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Voces como las del Turco

Guzmán A. Ifrán

“Estamos ante una dictadura oprobiosa. Estamos ante lo peor que le ha pasado al continente en mucho tiempo y esto lo tenemos que enfrentar sin mucha retórica”. “Yo tengo mi manual y cada uno tendrá el suyo de cómo se sale de las dictaduras. Pero no se sale felicitándolas. Se sale con actitud inquisitiva. Se sale teniendo mayorías en la comunidad internacional, que dicen exactamente lo mismo. Si alguno cree que puede encontrar ese camino de decirle ‘mire, dictador, váyase’… Yo aplaudo.” (Washington Abdala).

El pasado viernes 16 de agosto el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó -por consenso- una resolución que exige a las autoridades de la República Bolivariana de Venezuela la publicación “expedita” de la totalidad de las actas expedidas en cada centro de votación el pasado 28 de julio, en el marco de las elecciones presidenciales celebradas en dicha jornada. Resolución que si bien no vinculante, abona a la creciente, consistente y cada vez más enérgica presión internacional contra el régimen de facto del dictador Nicolás Maduro Moros. La misma fue presentada en representación de los Estados Unidos de América, Chile, Ecuador, Antigua y Barbuda, Guatemala, Paraguay, Argentina, Canadá, República Dominicana, Surinam y nuestro país, el Uruguay, cuya voz en la referida jornada no pasó necesariamente desapercibida.

La resolución en sí insta al CNE (Consejo Nacional Electoral) venezolano a que «publique de manera expedita las actas con los resultados de la votación de las elecciones presidenciales a nivel de cada mesa electoral» y «respete el principio fundamental de la soberanía popular a través de una verificación imparcial de los resultados que garantice la transparencia, credibilidad y legitimidad del proceso electoral». Este es un reclamo que se suma al también efectuado el mismo viernes por la Unión Europea y 22 países más, que exigieron la «inmediata publicación de todas las actas originales» emanadas de los comicios y la verificación imparcial» e independiente» de los resultados.

Anteriormente anticipé algo respecto al rol preponderante que tuvo el Uruguay en la resolución de la OEA, y es porque nuestro embajador ante dicho organismo, Washington Abdala, pronunció un ardoroso discurso ante el Consejo Permanente que se tornaría a la postre viral en todas las redes sociales por su contundencia y locuacidad, por su pasión y sinceridad. Abdala calificó al régimen de Maduro como una “dictadura oprobiosa” y exigió nuevamente la publicación inmediata de los verdaderos resultados de las elecciones, esos emanados de las actas ya de acceso público gracias al encomiable trabajo de organización y coordinación de la oposición venezolana tanto durante como en las horas subsiguientes a la jornada electoral.  

El “Turco”, como lo conocemos y reconocemos desde siempre por estas latitudes y pese a ser de orgullosa descendencia libanesa, fue contundente al exigirle a la dictadura de Maduro, Cabello y Padrino López que respete la voluntad del pueblo de Venezuela, asentando públicamente y con un verbo demoledor lo que a todos nos consta, y es que el verdadero ganador de las elecciones venezolanas, y por tanto también el Presidente electo de la tierra de Bolívar, es el Embajador Edmundo González Urrutia. “Señor, respete el resultado que es evidente, empírico, fáctico y ganó Edmundo González Urrutia. Señor ¿qué no entiende usted Maduro? ¡¿qué es lo que usted no entiende?!”, sentenció fulminantemente nuestro representante en su brillante y emocionante alocución. Asimismo, también criticó duramente los dobles estándares muchas veces manejados en torno a la defensa de los derechos humanos, mencionando que más de 8 millones de venezolanos se han visto obligados a huir de su país víctimas de las calamidades perpetradas por el régimen. En tal sentido expresó: “Lo grave es que algunos leen los derechos humanos de una forma y cuando pasa en otro lado lo leen de otra forma. Y es la misma gente que está entregando vidas, ¿qué creen? ¿Que hay 8 millones de venezolanos que salieron a hacer turismo por el mundo?”. Adicionalmente, Abdala hizo mención expresa a las formas, incitando a dejar de preocuparse tanto por ellas y más por lo que está pasando en el vejado país latinoamericano, exclamando que “estamos ante una dictadura oprobiosa. Estamos ante lo peor que le ha pasado al continente en mucho tiempo y esto lo tenemos que enfrentar sin mucha retórica”.

El avezado político que hiciera escuela con los mejores hombres del Partido Colorado, desde Jorge Batlle hasta Julio María Sanguinetti, y a quienes viera actuar, operar y estrategizar en nuestro país para salir de la dictadura doméstica que otrora también flagelara la institucionalidad nacional, culminó con una referencia ineludible para esta columna, que ciertamente tiene como objeto no solamente destacar su impecable actuación, sino también concluir que esta inexorablemente deriva de lo que significan para nosotros los batllistas la democracia, el sistema republicano de gobierno y, por sobre todas las cosas, la libertad. En tal sentido expresó: “Yo tengo mi manual y cada uno tendrá el suyo de cómo se sale de las dictaduras. Pero no se sale felicitándolas. Se sale con actitud inquisitiva. Se sale teniendo mayorías en la comunidad internacional, que dicen exactamente lo mismo. Si alguno cree que puede encontrar ese camino de decirle ‘mire, dictador, váyase’… Yo aplaudo. Pero no conozco dictadores que se vayan de manera entusiasta y con simpatía. Cada uno tiene su manual de salida en torno a su país, cada uno sabe cómo a las dictaduras las sacamos, en sus países. Yo en el mío lo sé perfectamente bien, fue la gente la que la sacó, fue la gente de pie, la gente sacrificando vida, la gente sacrificando derechos humanos, ¡fue la gente la que sacó la dictadura!”.

Desde la ignominia de Bordaberry y su golpe en nuestro Uruguay hasta el oprobio de Maduro hoy en Venezuela, vemos como siguen acechando los fantasmas de la tiranía en una América Latina que aún con profundas heridas sin cerrar, vuelve ahora nuevamente a sufrir y sangrar. Pero hoy como ayer, a esos fantasmas los persiguen también los suyos. Son esas voces que exigen inclaudicablemente libertad y reclaman incansablemente justicia. Voces mucho más poderosas, mucho más valerosas y, también, notoriamente mejor habladas. Voces como la del Turco.

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