Tiempo de ingeniería electoral
Jorge Bonino
Pasadas las elecciones internas y con los resultados a la vista, es decir con los candidatos a presidente definidos y con el posicionamiento de cada sector dentro de su respectivo partido, de inmediato se puso en marcha el proceso de concreción de las fórmulas y con ello se pasó al segundo nivel de dificultad del juego. El Frente Amplio había resuelto con anticipación que la fórmula presidencial se iba a integrar con quienes ocuparan el primer y el segundo lugar en la elección interna, solución que al principio hizo dudar a muchos de su posible concreción si quien resultara ganador fuera Yamandú Orsi, pero como poco antes del 30 de junio Carolina Cosse ya había dado el si, la unión estaba asegurada. Por supuesto, esto no garantizaba que no hubiera malhumores, frustraciones o incluso enojos, pero como suele ocurrir dentro del aglutinamiento de izquierda, aunque la digestión sea lenta y dificultosa, se oculta la acidez y rápidamente todos se aprestan a esperar el postre.
El Partido Colorado pese a algún ruido de baja intensidad que se sintió a comienzos de la campaña, sobre la posibilidad de que quien resultara primero en la contienda electoral no fuera finalmente el candidato, es decir, al amparo de la normativa existente hubo quienes especularon con la opción de acuerdos internos para definir el candidato. Esto, sin embargo, fue tajantemente respondido por los aspirantes bajo la consigna de “el que gana, gana”, aunque quedó pendiente de resolución cómo se definiría la fórmula. Pero inmediatamente después de conocidos los resultados, hubo acuerdo entre los precandidatos para que se postulara a la Vicepresidencia de la República a quien entrara segundo en la elección, con lo cual quedó definida la fórmula Andrés Ojeda – Robert Silva, con naturalidad y sin estridencias, a diferencia de lo que había venido ocurriendo desde el 2009.
Por su parte el Partido Nacional, o mejor dicho Álvaro Delgado, el candidato presidencial del Partido Nacional según el veredicto de las urnas, decidió marcar tendencia al proponer como su compañera de fórmula a Valeria Ripoll, una muy reciente “conversa” con destacada trayectoria sindical y ex militante del Partido Comunista. Los silbidos que se escucharon en la Plaza de la Constitución luego de que Delgado anunciara a quien le había ofrecido acompañarle, fueron el preámbulo de tensas y enojosas horas en las filas que apoyaron a Laura Raffo como precandidata, en particular al sector del Herrerismo al que en los últimos tiempos los hematomas le han ido cubriendo su curtido y experimentado cuerpo. Quedó entonces atrás la solución salomónica empleada por Luis Lacalle Pou en el 2019, convocando a Beatriz Argimón, por entonces en una posición relativamente neutra al hallarse presidiendo el Directorio del Partido Nacional y estar fuera de la contienda interna.
En el Partido Independiente, como es habitual, todo transcurrió con calma y se optó por repetir la fórmula del 2019 con Pablo Mieres y Mónica Bottero, mientras que en Cabildo Abierto hubo pequeños e inocentes chisporroteos por quién acompañaría a Guido Manini Ríos, quedando firme como era de suponerse el nombre de Lorena Quintana, propuesta por el presidenciable.
Las restantes fórmulas presidenciales a presentarse en octubre, salvo que en caso de segunda vuelta en noviembre apoyen a alguno de los dos bloques, en principio no tienen posibilidades de participar en el gobierno nacional, aunque por supuesto pueden acceder a bancas legislativas.
En pleno tercer tiempo
Ya en la cancha los binomios que encabezarán las listas, aún no empieza la campaña propiamente dicha, ya que primero hay que disputar el tercer tiempo, que a diferencia del rugby no se caracteriza por la deportividad, sino por la negociación, el acercamiento y también en muchos casos la disputa. Es tiempo de ingeniería electoral, una de las patas del trípode que definirá los resultados en la elección nacional: acuerdos que sumen, estrategia de campaña y capacidad de enamorar que tengan los candidatos.
Es la hora de definir sublemas, de la optar entre lista única o multiplicidad de listas, de acordar propuestas, de presentar programas y de enfilar la tropa. Y también de la aparición de candidatos que no estaban en el escenario de junio, como es el caso de Pedro Bordaberry en el Partido Colorado, que pueden hacer cambiar preferencias o convencer a indecisos.
