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Pando, Sangre, Fuego y Miedo

Nicolás Martínez

Cada nuevo año que transcurre, al asomarse tímidamente el mes de octubre, trae consigo una disputa que no parece tener fin, donde víctimas y victimarios sostienen posturas dicotómicas: unos sujetos a hechos, otros sujetos a relatos. Para que el lector lo tenga claro, me estoy refiriendo a la mal llamada “Toma de Pando”, un suceso que vivió nuestro país en los años sesenta en plena democracia por parte del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros.

El hecho sucedió el miércoles 8 de octubre de 1969 a las 13 horas en la ciudad canaria de Pando, con una duración de 20 minutos. Las sucursales de los bancos Caja Obrera, Pan de Azúcar y Banco República fueron ocupados por tupamaros, así también la central telefónica, bomberos y la comisaria. El resultado fueron 5 muertos: un policía, un civil y tres integrantes del MLN. Días después del hecho, el periódico El Diario decía lo siguiente: “Alrededor de 70 terroristas intervinieron el miércoles último en el “asalto de Pando” según han podido establecer los investigadores policiales. En tanto, los 21 detenidos que se encuentran en Jefatura de Policía comparecerán el próximo lunes ante la Justicia, una vez terminada la etapa de interrogatorios y reconocimiento por parte de los testigos presenciales de la trágica jornada”.

El suceso ocurrido ese día, ha sido desde entonces, caldo de cultivo para ficciones literarias, mitos y varios relatos que se han querido imponer como hechos objetivos de la realidad, pero a sabiendas de la realidad, los hechos son hechos más allá de los ríos de tinta y la infinidad de palabras edulcoradas. Allá por el año 2008, el periodista Leonardo Haberkorn en “Historias Tupamaros”, a propósito del hecho señalado, Aníbal de Lucia, quien formara parte de los tupamaros, decía que: “El MLN no tomó Pando. Lo que hizo fue ir a la comisaría, a los bomberos, a dos bancos y a la central telefónica, pero cuando vos tomás un pueblo de verdad, te quedás con todo el pueblo, cerrás la entrada y lo mantenés una hora, dos horas, tres horas, lo que te dé la nafta. Pero lo que hicimos nosotros no fue tomar Pando. Tomar Pando es quedarse con Pando, aunque sea por quince minutos. Ser el dueño. Y cuando viene el Ejército, decís, bueno, tenemos tomado esto, vamos a hablar. Pero lo que ocurrió fue mucho menos que eso”. Cabe destacar, que en aquel entonces, América Latina se encontraba conmocionada por la revolución cubana, una revolución armada que fue permeando a lo largo de nuestro continente como un camino revolucionario para hacerse con el poder de manera ilegítima para la instalación de un gobierno de facto con tintes comunistas y socialistas.

Consultado para este medio, le pregunté a quien fuera uno de los principales líderes de la organización, el ex tupamaro Amodio Pérez, que reflexión tenía sobre lo acontecido a 52 años del hecho. Su respuesta fue la siguiente: “Hace 52 años llegué a este pueblo, junto con otros muchos hombres y mujeres. Queríamos cambiar la sociedad uruguaya, porque la considerábamos injusta. Para eso no vacilamos en atacar al sistema constitucional, porque no creíamos en él. Decíamos actuar en representación del pueblo y no vacilamos en desconocer los DD.HH. de quienes considerábamos nuestros enemigos. Otros hombres y mujeres, también uruguayos, respaldados por el orden constitucional que nosotros atacamos y actuando también en nombre y representación del pueblo uruguayo, nos derrotaron. Para ello, algunos de ellos también violaron los DD.HH. Los muertos de uno y otro lado han muerto en vano. Los problemas que nos eran comunes a quienes nos enfrentamos entonces, permanecen sin solución y algunos se han visto agravados. Los muertos de uno y otro lado fueron y siguen siendo utilizados políticamente, pero unos son recordados y otros no. Los muertos fueron uruguayos que nos enfrentamos creyendo que lo hacíamos por el bien colectivo. Hace algunos años, Diego (Burgueño) y yo nos encontramos para hablar de estos temas y cómo no, de la muerte de su padre, producida aquel 8 de octubre de 1969. Poco después surgió la idea de mi presencia en un acto, que pretendo sea el inicio de una nueva etapa y que permita al Uruguay superar los traumas del pasado. Sé que no será fácil. Hay intereses políticos y económicos para que eso no suceda. Es lícito el reclamo por los desaparecidos. Pero no es aceptable la actitud de quienes reclaman por conocer el destino de los desaparecidos y al mismo tiempo están dispuestos a encarcelar a quienes colaboren en conocer su destino. Creo que es hora de que nos pongamos a pensar seriamente si de verdad queremos conocer nuestra historia, la reciente, la que todavía nos divide”.

De un tiempo a esta parte, ha tomado pública trascendencia la asociación “Toda la Verdad”, encabezada por Diego Burgueño, hijo del civil que perdió la vida en aquel fatídico suceso. Burgueño viene desde entonces, trabajando arduamente para poner en debate la conmemoración que cada año realiza el MLN en recuerdo de lo sucedido. El pasado viernes, el senador frenteamplista Alejandro Sánchez en el acto conmemorativo, afirmó que se homenajea a “todos y todas las compañeras que cayeron resistiendo la dictadura, luchando por la democracia, porque son nuestros hermanos los comunistas, socialistas, todos los compañeros del Frente Amplio que dieron su vida y su esfuerzo para construir esa fuerza política”. Es importante señalar por si hay algún lector distraído, que la dictadura en nuestro país es comprendida desde el 27 de junio de 1973, es decir, cuatro años después del asalto a Pando. Por su parte, Estefanía Diaz, edila del MPP en Canelones, sostuvo que: “Homenajeamos a todos quienes dieron su vida por sus ideales revolucionarios, nuestros compañeros caídos en Pando y muchos más, quienes pelearon por una vida digna y un mundo mejor, sin explotados ni explotadores”.

El mismo día del homenaje celebrado por los tupamaros, en la ciudad de Pando, Burgueño, la asociación Toda la Verdad y familiares de víctimas del suceso de hace 52 años, realizaron una movilización y acto tras convocar a “familiares y demócratas”, de la misma manera que lo vienen realizando año a año, una suerte de llamado a reflexión hacia la sociedad de las implicancias y víctimas del hecho en el marco de una apología que podríamos enmarcar tanto hacia el odio, el terrorismo o el delito. Por otra parte, desde el MLN, aún se sigue sosteniendo una visión hemipléjica de las cosas, en la que además de justificar los hechos, se apela constantemente a desdibujar los hechos a partir de la premisa de que quienes fueron tupamaros, lucharon contra la dictadura, cuando, sin embargo, una vez consolidad la dictadura en nuestro país, el MLN ya había sido apresado y desfragmentado como así lo señala la abundante evidencia historiográfica.

Para finalizar, considero importante que cada uno de nosotros como integrantes de una sociedad, debemos rechazar siempre los discursos que fomentan el odio, la separación y que alimentan para gusto de muchos, la llamada grieta. Es necesario tender el diálogo de un lado y del otro, escuchar de una vez por todas a las víctimas, quienes vienen luchando desde hace años, solamente por la verdad. Es hora de dejar de un lado los relatos heroicos y cinematográficos de aquel movimiento guerrillero, que más allá de haber podido tratar de una juventud soñadora que buscaba instalar un sistema político alterno al existente, la verdad es que se levantaron en armas contra una democracia que era un faro institucional en Latinoamérica, dejando como legado por doquier, sangre, fuego y miedo.

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