Proliferan como Tacurúes
Zósimo Nogueira
La hormiga constructora de “nidos” tacurúes“ camponotus punctulatus
Igual que con las hormigas es difícil y costoso recuperar territorio colonizado por los marginales del tráfico y de la droga.
Los tacurúes son verdaderos eco sistemas, son comunidades de microorganismos.
Es una réplica del narco menudeo que horada tejidos sociales.
Se instala en tierra blanda o húmeda. Hay que evitar suelos desnudos y sembrar pasturas de crecimiento rápido.
Recuperado territorio del narcomenudeo hay que asentar orden y mantenerlo.
El almacén o kiosco de drogas se ubica próximo al consumidor, al comienzo solapadamente pero la aflicción del consumidor lo torna visible.
Para combatir a las hormigas hay que conocer la organización y funcionamiento de la colonia. Las hormigas son insectos sociales que viven en colonias.
Hay individuos temporales con la misión de reproducir y los permanentes.
Como en las bocas, reproducir-aumentar clientes.
La reina debe preservar la especie y las obreras están organizadas jardineras, cortadoras, cargadoras y soldados.
En las bocas se recibe o trae la mercadería, se fracciona, se vende, de acopia-oculta, y se vigila.
Tienen diferente trabajo o función.
La muerte de la Colonia depende de la muerte de la reina y las larvas.
En las bocas no basta capturar al líder, también deben caer sus lugartenientes.
En los emprendimientos lícitos, las personas actúan concertadas; producción de materia prima, acopio, industrialización, mayoreo, menudeo y consumidor. Todo dentro de la ley.
Para los criminales no existe más barrera que sus propias fuerzas y capacidades.
Para cada consumidor una oferta, según capacidad de pago.
Ingresado a las adicciones hay puja entre la familia que quiere recuperarlo y su proveedor que lo exprime hasta que no dé más, luego lo desecha. Lo tiene a mano para fines espurios.
Hacerlo responsable de algo, realizar una entrega, enviar un mensaje, o en “ajusticiamientos” como sicarios o como víctimas en acciones ejemplarizantes por deudas, irse de boca, o demostrar falta de confianza.
La Jerarquía sin charreteras ni escuadras. Cada cual tiene ámbitos de responsabilidad, códigos no hablados, en base a relaciones económicas y capacidad de fuerza y poder letal.
Para contrarrestar esta actividad criminal esta la responsabilidad del Estado.
La policía actuando esencialmente en prevención y represión.
El combate al narcotráfico implica actuar con la premura y disciplina de la sobriedad y el secreto. Se planifica y se trasmite solo lo necesario.
Hay fracaso en el control de fronteras.
La única droga que aquí se produce es la marihuana y se ha incautado en Brasil.
La cocaína, el Opio y sus derivados; las anfetaminas y otras drogas provienen del exterior.
Materia prima, producción y embarque todo en el exterior. Nuestras fronteras marítimas y aéreas absolutamente permeables. Las terrestres ahí.
Todo el país expuesto al tráfico. Vaya tarea para policía.
Una lucha desigual, que con el actual sistema procesal penal es favorable al infractor por las limitadas potestades de la policía tibiamente restablecidas por la LUC.
Retornando a la comparación con los tacurúes, o tacuruses como también le dicen advertimos un corrimiento de esas bocas acercando el producto al consumidor, siguiendo derroteros en muchos casos direccionado por el propio Estado.
El consumidor de drogas nefastas como la pasta base y sus variaciones se inicia en el vicio con dineros de su trabajo, o de su familia pero cambia sus hábitos, pierde empleos, abandona estudios.
Se deterioran relaciones familiares, abandonan sus casas o se les restringe el ingreso y permanencia. Se reúne con quienes está en sintonía en el barrio, duerme en calles y parques, la suciedad y promiscuidad abruma y para mitigar el hambre recurre a comedores barriales.
Hay una amplia oferta del Estado y de instituciones sociales o religiosas acercando comida y cama para dormir durante la noche.
