Política nacional

Fernando Pereira: el doppelganger de la lucha de clases

Daniel Manduré

Hace un tiempo mencionamos al doppelganger y su relación con un actor de la política. Hoy lo volvemos a hacer.

El doppelganger, mito, leyenda o realidad. Varias culturas hablan de ello, desde la egipcia, la germánica o la nórdica. Un término de origen alemán que hace referencia a ese desdoble de la personalidad que camina junto a nosotros.

Nuestro otro yo malvado. Que parece querer estar en dos lugares a la vez, esa bilocación que lleva al individuo a luchar con una parte de su personalidad. Uno parece mostrar todo lo malo que el otro no se anima a mostrar, aunque formen parte de lo mismo. Su verdadero ser, fantasmal y maléfico.

Escritores de renombre han hablado sobre ellos, desde Stevenson en “el caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hayde” pasando por Edgar Allan Poe, Hans Christian Andersen o Dostoievski.

Parecería que en la actualidad un doppelganger tiene su nueva versión, proletaria y de la vieja lucha de clases, confrontativa y radical encarnada por Fernando Pereira. Ya no salida de las novelas “El doble” de Dostoievski o “La sombra” de Hans Christian Andersen sino extraídas de los manuales propagandísticos de Goebbels o los manifiestos de Marx.

Ni siquiera Frank Kafka en “Metamorfosis” llegó tan lejos en la transformación que un individuo puede tener.

Ese es Fernando Pereira, el que habla que quiere colaborar con el país, pero daba manija con salir a cacerolear contra el gobierno a 15 días de iniciada la pandemia.

El mismo cuya única ocurrencia y gran solución en momentos de crisis y angustia generalizada fue reclamar cuarentena total y obligatoria.

El que reclama actitudes de grandeza, pero cuando perdió en las urnas en el plebiscito por la LUC, no lo reconoció y dio un discurso de barricada que quedará en lo peor de la historia.

El que deja escapar se sus labios términos como entendimiento o acuerdo, pero cuyos actos están divorciados de esas palabras.

El que agrede, y reclama respeto. El que pide sinceramiento, pero miente.

Es legítimo, necesario y rico para un sistema democrático confrontar ideas, es sano oponerse y criticar lo que consideramos que no está bien.

Lo que no puede hacer Fernando Pereira es mentir. Analizar o describir una situación falseando la realidad, omitiendo hechos fundamentales con plena conciencia de ello y recurriendo a lo peor en cualquier terreno: las medias verdades.

El otro día escuchábamos un reportaje a una edila del Frente Amplio. El periodista la consultaba sobre cómo era posible que acercándose a los dos años de gestión la Intendencia frenteamplista de la Ing. Cosse aún no había realizado ninguna obra. La edil en cuestión intentaba defender esa realidad y como principal argumento señalaba que la pandemia los complicó verdaderamente y agravada por la guerra de Rusia y Ucrania.

Que tuvieron que atender algunas situaciones sociales que distrajeron y atrasaron las obras prometidas.

Pero claro, cuando el Frente Amplio y sobre todo su presidente Fernando Pereira critica al gobierno omite en forma casi que inmoral mencionar las dificultades de la pandemia primero, a pesar de todos los esfuerzos sanitarios y económicos realizados y de cómo la guerra repercute en el precio de los combustibles y de los alimentos, en todo el mundo, no solo en Uruguay.

Lo que sirve como argumento en lo departamental parece no ser válido para quien verdaderamente tuvo que afrontar y buscar rápidas soluciones económicas y sociales, como fue la coalición de gobierno.

Para Fernando Pereira la pandemia no pasó por Uruguay, la guerra en Ucrania afecta a gigantes del mundo, pero no a nuestro país.

Para Fernando Pereira o seguramente su doppelganger el Frente Amplio no dejó un país estancado, ni con desocupación, con una gran crisis de seguridad ciudadana o con los peores números y otra gran crisis en materia educativa. Nada de eso sucedió, ni forma parte de su demagógico análisis cuando lo escuchamos esputar sus discursos.

Seguramente el Frente Amplio que él defiende fue un gran ejemplo de probidad y ni siquiera tuvo al único vicepresidente en la historia del país procesado por corrupción.

No hay un solo gobierno en la historia del país que haya hecho todo mal…ni siquiera su Frente Amplio.

Mucho se ha hecho y claro que mucho queda por hacer, sería de necios no reconocerlo.

Salvo para Fernando Pereira, para el nada está bien, nada se hizo, todo es negro, todo es catástrofe.

Seguramente su doppelganger lo domina, su yo malvado sacó lo peor, su perfil fantasmagórico lo invade.

O tal vez siempre fue el mismo.

Compartir

Deja una respuesta