Política nacional

Madurolandia

Ricardo Acosta

El reciente proceso electoral en Venezuela ha dejado en evidencia, una vez más, el carácter autoritario del régimen de Nicolás Maduro. En un escenario donde el control gubernamental sobre las instituciones es casi absoluto, el gobierno ha sido acusado de manipular el proceso electoral y excluir a candidatos opositores clave, consolidando así una dictadura con todas sus letras. A pesar de las encuestas que predecían una clara victoria de Edmundo González, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció un estrecho triunfo para Maduro.

Esta decisión fue rápidamente cuestionada por numerosos líderes y organismos internacionales, que señalaron irregularidades y denunciaron un fraude electoral evidente.

En Uruguay, la respuesta a estas elecciones ha sido diversa y, en algunos casos, contradictoria. Mientras que figuras y sectores más centristas dentro del Frente Amplio han expresado su preocupación , cómo por ejemplo Mario Bergara que manifestó “preocupación y tristeza” por la situación en Venezuela y llamó a “dar todas las garantías para legitimar el resultado», destacando las violaciones a los derechos humanos y la falta de democracia. Mientras tanto otros grupos, como los Tupamaros y el PIT-CNT, han mostrado un apoyo inquebrantable a Maduro. Este respaldo parece estar basado en una visión antiimperialista que, lamentablemente, pasa por alto la realidad de un régimen que oprime a su población y limita severamente las libertades individuales.

Es especialmente doloroso para muchos uruguayos ver cómo sectores de la izquierda uruguaya apoyan a un gobierno que viola los derechos humanos, considerando que, durante la dictadura militar en Uruguay, Venezuela fue un refugio seguro para muchos de nuestros compatriotas perseguidos. La historia de solidaridad y apoyo mutuo entre ambos países debería ser un recordatorio constante de la importancia de defender los valores democráticos y los derechos humanos.

Aquellos que apoyan el régimen de Maduro, ya sea por razones ideológicas o políticas, deben reflexionar sobre las implicaciones de su postura y considerar las consecuencias de alinearse con un gobierno autoritario.

El pueblo venezolano, que sueña con libertad y una vida digna, sigue enfrentándose a un régimen que utiliza el poder para perpetuarse y reprimir cualquier forma de disidencia.

La comunidad internacional, y especialmente los países con una rica tradición democrática como Uruguay, tienen la responsabilidad de apoyar a los venezolanos en su lucha por la libertad.

No podemos ser cómplices silenciosos de una dictadura; debemos alzar la voz y exigir justicia y democracia para un pueblo que merece vivir en libertad y con dignidad. La situación en Venezuela es un recordatorio sombrío de lo que ocurre cuando el poder se concentra sin límites ni contrapesos. Es un llamado a la acción para todos aquellos que valoran la libertad y los derechos humanos.

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