Las candidaturas al Senado y a la Cámara de Representantes pueden ser decisivas no solo para dar mayor o menor poder a los sectores, sino también para definir la votación de los partidos y en definitiva para resolver la competencia en primera vuelta o llevar la elección de Presidente y Vicepresidente a una segunda vuelta.
Los diferentes comportamientos a nivel partidario en las últimas elecciones nacionales respecto de las precedentes elecciones internas muestran algunos elementos a tener en cuenta, que obviamente no marcan correlaciones que permitan hacer pronósticos, pero si dan ciertas advertencias para definir el camino a seguir en el cuarto tiempo, que es el de la campaña electoral propiamente dicha.
De las internas a las nacionales
Veamos qué pasó desde 2009 hasta 2019, es decir en las tres últimas elecciones nacionales que estuvieron precedidas de elecciones internas de los partidos políticos. Primero hay que decir que hubo comportamientos distintos en las diferentes colectividades y segundo que la participación porcentual de votos en las internas no aporta información respecto a qué puede pasar en las elecciones nacionales.
Tan es así que en las tres internas de ese período el Partido Nacional obtuvo la mayor participación porcentual sobre el total de votos emitidos, lo que no ha logrado en ninguna de las tres respectivas elecciones nacionales, ubicándose siempre en la segunda posición, pese a lo cual en el 2019 logró alzarse con la victoria, segunda vuelta mediante. Pero además las caídas de la participación porcentual que han tenido los blancos ha sido bastante considerable oscilando en los comicios referidos entre 10 y 15 puntos.
El Frente Amplio, en cambio, siempre creció en términos porcentuales sobre el total de votos emitidos entre las internas y las nacionales, variando entre 6 y 18 puntos, sin perjuicio de lo cual perdió el gobierno nacional en el 2019, luego de haberlo ganado en 2009 y 2014 (como también lo había hecho en el 2004).
El Partido Colorado ha tenido un comportamiento aleatorio, pero con variaciones de poca magnitud, de entre -4,5 y + 4,5 puntos porcentuales en las nacionales respecto de las internas.
El Partido Independiente con escaso incentivo para la participación de la gente en la votación por la candidatura a la Presidencia de la República, crece siempre en forma importante dentro del limitado espacio electoral de esta colectividad.
Cabildo a su vez carece de “historia” en esta materia, ya que se presentó por primera vez en las internas del 2019.
Veamos ahora qué pasó en junio de 2024 y qué similitudes y/o diferencias relevantes hay respecto del período 2009-2019.
El Frente Amplio en la pasada interna logró su mayor nivel de participación en este tipo de elecciones y también el mayor porcentaje entre partidos, tras haber tenido en el 2019 su peor performance.
Al Partido Nacional le pasó exactamente lo contrario: tuvo su peor participación porcentual desde el 2009 y además se ubicó en la segunda posición tomando en cuenta el total de votos emitidos. A eso hay que agregar que en 2009, 2014 y 2019 su votación se había ubicado en torno a 41 % y en 2024 fue de alrededor de 33%.
El Partido Colorado mostró una participación similar a la que había tenido en 2009, estando 3 y 6 puntos por debajo de lo alcanzando en 2014 y 2019, respectivamente.
El Partido Independiente siguió el mismo comportamiento de anteriores elecciones y Cabildo Abierto en su segunda interna mostró una caída significativa (2,5 puntos) teniendo en cuenta su baja votación (1,8% sobre el total de votos emitidos).
A repartir los naipes
Como ya se marcó, estos datos no permiten hacer ningún tipo de pronóstico de cara a las elecciones nacionales, pero pueden ser útiles en miradas introspectivas, revisando estrategias llevadas a cabo, candidaturas que estuvieron en disputas, la situación política general y las decisiones pos elecciones ya tomadas, comparándolas con las que se adoptaron luego de realizadas las internas del período considerado y los resultados obtenidos en las siguientes nacionales.
Los aciertos y mucho más aún los errores por pequeños que sean, suelen ser decisivos en el marco del escaso tiempo que separa las internas de las nacionales.
Los dirigentes saben muy bien que en este tercer tiempo -que pasa casi inadvertido para la mayoría de los ciudadanos- se reparten los naipes que pueden definir el juego.