Política nacional

Libertad, igualdad, democracia y otras yerbas

Jorge Nelson Chagas

El reciente incidente que involucró al polifacético Claudio Rama y a la directora del Teatro Solís Malena Muyala, más allá de sus alternativas, sirve para reflexionar sobre el problema de la libertad y la igualdad.

Honestamente no sabía que existía una resolución del Congreso de Intendentes, aprobada por todas las comunas de todo el país en  el año 2010, sobre la aplicación de una “Guía de Lenguaje Inclusivo”. Como es sabido el objetivo del “lenguaje inclusivo” se refiere  a una manera de expresarse, oralmente y por escrito, sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género.

En un principio el “lenguaje inclusivo” parece obedecer a fines nobles. Obsérvese, además, que, si se trata de una disposición legal dentro de un régimen democrático, las acusaciones de censura o totalitarismo  no tienen sentido. Lo que se le solicitó a Rama es que cumpliera con las disposiciones legales vigentes. ¿Cómo se le puede pedir a la Intendenta de Montevideo que remueva a un jerarca que actúa conforme a ley? 

Sin embargo… las cosas no parecen tan simples. En el fondo del asunto está si es correcto o no imponer coercitivamente el “lenguaje inclusivo”, si al hacerlo se está violando o no la libertad creativa de los artistas y una cuestión esencial: si la aplicación del “lenguaje inclusivo” ayuda o no a combatir la discriminación  o bien, es un inquietante instrumento para hacer que todos pensemos de la misma manera. 

En lo personal rechazo totalmente el “lenguaje inclusivo”. No lo considero una herramienta positiva ni eficaz en la lucha contra la discriminación. Tampoco creo que el mismo implique una reedición siglo XXI del “realismo socialista”. Pero no soy tan soberbio de pensar que poseo una verdad única.

Acaso Uruguay, como país democrático, se merece un debate respetuoso y con argumentos sobre la aplicación legal del “lenguaje inclusivo”.

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