conducta periodística del diario… considerando: que muchas de sus publicaciones se caracterizan por hacer afirmaciones sobre hechos inciertos, que desprestigian las instituciones… que el PE está obliga a salvaguardar y defender”.  

Cumplida la suspensión, en un suelto editorial, EL DEBATE,  bajo el título de –SÓLO LOS TRAIDORES O LOS EUNUCOS QUEDARON INDIFERENTES-escribe:

Ningún sector verdaderamente nacionalista, dejó de conmoverse y expresar su repudio ante la medida de gobierno. Quienes han elegido acompañar este gobierno despótico, y medrar a su sombra a la búsqueda de un poquito de poder, se dieron un gran lujo, que posiblemente les cueste demasiado caro: ir contra la historia. El Debate, expresión de un partido de hombres y mujeres nacionalistas, no calló su voz. El gobierno, al intentar hacerlo desaparecer, cometió un grave error; el de todos los tiranos, que creen que el pueblo puede ser clausurado por decreto.

Wilson Ferreira envía una nota al Directorio del Partido en donde se refiere a la clausura como “un nuevo avasallamiento” y agrega:

Ahora la bofetada ha sido dada a nuestro Partido. No puede ya el Presidente de la República alegar prédica foránea y extranjerizante para justificar este atropello. Las raíces de nuestra Patria y del Partido Nacional van unidas”.

El 2 de julio acabó el plazo acordado y como prueba inequívoca de la tregua, por la noche misma de ese día, se procesaron –por parte de los extremistas- acciones de desarme de agentes policiales, con un saldo de varios de ellos heridos y uno muerto.

El Partido Comunista celebrando los tres lustros de su risorgimento –luego de la purga a los Gómez y el entronizamiento del todopoderoso Rodney Arismendi- dedica una página de su vocero EL POPULAR, convocando a “¡VOLTEAR AL GOBIERNO AHORA!”.Nueve consigna enlazadas,

“15 años de acusación al régimen; 15 años por la revolución; 15 años por elevar a la juventud uruguaya; 15 años de lucha solidaria, patriótica e internacionalista; 15 años por convertirse en la avanzada; 15 años jalonados con mártires… y héroes de mil hazañas de la lucha popular; 15 años que se festejarán con una gran campaña propagandística y agitativa, de difusión ideológica y política, de reclutamiento acelerado; 15 años que se festejarán en medio de la más dura y prolongada lucha del pueblo contra la oligarquía. 15 años que se festejarán bajo una consigna: ¡VOLTEAR AL GOBIERNO AHORA! único camino definido y combativo…”

La apología del delito, claramente expresada en esa página,  provocó, como inmediata respuesta del PE, una nueva clausura del diario, amparado en las MPS.

El golpe de Estado, evidentemente no ocurrió y el diario no cumplió con el acuerdo de mantener en secreto la tregua unilateral -dos días antes de iniciarse, anunciaba como primicia EL DEBATE, la decisión que habría de adoptar con posterioridad el grupo armado- no obstante los acuerdos continuaron -ya más como una relación de tipo comercial- con pingües beneficios para las dos partes.

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