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Las cinco hermanas

Ricardo J. Lombardo

Hace 50 años se decía que el mundo estaba guiado por las 7 hermanas, que era la forma con que se denominaba al oligopolio de las principales empresas que controlaban la producción y distribución de petróleo y sus derivados.

La economía mundial fue sacudida por los shocks petroleros de los años 70s impulsados por la OPEP y las 7 hermanas y ya nada volvió a ser igual.

Ahora hay otras hermanas, cinco en total, que ejerciendo monopolios hegemónicos, parecen ir hacia el control del mundo: las tecnológicas.

Alphabet (propietaria de Google y Youtube), Amazon, Apple, Facebook y Microsoft han empezado a ejercer un poder que amenaza  derribar a los estados soberanos y transformar al mundo tal cual lo conocemos.

Primero debieron afrontar serias responsabilidades en la manipulación de la información de cada cliente sin su autorización, para intervenir, de manera directa o indirecta, en los comicios de países democráticos.

Después, en una ominosa manifestación de poder, censuraron de por vida a Donald Trump, que aunque uno discrepe totalmente con su pensar y su accionar, en nuestras conciencias democráticas resulta muy chocante que alguien que obtuvo 75 millones de votos en las elecciones norteamericanas, sea acallado por la decisión arbitraria de los directoras de estas empresas privadas.

Ahora han silenciado a Australia cuyo parlamento promueve una legislación que exige que los medios de comunicación sean remunerados si esas redes sociales utilizan su material.

Parece lógico que los diarios o los creadores del verdadero valor de las noticias, busquen una remuneración y traten de impedir que su trabajo se desvalorice, mientras los buscadores utilizan su material para satisfacer a sus clientes y monetizar la abrumadora cantidad de contactos que logran en ese proceso.

Las redes argumentan que si no fuera por ellas, nadie se enteraría de esos contenidos.

Y los medios argumentan que sin esos contenidos, las redes no tendrían qué mostrar.

Pero la disputa parece desigual. Las cinco hermanas, con el aval de ser vistas como líderes de las nuevas tecnologías, se han constituido en verdaderos monopolios.

Y la simpatía que recibían por introducirnos en una nueva era, se va desvaneciendo si esa nueva era las convierte una especie de Gran Hermano controlado por sus acaudalados propietarios que se han convertido en los hombres más ricos del mundo.

A principios del siglo XX, Rockefeller tuvo ese poder hegemónico enancado en el petróleo, y lo perdió por la legislación antitrust en Estados Unidos.

Los parlamentos del mundo deberán empezar a legislar, quizás coordinadamente, para promover la competencia y evitar tamaña concentración de poder, si no quieren quedar en manos de esas gigantescas corporaciones y de sus desmesuradamente ricos propietarios.

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