Política nacional

Necesaria reestructura de la carrera y organización policial

Zósimo Nogueira                                                                                           

Una mejora de la seguridad ciudadana debe venir acompañada de cambios en la carrera policial. De manera que sus efectivos  puedan construir “un proyecto de vida”, con expectativas y logros acorde a esfuerzos individuales, académicos, de conducta y capacidad de gestión acorde al rango que se ostente. Para esto, es necesario efectuar cambios en los sistemas de calificaciones y ascensos.  Asimismo para lograr posicionamiento de la autoridad policial en el terreno deben redistribuirse recursos humanos y logísticos en otro formato de organización.  Relacionamiento y vínculos con la comunidad. Delimitando espacios y fijando grados de responsabilidad.  Esto permite valorar desempeños y gestión en su justa medida.

El Jefe de policía, cargo de particular confianza, representante del poder político es el máximo responsable en materia de seguridad del área territorial departamental.

Su responsabilidad solo puede ser remplazada circunstancialmente por las Direcciones Nacionales en ocasión de operaciones específicas.

Los sectores de responsabilidad han de estar bien definidos.

Ciertamente  la eficiencia de la policía se corresponde con el mayor número de encauzados, con la superpoblación carcelaria.

Pero la mejora en la seguridad pasa por menor actividad delictiva y para ello reclamamos cambios en la carrera y organización policial.

Tomamos muy en cuenta la definición de la OEA respeto a seguridad ciudadana.

Dice; inexistencia  de violencia y delito salvaguardada por el Estado y hace énfasis en el carácter preventivo y de colaboración con la ciudadanía y no de una actividad  reactiva ante la comisión de un delito.

“Efectos de una Prevención planificada del Estado en interacción social.”

¿Porque hablamos de a necesidad de cambios en los sistemas de calificación y ascensos en la carrera policial?  

Injustificadamente muchos periodistas y actores políticos decían que a las máximas jerarquías se llegaba por viejo y que era necesario darle protagonismo a gente más joven para aumentar la dinámica y erradicar vicios arraigados en la institución.

Con esa premisa y titulares sensacionalistas deformaban una realidad que desconocían o evidentemente perseguían otro fin.

Como fue dicho en convenciones del MLN post liberación y reinicio democrático.

La consigna, debilitar y anular los aparatos represores. Militares y policía.  

Para ello en el Instituto policial se modificaron los sistemas de calificaciones y ascensos.

Sistemas igualitarios basados en la ponderación de la experiencia traducida en años de servicios en el instituto y en el último grado.  

En la conducta y gestión.  Puntajes positivos por eficiencia, laboriosidad y contracción al trabajo y negativos por inasistencias y mala conducta.

Todo eso con una valoración matemática pre determinada y el contra peso académico de la calificación obtenida en el curso de pasaje de grado para el grado inmediato superior en disputa.

Un sistema perfectible como todo lo humano, pero igualitario. Que se reflejaba en un listado anual de prelación para el ascenso.

Esto fue manipulado y cambiado por las administraciones del frente amplio, se le hizo ver a la actual administración pero ahí están, inexplicablemente no han sido modificadas. 

Desdibujar y reducir la profesionalidad de sus jerarquías y promover ascensos de oficiales afines política o corporativamente.

En sucesivas leyes de presupuesto y rendiciones de cuenta se modificó la ley orgánica policial.

Se redujo el número de grados sin variar los tiempos de permanencia en c/u, se modificó el sistema disciplinario y se fracciono en tercios la modalidad de ascensos,  1/3 por selección, 1/3 por concurso de oposición y meritos y el resto por antigüedad calificada.

La selección es ni más ni menos que el “dedo” una expresión de voluntad del poder político.  El concurso otro “medio dedo” ya que se puntúan diplomas y conocimientos validados según criterios del tribunal de calificaciones que funciona a puertas cerradas y con directivas políticas. Un magro porcentaje a lo estrictamente profesional.

