Quiero morir tranquilo
Daniel Manduré
«No es lo mismo acortar la vida que acortar la agonía, que te alivien el trámite cuando estás listo de papeles. Un médico que con mi consentimiento decida suavizar el trayecto ahorrándome sufrimiento nunca puede ser un asesino, será mi amigo. Que otros hagan lo que quieran, pero a mí, porque es mi derecho, permítanme morir tranquilo»
Estas palabras eran de Arturo Pérez Reverte, hace 16 años cuando lo consultaban sobre su opinión de la eutanasia y el suicidio asistido. Las suscribo totalmente.
No es un tema fácil de abordar, menos aún para ser tratado ligeramente.
La muerte es siempre un tema que esquivamos, que incomoda y que mueve nuestros propios cimientos.
Vida y muerte van de la mano, caminan juntas y tan importante es vivir con dignidad que morir de la misma forma.
Cuando no hay tratamiento posible, cuando no existe la mínima posibilidad de curación, cuando el sufrimiento se vuelve insoportable y es un verdadero calvario para el paciente y también para su entorno que sufre por su propia impotencia, eso ya no es vivir.
Claro que la vida es una causa suprema, pero cuando la ciencia ya no tiene una solución y el final es irreversible, tengo derecho a elegir como quiero que sea ese final.
Es una decisión individual, autónoma y que proviene del ejercicio responsable de mi libertad.
Yo soy dueño único de mi vida y de como vivirla, pero también me merezco la posibilidad de elegir, si puedo hacerlo, de como morir.
Espero un debate serio sobre el tema, sin mentiras, medias verdades, sin adjudicar intenciones, sin agravios hacia un lado o hacia el otro, sin dogmas que cieguen ni lobbys ideológicos o religiosos que enturbien el tratamiento del tema.
La eutanasia y el suicidio asistido debe ser un derecho regulado con gran rigurosidad de la ley y sometida a las más estrictas garantías médicas, jurídicas y éticas.
Hay quienes contraponen eutanasia a cuidados paliativos, ponen a esta última como una solución para oponerse a la primera y si bien consideramos las bondades de los cuidados paliativos, no es suficiente.
La eutanasia y los cuidados paliativos son complementarios y no excluyentes. No son antagónicos ni deberían presentarse a uno como alternativa del otro. Hay situaciones extremas a los que los cuidados paliativos no llegan.
En países como Bélgica la asociación de cuidados paliativos han abandonado ese discurso anti eutanasia porque se dieron cuenta que pueden complementarse. En este país el 60% de los médicos paliativistas participan en la toma de la decisión en el proceso que lleva a la eutanasia cuando ni los mejores cuidados paliativos pueden ofrecer una solución a tanto sufrimiento.
La eutanasia no es una elección entre vida y muerte, sino entre dos formas de morir.
Por respeto a la vida es que apoyamos la eutanasia y el suicidio asistido.