La trampita de Maduro
Fátima Barrutta
El precandidato del FA Yamandú Orsi ya nos había sorprendido tiempo atrás, cuando comparó las elecciones de Venezuela con una carrera de caballos.
Ahora acaba de repetir la referencia hípica: “a mí me gusta, en la democracia, que mi caballo gane, pero si corren todos los caballos. Si no corren todos y queda un caballo afuera, como en una carrera, eso es, por lo menos, una democracia imperfecta, si quiere ser democracia”.
Los más indulgentes respirarán aliviados: por fin un dirigente del Frente Amplio admite la arbitrariedad de Nicolás Maduro.
Quejarse de que “un caballo quede afuera” es bastante más positivo que la frase famosa pronunciada en 2019 por José Mujica, consultado sobre la vez en que los vehículos militares del represor atropellaron literalmente a manifestantes pacíficos: “no hay que ponerse delante de las tanquetas”, había pronunciado en uno de sus habituales sincericidios.
Pero tratándose del FA (y tratándose de Orsi), la actual crítica a Maduro no podía ser demasiado fuerte.
En lugar de decir que se trata de una dictadura cruenta, que aplasta los derechos humanos y hambrea a su pueblo, el candidato del MPP la califica como “democracia imperfecta”. Y para rematarla, agregó una frase que levanta polvareda:
“Si yo dejo alguno afuera, no gano, estoy haciendo una trampita”.
No era necesario usar esa palabra y mucho menos en diminutivo.
Estamos hablando de una dictadura que proscribe, persigue, encarcela, tortura y mata a los opositores.
Las evidencias de ese comportamiento totalitario, reñido con el respeto más elemental a los derechos humanos, son múltiples y reconocidas incluso por gobiernos de izquierda.
No decirlo fuerte y claro equivale a un hábito muy común en el Frente Amplio, la tibieza con que se refiere a la dictadura de Maduro (muchos nos preguntamos por qué serán tan cuidadosos a la hora de criticarla) y otro muy característico del propio Yamandú Orsi: un discurso ambiguo, que usa muchas palabras para decir poca cosa, que no se la juega en forma contundente por ningún concepto, como si prefiriera quedarse parado en el medio de la cancha sin buscar el gol ni defender el arco.
Los colorados, en cambio, integramos una coalición cuyo presidente le expresó a los mandamases cubanos y venezolanos en su propia cara el reclamo uruguayo de que devuelvan a sus pueblos la democracia y la libertad.
Así lo hace un día sí y otro también nuestro representante ante la OEA, el colorado y batllista Washington Abdala.
Sobre esto no debería haber segundas opiniones ni medias tintas.
Es muy triste que los dos precandidatos entre los que se decidirá la interna del FA, Orsi y Cosse, sean tan omisos a la hora de defender la causa de los miles de venezolanos que llegaron a nuestro país huyendo del totalitarismo.
Cuando los militares uruguayos incumplieron el mandato constitucional, redactando aquellos nefastos “comunicados 4 y 7” donde se insubordinaban al poder civil, no hicieron una simple “trampita”. Proscribir a toda la dirigencia política de la época -con excepción de los civiles que deshonraron la democracia, inclinándose ante ellos- tampoco fue una trampita.
Orsi debería saberlo y cuidar así la manera como se expresa, entendiendo que no solo agravia a los venezolanos sino a todos los pueblos que padecen la opresión del autoritarismo.
Los dirigentes políticos no somos caballos de carrera. Representamos la soberanía popular a través del voto de nuestros compatriotas.
Quien nos proscriba y censure, no merece como respuesta un apelativo indulgente, sino una condena enérgica y firme.
No hay democracias imperfectas.
Hay democracias o dictaduras. Punto.