Se cambiaron denominaciones y suprimieron tres grados de la categoría de oficiales. Oficial Sub Ayudante, Comisario Inspector e Inspector Principal.  

Con esa variación y manejando casos excepcionales de ascensos en tiempos mínimos, equivale a unos 10 años menos para llegar a la cima jerárquica.

Lo usual era que en cada grado la permanencia era por un tiempo superior a los tiempos mínimos, próximos al doble del tiempo requerido.  

Los privilegiados se ahorran 10, 15 y más años en sus carreras.

Hijos y entenados en la carrera policial.  Imposible hacerse de un “proyecto de vida” sin contar con apoyos políticos partidarios.

Esta aberración ha permanecido en esta administración y se le suma otro problema.

Al ascender a las máximas jerarquías se condiciona a todo el sistema y los gobiernos siguientes aun cambiando de color político deben mantener a esos oficiales, pues no tienen la antigüedad necesaria para pasar a retiro. 

Una trancadera en la generación y liberación de vacantes. Eso ya ocurre.

Si no le quiere asignar destino, lo puede pasar en comisión a otra dependencia del Estado, (lo hay en la IMM) o lo mandara a su casa en disponibilidad.

Personal ocioso o retirado de la función policial pero ocupando vacante.

Otra medida destinada a partidizar a la oficialidad ha sido lo legislado en la administración Vázquez disponiendo el pase a retiro obligatorio de todo oficial sin destino por dos años. Purga selectiva.

Esa guadaña muy afilada para impulsar el retiro de la oficialidad veterana, pues el único impedimento refiere a que no se tenga causal de retiro. Dos años y afuera. 

Eso perfectamente estudiado y planificado. Ahora no es posible. Comisarios Mayores y Comisarios Generales sin causal jubilatoria. La trancadera de afinidades implementada.  

Retrasan la carrera de las promociones siguientes y pueden perpetuarse en el cargo.  Volviendo a los detractores de la veteranía en los mandos superiores, para gestionar y mandar lo que se requiere es capacidad de organización y mando. “experiencia”  

Con el dedo no llegan los mejores, sino los fieles al poder. Peligro inminente.

Absolutamente anti profesión policía. Politización disfrazada; contrariando lo que expresamente establece la Constitución.

La solución de urgencia,

Es imperioso aumentar nuevamente el número de grados o de lo contrario aumentar los tiempos mínimos de permanencia.  

Quien acceda a los últimos grados debe poseer causal jubilatoria o estar próximo a obtenerla. Es el fin de la carrera.

No puede ser un obstáculo para el administrador político.

Se prometió empoderar a las comisarías y no se cumplió, eso es imperioso.

Visibilidad. Locales debidamente identificados con capacidad de respuesta a las demandas ciudadanas, investigadores en contacto con los denunciantes.

No es posible que una denuncia recibida en una comisaria seccional sea sustanciada por personal desconocido que trabaja en lugares distantes del denunciante.

El vínculo es necesario, debe ser accesible y cercano.

La responsabilidad en materia de seguridad  arranca por el Jefe de Policía Departamental y luego acorde a la compartimentación que corresponda. 

No puede haber ambivalencias en una estructura jerárquica, solo subordinación y capacidad de mandar y obligación de obedecer.

Aún las operaciones combinadas deben seguir las relaciones jerárquicas, por supuesto que subordinadas a la ley y a la justicia.    

Seguimos navegando con muchas ambigüedades, las Jefaturas deben contar con recursos para toda situación previsible, su accionar no puede estar condicionado a apoyos externos. Eso desdibuja y permite eludir responsabilidades.

Hay suficientes imperfecciones que ameritan una importante reestructura orgánica y de funcionamiento policial.

Al igual que lo referido a los sistemas de calificaciones y ascensos son prioridades por las que seguiremos bregando.

Ahora vienen las formas de obtener recursos humanos, preparados y capaces.

Los ingresos, la selección de personal, el sentido de pertenencia.  

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