Editorial

OPINAR 15 años

Los cambios en los tiempos políticos

César García Acosta

En esa edición se cumplen 15 años de la segunda época de OPINAR. Estoy convencido del cambio constante de las `cosas´, y no sólo las de la política, sino en la vida. Permanecer inmóvil, aletargado, resultaría en no trascender, y eso, para el fuero interno –para uno mismo- y mucho más para nuestra proyección hacia los demás (y si es que se la logra), es una cuestión esencial para concretarnos como los seres sociales que somos.

Es precisamente por eso que, poco o muy poco, tiene que ver la coyuntura con la actitud. Permanecer estático o medio quieto rumbo al provenir sería imperdonable. Siguiendo esta idea es que la meta no debe ser jamás la pérdida de lo individual cuando se integra un colectivo. En política, por ejemplo, integrarse a algo más complejo como un gobierno de coalición, requiere de una necesaria apertura intelectual: se trata de seguir siendo nosotros pero transformados en algo distinto, aunque sobre nuestras mismas bases y fundamentos.

El 21 de mayo de 2007 retomamos el fenomenal emprendimiento de Enrique Tarigo, de recorrer bajo el nombre de OPINAR, la senda del liberalismo cultural: por eso en estas páginas cada uno de los que escriben, o de los que son adoptados desde otras plataformas -como Facebook o twetter-, han sido eso: una individualidad que vista desde lo colectivo, sabiéndolo o no, han construido la esencia batllista del imaginario uruguayo semana tras semana.

Así son las cosas.

Y convengamos que las coaliciones son actualmente el único instrumento que tienen las minorías para alcanzar la opción de ser gobierno, al que jamás accederían si transitasen solos la contienda electoral.

En comunicación pasa algo parecido: un posteo aislado, válido y admisible, no es lo mismo que editado en conjunción con otras columnas o artículos de un mismo corte conceptual.

Para quienes somos esencialmente republicanos y liberales, el concepto político más profundo pone el énfasis en la pasión aunque impregnada de razón. Y eso también ha sido OPINAR. La ideológica personal sólo podrá quedar condicionada por la perspectiva circunstancial del país con el acento puesto en el bienestar general. No debería considerarse que –apoyar espacios en concepto mutinivel, o hasta de cercanías- sea necesariamente un factor disociativo de la conducta en relación a los liderazgos en un partido político.

Pero como decía Ortega y Gasset (a quien recurro casi con impertinencia cuando las cosas se ponen difíciles de explicar con palabras): “yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas, no me salvo yo”. Nada más inteligente, preciso, concreto y válido. Este pensamiento resuelve esa complejísima ecuación de tener que dar lo mejor de uno, más allá de empatías, ante la importancia de la idea.

Pero también es cierto que la clave de la discordia ante el desconcierto de la política nos puede poner a todos, más temprano que tarde, en un lugar u otro del territorio de las ideas. Por eso, planteamos como válidas de transformación, de aplacamiento, el `nosotros´ debe ser la clave para la resolución del `yo´ que nos integra. Esto no es una cuestión de significados; es un tema de aceptación dentro de uno mismo en relación a los demás. Y ni la política ni el periodismo son ajenos a todo esto.

Por eso reflexionar cuánto batllismo debemos profesar, cuánto renunciar y hasta qué limite asumir que lo colectivo se imponga sin incidir en lo que somos, es todo un desafío. Si tenemos que apelar a nuestra individualidad para construir el `nosotros´, entonces no habremos dejado de ser quienes éramos. Por eso no alcanza con definirnos batllistas: si bien no es fácil plantearnos en el siglo XXI la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas, o el voto de la mujer, o la estatización de los servicios básicos para el Estado, o si las empresas públicas deben ubicarse adentro o afuera de su institucionalidad estatal, lo que debe importar es la consciencia de que ni el Estado ni el Mercado deben ubicarse por encima de las personas. Esto es valorativo, no relativo. Lo esencial, lo trascendente, lo generacionalmente comprometido es debatir la existencia de lo que somos sin apelar al asistencialismo y las brechas sociales y culturales.

Eso es batllismo. Eso es ser reformista y transformador, es romper con el `status quo´. Sólo cuando estemos en el llano accederemos a las nuevas oportunidades.

De las ideas y de las propuestas que se gesten en un debate se recompondrá la verdad.

Hoy hay una grieta a nivel de todos los partidos políticos.

La democracia y sus formas de articulación deliberadamente están en jaque.

La sociedad de la información y de la tecnología son quienes manejan la ecuación social de modo tal que el mensaje, distorsionado o no, es á única fuente para conocer, entender, persuadir y manejar, las voluntades sociales y culturales en un país.

Es precisamente por esto que el batllismo debe mantener su llama encendida. Es por eso que una humilde revista semanal como OPINAR, desde una plataforma digital, seguirá intentando que la idea del batllismo se mantenga encendida con el aporte individual de quienes adoptamos como forma de vida la libertad.

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