Mentiroso, mentiroso
Fátima Barrutta
La razón por la que el Frente Amplio se subió a este referéndum contra la LUC, cuando inicialmente habían desestimado la idea de salir a juntar firmas, parece muy clara. El hecho de que el Pit-Cnt lograra conseguir (por ahora aparentemente) las firmas necesarias, los tomó por sorpresa y recibieron con ello, por primera vez, un poco de oxígeno, un acicate para contrarrestar una derrota electoral que los había dejado mal parados, sobre todo en su autoestima.
Hay que hacer un repaso de los palos de ciego que dieron prácticamente desde el día que asumió el gobierno la coalición republicana.
Inventaron una represión policial desmedida, solo comparable a la que rige en Cuba y Venezuela, solo porque unos policías detuvieron a un señor que blandía unas espadas en la vía pública. Un ciclista denunció que otros policías lo maltrataron y dispararon con armas de fuego, y después se pudo ver un video en que se demostraba que había sido tratado de manera cortés y respetuosa.
Después vino la pandemia y, ya en el arranque, entre el FA y el Pit-Cnt armaron un insólito caceroleo contra el gobierno, reclamando confinamiento obligatorio. En las redes sociales se dirigían al presidente argentino diciendo «Alberto, adoptanos»… En el momento más grave de la pandemia, un publicista indicó a los médicos que tenían que mirar a cámara y decir con voz grave que no alcanzaban las camas de CTI. El hombre hasta les indicó qué cara tenían que poner…
Todo lo hecho hasta ese momento para confrontar con el gobierno fue tan farsesco, que el supuesto triunfo en la recolección de firmas les dio por primera vez un motivo valedero para seguir la pulseada.
Pero quedaron encerrados en su propio laberinto. Porque no podían promover la derogación total de una norma con la que ellos coincidieron en más de la mitad de su articulado. Y vender la idea de que hay que derogar 135 artículos es de una complejidad tal, que comprendieron el serio riesgo que corrían de que la empresa fuera directo al fracaso.
Entonces tomaron la peor de las decisiones: agitar fantasmas y asociarlos a la LUC, a como diera lugar. Los frenteamplistas históricos siempre dicen que en la campaña electoral de 1971, los publicistas del presidente Pacheco Areco asustaban a los votantes con que, si ganaba el Frente Amplio, le iban a quitar los hijos a la gente para mandarlos a Cuba, o a construir un muro en la avenida Agraciada para dividir la ciudad en dos. No sé si es verdad que la publicidad de Pacheco dijera eso. Lo que sí veo, muy claramente, es que ahora son los frenteamplistas quienes inventan ridiculeces semejantes.
Esto debe tener que ver con la contratación de un publicista argentino que está a cargo de la campaña del Sí, un tal Leandro Raposo, que tiene el dudoso mérito de haber llevado a la presidencia, sucesivamente, a Cristina Fernández y a Alberto Fernández. Con ese pedigrée, queda claro que Raposo es co-responsable de la espantosa «grieta» que divide a los hermanos argentinos.
¡Y cualquiera diría que lo contratan justo a él para que haga lo mismo en nuestro país! Empezó mal, sin duda: con un comercial de televisión que dice cosas insólitas, como que la LUC «privatiza la escuela pública» y que obliga a la gente a armarse para hacer justicia por mano propia. Todas mentiras tan burdas que parecen surgidas de una revista de chistes…
Otra vez, como con aquellas denuncias de represión policial inexistente o aquel caceroleo infame, el Frente Amplio se equivoca.
En su desesperación, pretende desconocer la inteligencia de los uruguayos y tratarnos como a ovejas, en lugar de manifestar argumentos serios.
Lo más triste es que los disparates que escribe este publicista kirchnerista, son repetidos y justificados por diputados, senadores y dirigentes del FA que se sienten obligados a no desmentirlo, aunque sepan de sobra que no son verdad.
Parece claro que, si llegaran a alcanzar las firmas, visto el despiste de la campaña por el Sí, la ley no será derogada, lo que fortalecerá aún más al gobierno.
El problema es que no todo son pulseadas electorales.
En este caso se incorpora un componente indeseable, que es la pérdida de valor del debate político, la caída en la demagogia más ruin y la tergiversación más insólita.
Me pregunto si de eso se vuelve…