La oferta es mayor en el centro de las ciudades y barrios más poblados y hacia allí se van los corriendo los viciosos.
Muchos aceptan y retiran comida pero debido a problemas de conducta rechazan o no aguardan el asilo para pernoctar que proporciona el MIDES.
Permanecer en la calle y los vemos durante el día tirados por cualquier verada, sin importar que sea en la propia Avda. 18 de Julio. Por las noches deambulan como zombis.
Todos esas consumidores/as son propensos a ingresar a prisión por participar en continuos altercados o cometer delitos de daños contra propiedades, hurtos, rapiñas o delitos sexuales
Es habitual sus concurrencias a Hospitales por enfermedades de piel, sistema respiratorio, tuberculosis, enfermedades venéreas. Hay un importante porcentaje de VIH.
Todo como consecuencias del consumo.
Acompañando esa movilidad desde la zona periférica al centro, también se vienen traficantes y distribuidores del narco menudeo.
Se instalan con bocas de venta en cercanía y como en esos centros se nuclean lugares de encuentro y/o esparcimiento arman una red de corredores para captar clientes.
Todo el dinero u objetos de valor que consiga un consumidor termina en la boca; para comer se acerca a centros de asistencia alimentaria, que también les dan artículos de limpieza y ropa. Su cotidiano es hurgar contenedores, volketas, juntar objetos reutilizables, metales, mendigar, psuedo vigilancias de coches y casas o el robo a personas o interior de casas y autos.
En Montevideo, el epicentro de actividades de los adictos consumidores son el Mides e Intendencia. La Farmacia Antártida 1ra en venta de cannabis potenciado esta a 100 metros del MIDES.
En un radio de 200-300 mts es difícil transitar en la noche. Lo mismo a lo largo de 18 de Julio, sus paralelas cercanas y las plazoletas y edificios públicos.
Las paradas de ómnibus se ven solitarias. Ese panorama sombrío se favorece por la poca luminosidad.
El suburbio los expulsa, sus familias los expulsan y se asientan fuera de su habitad, donde no tienen cabida, pero su actividad y movilidad generan zozobra, intranquilidad y temor.
Los proveedores no los sueltan, les traen la droga a donde estén.
En las cercanías de todos los centros Mides hay bocas, hay proveedores.
El dilema de la permisividad, se justifica el consumo público de drogas, inclusión.
El que roba va preso. Quien compra lo robado también.
Quién vende drogas va preso. Quien compra drogas no.
Que daña más, comprar algo robado o comprar droga.
Con tanto debate parlamentario esto debería ser un tema de discusión. O se considera que es una responsabilidad del Estado.
Para quien delinque cárcel, como castigo y como ejemplo. Para quien consume asistencia.
No disminuye el número de consumidores, cada vez hay más y con todos sus trastornos.
La migración es otro público cautivo; por necesidad de trabajo y por oferta.
No hay seguimiento ni control migratorio.
Las políticas permisivas no resultaron, solo fue buena inspiración o fuimos manipulados y utilizados como prueba de laboratorio con la marihuana.
Claro que unos vivos lo han capitalizado para provecho propio, para empoderarse con toques de sabiduría. Las políticas anti consumo no existen.
Donde se instala una boca los vecinos que se mudan, la inseguridad y el miedo laten. La promiscuidad se instala.
Lo de acompañar a la parada en la periferia se está trasladando al centro.
La clase media, los trabajadores son los más perjudicados.
Y el Ministerio del Interior en diagnósticos y planes.
Las soluciones son para hoy. La Policía anti drogas a mil, pero si luego de un procedimiento no hay seguimiento y vigilancia que impida remplazos de personas y puestos de venta se continúa corriendo de atrás.
Hay que tomar medidas hacia el consumo.
Internación compulsiva o lo que fuere, convertirnos en individuos productivos o sacarlos de circulación. Restricción de derechos. Inhabilitaciones.