Que gobierne la honestidad
Daniel Manduré
A través de la historia, en aquellas situaciones difíciles, en las encrucijadas que al dirigente político le pudo haber tocado vivir, hay un valor irremplazable, que demuestra sus condiciones de liderar procesos políticos, su pasta para convertirse en un verdadero líder: su credibilidad.
La credibilidad como cimiento de todo liderazgo. Ese valor que genere confianza. Donde la palabra este alineada con las acciones, el discurso no este divorciado con los hechos. Decir lo que hay que hacer y hacerlo. Prometer y cumplir.
La credibilidad que cuesta mucho construir puede derrumbarse en un abrir y cerrar de ojos. Todo dependerá de nuestras acciones. De la coherencia de nuestros actos.
Venir sin mochilas de viejos vicios que hay que desterrar de la vida política. No traer antecedentes oscuros que hagan imposible poder creer en las promesas del hoy.
Orsi y Cosse utilizan como eslogan de campaña “Que gobierne la honestidad”
¿De verdad puede generar confianza ese eslogan del Frente Amplio?
El Frente Amplio ni sus candidatos lo van a poder sostener, su inconsistencia es tal que no lo hacen creíbles.
Las acciones deshonestas, alejadas de la ética o directamente los hechos de corrupción, no tienen bandera política. Está claro que están relacionadas con las debilidades humanas y ningún partido está exento del desvío de alguno de sus dirigentes.
La clave está en como se paran los partidos políticos frente a esos desvíos. Barren debajo de la alfombra, miran para otro lado, defienden al que comete un delito o por el contrario extirpan de raíz al que se aleja del camino y separan al que ponga en riesgo los valores que tanto cuesta construir.
El Frente Amplio ha demostrado en sus 15 años de gobierno que no ha podido lidiar con la larga e interminable lista de casos de corrupción política de sus dirigentes. Los ha protegido, cobijado y mirado para otro lado.
Es larga la lista, solo por nombrar algunos casos: diputado Placeres procesado por conjunción del interés público y el privado en el caso de la empresa “Envidrio”, ex director de la Ursec, Cendoya, por abuso de funciones, destruyendo documentación y otorgando en forma ilegal permisos en el uso de ondas radiales. A ex ministro de economía y ex presidente del Banco República, ambos en el tan sonado caso de Pluna y el remate trucho, ente monopólico al que además fundieron. Ni que hablar de la vergüenza que significó para el país el procesamiento del único vicepresidente en la historia de la republica que tuvo que renunciar, por ser procesado por peculado y abuso de funciones, después de ser defendido a ultranza por su fuerza política durante dos años, negando las acusaciones.
Llegaron a despedir de pie, con ovación y aplausos sus pares frenteamplistas al diputado procesado, como que la corrupción fuese un galardón. Organizaron caravanas a un ministro, como “héroe” en una página negra en la historia del país. Un expresidente llegó a exigir que no le hicieran bullying a vicepresidente que no solo nos mintió por una licenciatura que nunca tuvo, fue procesado y hubo que capitalizar otro ente monopólico, por 800 millones de dólares porque lo había fundido.
Los coletazos de esos nefastos 15 años llegan hasta hoy, con el pedido de desafuero por parte de la fiscal en caso Charles Carrera en el desgraciado caso de Víctor Hernández, como también podría suceder lo mismo con otros jerarcas del gobierno y familiares involucrados en el uso indebido del Hospital Policial.
El concepto de honestidad, credibilidad y confianza es más amplio.
No es de honestos, no otorga credibilidad ni confianza quien miente a la ciudadanía, diciendo que en la crisis del 2002 había niños que por hambre comían pasto o que, en momentos angustiantes, apostaban al terror, como en la pasada sequía, diciendo que si bebían agua las embarazadas podían nacer hijos con malformaciones.
No es de honestos, creíbles ni confiables agitar cucos como sucedió en la LUC, hablando de desalojos exprés, gatillo fácil o que se iba a privatizar la enseñanza pública y luego comprobar que nada de eso se diera.
No es de honestos con la ciudadanía esconderse y no hablar. No es de honestos intelectuales, lavarse las manos, dejar el libertad de acción a sus dirigentes y no hacer campaña frente a un plebiscito donde nos va la vida como el de la seguridad social. Que de aprobarse dejaría al país al borde del precipicio.
Apelo a la inteligencia de la ciudadanía, estudiar antecedentes, el discurso alineando con las acciones. No queremos más de lo mismo. Hay un solo candidato que viene sin mochilas del pasado, que encarna la verdadera renovación y en el ponemos todas las fichas. Que no ocupó cargos de gobierno ni está vinculado a ningún hecho de corrupción. Queremos un nuevo presidente.