Política nacional

Más allá de ruidos y relatos

Julio María Sanguinetti

En los últimos 12 meses, a setiembre, el salario real aumentó un 4,8% por encima de 2019. Era lo comprometido por la Coalición Republicana y se ha alcanzado de un modo gradual y ordenado, sin comprometer ninguno de los demás equilibrios en juego.

Lo que debería ser un motivo de reconocimiento para la oposición sindical, parecería que es al revés: le enoja que el gobierno haga público el dato, se molesta porque los comentaristas económicos lo destaquen como un logro relevante, no les satisface… dicen que nadie podría festejar el retorno a valores anteriores, ignorando lo que significa superar la caída universal de la pandemia, la sequía inédita, la caída del mercado internacional y una guerra europea que generó un avance generalizado de la inflación.

Más allá de estas caras agrias, lo que importa es que el país sigue avanzando. En materia de empleo, entre el 2017 – 2020 se perdieron 110 mil puestos laborales, 60 mil de ellos en la emergencia sanitaria. En lo que va de este año se han recuperado totalmente, al punto que hoy tienen ocupación formal 1.712.300 personas, el mayor valor registrado. Si se compara con febrero de 2020, último dato del gobierno anterior, son 85 mil nuevos puestos. Lo que ha llevado a 100 mil nuevos aportantes al BPS, que significan, además, una caída de la informalidad (según el INE ha bajado del 25% a 22% del total). O sea, más calidad en el empleo.

Como consecuencia, la masa salarial, o sea el total de los salarios que se pagan, en setiembre se situaba 4,6% encima de los niveles registrados a febrero de 2020.

Esto no es una ensalada de números. Es la descripción de una realidad, que -digámoslo al pasar- es la que también hace posible que los uruguayos viajen en masa a Buenos Aires. Sin duda los precios son muy buenos, pero el hecho es que si van es porque pueden pagar el transporte, el hotel y los buenos restaurantes porteños, que hay para todos los gustos. Lo que si bien es malo para nuestro comercio, también ha permitido viajar a gente que nunca lo había hecho.

Todo este proceso virtuoso se relaciona con el crecimiento de la economía y la caída de la inflación, que en un 4% anualizado, nos ubica dentro del rango meta fijado por las autoridades, con el mejor registro de los últimos 17 años. En cuanto al conjunto de la economía, el PIB creció 3,5% en estos tres años, pese a la enorme caída del año de la pandemia, que afectó al mundo entero. Se prevé un crecimiento del orden del 1% para este año y del 3% para el que viene, con lo que este gobierno, después de todas las tormentas que ha sufrido, registraría un crecimiento del 7,5%, bien mayor que el magro 4.8% del gobierno anterior.

Esta es la razón por la cual se han podido financiar, para los niños entre 0 y 3 años, 474 centros CAIF, creados por el Partido Colorado en 1988 y Becas de Inclusión Social para pagar Jardines privados donde no hay CAIF. Así se llega a 99 mil niños atendidos, más 80 mil entre 3 y 5 años, en las históricas preescolares que universalizaron la atención de ese segmento fundamental. Junto a las escuelas de tiempo completo, son las medidas más efectivas contra la pobreza infantil que se han puesto en marcha hasta ahora y en poco o nada ha tenido que ver el FA, que suele invocar la situación, pero no puede mostrar ningún paso real como éstos, iniciativas prioritarias de la acción batllista en los gobiernos colorados y en la presente coalición.

Desgraciadamente, asistimos estos días a un enloquecido radicalismo, que pretende instalar la idea de un país en crisis y, en el colmo de la mala fe, manifestar en favor de una democracia que no está en cuestión, y en contra de una corrupción inexistente. Entendemos que el episodio del famoso pasaporte, otorgado legalmente, aunque mal comunicado, mueva a la oposición. Pero de ahí a inventar una historia de corrupción cuando no hay el menor indicio de ello, mide la estatura ética de un Frente Amplio cuya falta de liderazgos lo va deslizando a ese maximalismo. Marchas, referéndums, agresiones patoteras como en el Cerro… El Pit-Cnt, de conducción comunista, arrastra a todos, bajo el liderazgo de un Marcelo Abdala, que es un sincero y convencido ortodoxo leninista que navega a mucha distancia de la democracia y la economía de mercado. Por supuesto, el sistema no corre los riesgos de otro tiempo, pero no hay duda que se trata de quienes no asumen sus valores y no piensan en que para distribuir hay que generar riqueza y que para ello hay que lograr inversión y que para que esta fluya hay que ofrecer seguridad jurídica y previsibilidad de políticas. Nada de esto le aseguraría al país un eventual gobierno del Pit-Cnt, con su visión proclamadamente clasista y corporativa.

En todo caso, si miramos con serenidad el panorama de nuestra América Latina, ni hablar del vecindario, podemos realmente sentir que el Uruguay, bajo este gobierno, viene logrando resultados más que satisfactorios. A lo que se añade un gran empuje de infraestructura y dos reformas estructurales, tan relevantes como la imprescindible de la seguridad social y la impostergable de la educación. ¿Qué se ofrece como alternativa? Los diálogos interminables, el estado de asamblea, el quietismo burocrático de esa visión sindical que cree que se puede gastar sin financiar y no asume que en la civilización digital no cabe ese mundo suyo, de confusas reclamaciones, paros por la nada, ausencia de la idea de competitividad y apolillados sueños socialistas.

El país está trabajando. Se ve futuro. Los ruidos artificiales, los “relatos” y las bizarras anécdotas judiciales, no deben apartarnos del camino.

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