Se desploma el Knéset
Lorenzo Aguirre
El Primer Ministro de Israel, Naftalí Bennett (centroderecha), disuelve el Parlamento (“Knéset”, unicameral, sede del poder legislativo) – la decisión, aprobada por 92 en 120 diputados – y llamará a elecciones. Mientras, de acuerdo al “Reparto de Poderes”, el Ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid (centro), ocupará de forma transitoria el Ejecutivo – hasta instalado un nuevo gobierno, luego de los comicios el próximo 1º de noviembre -, apoyado por partidos de coalición, incluyendo la formación árabe unida. El Knéset, ha estado trabajando en jornadas agotadoras buscando promover la mayor cantidad de leyes posibles antes que llegara la medianoche del pasado jueves 30 de junio, hora en la cual el Parlamento Israelí perdió el poder de aprobar legislación. La “Ley de Colonos” sigue vigente porque el gobierno se ha derrumbado antes de dicha medianoche, y con una cámara disuelta la Ley se renueva por otros cinco años.
El gobierno de Naftalí Bennett, conformado por una colación amplia, diversa, compleja, donde conviven – como pueden – 8 partidos políticos de todas las posiciones ideológicas, mostró una panorámica que, más allá del absurdo y previsible camino al fracaso, abrazó y se acomodó desde derechas ultranacionalistas, izquierdas de todo tipo y color, hasta dar cabida a un partido árabe. En alguna medida, parte ha sido resultado de una extrema derecha oscilando, con una izquierda radical, en la que también en cierta forma se entrelazaron los “Hermanos Musulmanes”. Al parecer – digamos las cosas por su nombre -, lo importante y primordial era conjuntar fuerzas para embretar y derrocar a Benjamín Netanyahu – líder del partido de centroderecha “Likud” –, que se mandó doce añitos en el poder.
Naftalí Bennett, y Yair Lapid – líder del partido “Yesh Atid”, de corte laicista y centrista, convertido en la segunda fuerza política, con diecinueve diputados en el Knéset – estructuraron en junio de 2021 – después de cuatro elecciones consecutivas no concluyentes – una coalición única en la historia de Israel, donde se establecieron fracciones que apoyaban dar término a la ocupación israelí en las tierras conquistadas en 1967, hasta partidos de corriente dura, opuestos a la independencia palestina.
El partido árabe islamista “Lista Unida Árabe Raam” – con cuatro escaños en el Knéset – es liderado por Mansour Abbas, hombre que diera sermones en la Mezquita de la Paz, y encargado de redactar los estatutos del partido, los cuales hacen énfasis afirmando que no ofrecen lealtad hacia el Estado de Israel, nacido del “proyecto racista de ocupación sionista”.
La alianza entre los ocho partidos políticos nació de manera irregular, siendo frágil desde el vamos, conviviendo con mayoría parlamentaria fraccionada debido a posiciones opuestas, y en particular por el conflicto israelí – palestino, como asimismo la problemática religiosa, dejando claro la inestabilidad política, y que, la heterogeneidad de la coalición no era tal porque, todo, se desplomó.
Es oportuno señalar que, el “Asunto Israelí” fue tomado por Naciones Unidas – según “Informe” – como una problemática de relaciones con el “entorno del Estado Islámico, e Irán”, pero, en un tiempo no muy prolongado dicha situación pasaría a ser un expediente integrando una carpeta dentro del rótulo “Programas Estabilizados”.
Una “videncia” absurda dejando sobre la mesa actitudes diplomáticas manejadas por actitudes edulcoradas, tortícolis, demasiados “encuentros – cumbres”, amalgamados con drinks, y la falta de alguna figura que, con los pantalones bien puestos mande a freír pasteles a unos cuantos, y lo suficientemente lejos como para que se entusia
A decir verdad, las negociaciones de paz no funcionan porque, aquí, las diferencias son muy grandes y comprometidas, buscando una postura para un conflicto de nacionalidades cuando en realidad, de alguna forma, se debería encontrar una vía que mediara de otra manera porque gran parte se mueve por coordenadas religiosas, entonces, los valores son opuestos, y cuando llegamos a este punto también nos encontramos que, en el “barrio”, la postura de algunos vecinos no pasa por el respeto de derechos, sino tiene como objetivo la instalación de otros pensamientos, y como botón de prueba alcanza con mencionar las pasiones fundamentalistas, y feudales.
Quisiera tener fe en tamaña “visión del oráculo de Naciones Unidas”, pero dos mil años de cristianismo, culminando en un siglo XX con dos Guerra Mundiales, Vietnam, Congo, Corea, el Golfo, hasta llegar al “emblemático” nuevo siglo, y en veinte años todo lo ocurrido, no me da tranquilidad ni esperanza en estos temas, y menos todavía en los “credos”, que, quizá, nos lo responda la muerte.
Más allá de lo expresado hagamos una mirada sobre realidades – no “premoniciones” –, dejando claro que, “la cuestión Israel –Estado Islámico – Irán”, tiene entrelazado aspectos que, guste, o no, navegan por coordenadas alejadas del pensamiento supuestamente real, y el perfil religioso fluctúa, siendo punto destacado para negociaciones económicas a gran escala, por supuesto sin olvidar que, más allá de polarizaciones, existe intranquilidad por la inestabilidad en la zona, como también la incómoda relación con Estados Unidos debido al polémico programa nuclear de Irán.
La proyección de Irán, y la expansión de dicho programa pusieron de cabeza abajo las “unificaciones de rigor” en un Oriente Medio – el cual pierde “la otra mitad” – y las pautas limítrofes en buena medida se evaporan.
Volviendo al tema; Bennett, ha perdido su mayoría parlamentaria luego de una serie de renuncias, y en particular la ocurrida en último término con la diputada de derecha, Idit Silman, quien lo abandonara para acomodar la cadera en el partido ultraconservador “Liku”, del ex Primer Ministro Netanyahu. Ahora, el muchacho Naftalí, tuvo que afrontar uno de los temas candentes como es la ley para los colonos israelíes instalados desde 1967, en Cisjordania.
Si la ley de referencia no era aprobada antes del pasado 1º de julio, la situación de los colonos – 475.000 irregulares -, sería comprometida, porque existía la posibilidad de quedar bajo un régimen de ocupación militar, perdiendo beneficios – especialmente la seguridad social -, y llegando a la misma coyuntura que viven los palestinos en Cisjordania.
Como señaláramos, al ser disuelta la Cámara, la Ley en vigor se renueva otros cinco años, dando en consecuencia “estatus legal” a los colonos, gozando del mismo derecho que los ciudadanos israelíes viviendo en territorio soberano.
El próximo 1º de noviembre tendrán lugar los comicios, a los cuales Naftalí Bennett no se presentará – cederá lugar a la Ministra del Interior, Ayelet Shaked (está al frente del partido ultraderechista “Yamina”) -, y apoyará a Lapid.
Por su parte, el ex Primer Ministro Benjamín Netanyahu – tiene pendiente un juicio por corrupción – se coloca en primera posición, y su posibilidad de formar gobierno ahora tendrá que ver con las alianzas, incluyendo ultra ortodoxos y ultra derechistas.